El diagnóstico de los expertos sobre la función pública valenciana fue demoledor. ¿Cree posible cambiar las cosas?

El gran objetivo es dotarnos de instrumentos eficientes para transformar la administración. Arrastramos una situación complicada: diez años sin concursos, con uso abusivo de la contratación directa de interinos. Con la ley pretendemos aplicar los principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad para todo tipo de pruebas, por sencillas que sean, para acceder al empleo. Aparcar cualquier tipo de duda sobre actos arbitrarios, reducir el uso de la libre designación, ganar en transparencia y profesionalidad. Quiero funcionarios motivados, bien formados y protegidos cuando tengan que denunciar algún tipo de irregularidad.

¿Cuál es el principal mal de esta administración que usted percibió al llegar a la conselleria?

Encontré una administración desmotivada y es lógico cuando uno ve fórmulas oscuras de entrada a la Generalitat o que te conviertes en invisible. Un funcionario tiene que considerarse una pieza clave, que se le valore. A mí hasta se me ha acusado de hablar con los jefes de servicio y voy a seguir haciéndolo porque el diálogo genera más ilusión que el ordeno y mando.Siempre tuve claro que desde la octava planta no iba a ser suficiente para conocer lo que ocurre, que debía rodearme de personas que supieran más que yo. Es importante motivar a la gente que sepa que tendrá recompensas en el marco de retribuciones específicas.

Pero han seguido usando la libre designación. ¿Qué garantía hay de que no tratarán también de controlar al personal?

No hacemos lo mismo: no hemos creado una red clientelar como hizo el PP para rodearse de gente agradecida. No usamos vías alternativas para el acceso a la función pública. Hemos activado las bolsas con pruebas objetivas y los concursos. Es verdad que hemos designado de forma discrecional jefes de servicio, pero los ceses y nombramientos se justifican. No son arbitrarios.

El Consell ha agotado al tope de 74 asesores. ¿Les hace falta más personal de confianza?

Hace falta más personal. Es una realidad, pero nos impusimos un límite y se ha cumplido. Sinceramente, el día a día es complejo, pero no me voy a quejar porque a llorar no hemos venido.

¿El miedo a la firma, el exceso de celo de ciertos funcionarios es un palo a las ruedas a la gestión?

No me molesta, prefiero un exceso de celo que un informe liviano que no profundice en presuntas irregularidades. Es cierto que hay una cierta psicosis generalizada a la vista de la corrupción de los últimos 20 años. Eso obliga a estar en alerta.

¿La mano abierta de Montoro en el empleo público solucionará el problema de la Generalitat de falta de manos?

En las plazas de consolidación de empleo nos permitirá reducir la interinidad, pero la exigencia del Consell era eliminar la tasa de reposición y eso no se ha conseguido. Nos permitirá incrementar un poco más la oferta, pero no nos genera optimismo.

Acaba de hacer cambios en su conselleria. Ha sustituido una magistrada por una persona con perfil político, ¿por qué?

Estos dos años han sido de impulso del proyecto y necesitábamos personas conocedoras de estas materias (memoria histórica, mediación, plan de infraestructuras...). Mi directora general hizo un trabajo magnífico. Nos quedan dos años en los que lo importante es materializar los proyectos. Aspiro al impulso de la gestión pura y dura y eso requiere perfiles técnico-políticos.

El Consell suma ya ocho sentencias por opacidad; la primera de su conselleria. ¿Se han vuelto opacos?

No tenemos la intención de ocultar, pero en ocasiones la ejecución, como es mi caso, es imposible porque el documento que se pide no existe o la petición paraliza la conselleria. Hay que ver qué mecanismos se utilizan para compaginar el derecho que tiene la oposición y que la administración pueda seguir funcionando. El PP intenta sacar rentabilidad.