Sol, playa y medicamentos. Las farmacias de la provincia de Alicante se ha convertido en un atractivo mercado para los turistas de otros países, que aprovechan sus vacaciones para llenar la maleta con los medicamentos que más utilizan y que en sus países son mucho más caros. Los bajos precios de los productos farmacéuticos en España explican este fenómeno.

Una buena parte de estos medicamentos se marchan a Reino Unido e Irlanda. «Adquieren sobre todo antiinflamatorios, como el ibuprofeno, también paracetamol y ventolín», explica Cristina Tormo, quien trabaja en una farmacia de la turística Torrevieja. Y es que las diferencias de coste entre las farmacias de estos países y de España son abismales. «Allí un ventolín cuesta 12 euros y aquí 3,90 y por el Ibuprofeno pagan unos 6 euros, cuando en España cuesta 2 euros», señala la boticaria.

En Torrevieja también hay un alto porcentaje de ciudadanos procedentes de países escandinavos, «que habitualmente compran cremas con corticoides y hasta la medicación para la tensión y el azúcar».

En algunas de las farmacias ubicadas en las zonas turísticas de esta localidad de la Vega Baja los extranjeros en invierno suponen más de la mitad de sus clientes. «Pasan aquí los meses de frío y en cuanto empieza a hacer calor regresan a sus países y se llevan con ellos toda la medicación que necesitan y algún que otro encargo de familiares y amigos». El ahorro compensa.

Los medicamentos sin receta son los más demandados y en algunas farmacias de Benidorm el Reflex es el rey de la cesta de la compra del turista. «Se llevan los botes de cinco en cinco, en especial en el caso de los turistas franceses», señalan desde una botica ubicada en la capital turística de la provincia. El trombocil e incluso las píldoras anticonceptivas también son muy demandadas. Desde una farmacia de Calpe explican que para evitar que estos productos se puedan revender después, «sólo les dispensamos cuatro o cinco unidades.»

También hay extranjeros que necesitan llevarse fármacos con receta y «no duda en pagar a un médico privado para que le extienda recetas para poder adquirir la medicación de un año entero», explica un farmacéutico de Calpe. Desde hace un año también en España son válidas las recetas europeas, por lo que cualquier ciudadano del continente puede retirar en nuestras farmacias las medicinas que les ha prescrito un galeno que esté colegiado. Eso sí, pagan el precio íntegro de la misma, y aun así les sigue saliendo más económico.

Blanca Llácer, vocal del Colegio de Farmacéuticos de Alicante y propietaria de una farmacia en Benidorm distingue también entre aquellos turistas que pasan temporadas largas en la provincia y que habitualmente son más mayores, de aquellos que vienen a pasar unos días y que por lo general son gente joven. «Los primeros sí que planifican más y se llevan las medicinas que necesitan usar durante una temporada larga para ahorrarse un dinero». En el caso de los turistas más jóvenes, el perfil es distinto y «prácticamente lo que más demandan son filtros solares y productos para combatir la resaca, como sueros de rehidratación o medicamentos contra las náuseas». Aunque en su botica los turistas extranjeros representan aproximadamente el 40% de su clientela, Llácer señala que en las farmacias ubicadas en primera línea, cerca de los hoteles, en verano los extranjeros pueden llegar a suponer hasta el 80% de los clientes.

Precios controlados

En España el precio de los medicamentos, ya sea con receta o sin ella, los regula el Ministerio de Sanidad con el objetivo de contener el gasto farmacéutico. El ministerio reduce un 20% el precio de los fármacos que llevan más de 10 años en el mercado y que cuenten con un genérico de precio inferior.

Un reciente estudio sobre el coste de los medicamentos elaborado por la Universidad italiana de Bocconi muestra que el precio de los medicamentos vendidos bajo prescripción médica en España se encuentra entre los más bajos de Europa. En países como Francia, según este estudio, el precio de los fármacos es un 7% superior a España, en Reino Unido, un 3% y en Alemania la diferencia llega a ser del 37%.