Sequías prolongadas, olas de calor, gotas frías que se pueden producir cualquier día del año, lluvias de polvo que lo dejan todo perdido, noches en las que resulta imposible pegar ojo -no todo el mundo puede costearse el aire acondicionado- porque el termómetro no baja de los 25 grados con un 60% de grado de humedad, viento, temporales de levante?. han puesto en los últimos 20 años hasta en cuestión la famosa reflexión del gallego Wenceslao Fernández Florez, otro de los muchos enamorados de Alicante, que acuñó aquello de la Casa de la Primavera. Cincuenta y tres años hace ya que murió, y el Alicante que disfrutó dista bastante de aquél que dejó.

¿Cambio climático? Está claro que algo pasa y, no en vano, los datos están ahí. La temperatura media ha subido más de medio grado desde 1980 y ya no llueve ni en la primavera para desesperación del sector agrícola y advertencia para una Administración que, a este paso, no moverá ficha hasta que el agua deje de salir por el grifo. Entonces será tarde.

Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, tiene que claro que Alicante vive años de incertidumbre en muchas facetas. También en lo climático. Percibimos que el clima que vivimos en los últimos años no es el mismo que hace dos o tres décadas. Y comienza a preocuparnos, porque puede afectar a nuestra economía, a nuestra salud, a nuestro territorio. Hay una serie de indicios, comprobados por los datos científicos, que nos señalan que algo está cambiando. La temperatura media en la provincia ha subido 0,6º desde 1980. Lo han hecho sobre todo las temperaturas mínimas nocturnas, y no por el llamado «efecto urbano», sino por el calor acumulado en las capas bajas desde abril a noviembre, especialmente en el mar Mediterráneo. Hasta las precipitaciones han cambiado sus patrones.

No hay tendencias claras de las cantidades, pero si cambios en su distribución en las estaciones y en la forma de llover. Llueve menos en primavera y más en otoño. Y llueve cada vez más de forma intensa o torrencial. Por tanto, lluvias poco aprovechables y que generan daños económicos. La provincia soporta más lluvias de barro que hace treinta años y eso indica que la llegada de aire sahariano en capas bajas es cada vez más frecuente sobre nuestro territorio.

En definitiva, estamos perdiendo confort climático y estamos sufriendo el carácter extremo de las manifestaciones atmosféricas que forman el relato de nuestro clima. Reflexiones de Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, que constatan una situación que, incluso, podrían convertirse en un problema para la «Florida europea».

Ante esto, solo queda un camino con varias tareas: Reconocer lo que está pasando, informar con rigor de todo lo que se vaya sabiendo, impulsar la investigación climática, las políticas y prácticas de adaptación a lo que puede venir en las próximas décadas, y plantear el cambio climático como una oportunidad que tiene nuestra provincia para reorientar su actividad agraria, industrial y turística. De hecho, ya hay buenos ejemplos en la provincia de iniciativas que se van tomando, anticipándose con sensatez a los hechos. «En esta tarea estamos todos, ciudadanos y administraciones», subraya Olcina.

Por otro lado, el peligroso avance que sufre el proceso de desertificación de la provincia ha provocado, por otro lado, que en los últimos diez años se haya perdido un 40% del suelo fértil, lo que consolida a Alicante como la segunda provincia española tras Almería (70%) donde el problema de la erosión es mayor aunque, paradójicamente, la dramática coyuntura comience a trasladarse también hacia el norte de España. Según un informe del Colegio Oficial de Geólogos de España y del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente, más de un tercio del suelo provincial se encuentra en una situación de riesgo importante de pérdida de suelo cultivable.

El Programa de Acción Nacional contra la Desertificación advierte de que 94.360 hectáreas están afectadas por el proceso y otras 89.989 en peligro muy alto, lo que suma cerca del 40% del total de 581.000 hectáreas de superficie que tiene Alicante.

Las zonas con una situación de mayor riesgo son el litoral de la Marina Baixa, el interior de l'Alacantí y todo el Alto y Medio Vinalopó. Estas áreas se corresponden con la ubicación de los acuíferos sobreexplotados y en los que el nivel del agua está a 400 y 500 metros de profundidad.

La extracción de agua subterránea sin control, los incendios forestales y el arrastre de materiales tras una riada contribuyen a acelerar un proceso que la sequía ha agravado en la última década. En la provincia, la humedad del suelo llegó a caer en 2014 por debajo del 10% debido a la falta de lluvias. Un centímetro de suelo puede tardar hasta mil años en formarse tras perder todas sus cualidades.

En Elche, también se nota. En los seis primeros meses del año la temperatura media es casi un grado, en concreto 0,8 grados, mayor que la media de los últimos diez año. En lo que va de año, en febrero la temperatura media fue 1,8 grados superior a la media de la última década; en marzo, 0,9 grados; en mayo, 0,8 grados; y en junio fue 1,5 grados por encima. Junio, con una temperatura media de 25,9 grados, frente a los 24,4 grados de media desde 2007, fue un mes muy caluroso, solo superado por los 26,5 grados de media en 2003 y los 26,2 de 2012, según informa J. M. Grau.