Javier García Martínez, catedrático de Química Inorgánica de la Universidad de Alicante, cuenta con una dilatada trayectoria investigadora, reconocida con galardones como el Jaime I de Nuevas Tecnologías en 2014 o el de la Mejor Innovación en Español en Estados Unidos, este mismo año.
Dirige del Laboratorio de Nanotecnología Molecular de la UA (Nanomol), que aborda aspectos como la búsqueda de fuentes de energía menos contaminantes, será la próxima semana el encargado de abrir el ciclo académico en la Sede Universitaria Ciudad de Alicante y esta misma tarde impartirá en Madrid la conferencia «Las facetas del científico: investigación y transferencia», abriendo así unas jornadas sobre divulgación del conocimiento organizadas por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Usted inaugura el ciclo de conferencias «Los avances de la química y su impacto en la sociedad», dedicado a mostrar cómo repercute la ciencia en la vida diaria. ¿Hablará de su experiencia personal?
Sí, en el sentido de explicar qué me ha llevado a ser científico y qué significa emprender desde la ciencia, porque pienso que para nosotros el emprendimiento es una oportunidad excepcional, en tanto que acorta el tiempo de la llegada de la ciencia a la sociedad. Además, pienso que es una herramienta muy útil desde el punto de vista docente.
¿Por qué? ¿Ofrece a los alumnos otra perspectiva?
Los alumnos captan muy rápidamente si el profesor tiene una experiencia industrial, si ha puesto en práctica ese conocimiento, si se ha enfrentado a los retos técnicos y personales que ello supone. Aparte, te muestra cómo liderar un equipo y te da claves para solucionar problemas.
Las jornadas que comienzan hoy en Madrid inciden en el aspecto divulgativo de la ciencia, en comunicar. ¿Qué piensa que se puede hacer en este sentido?
Hay que hacer una llamada a la implicación del científico a la sociedad. Pensamos equivocadamente que aportar evidencias de algo en concreto es suficiente para hacer que el mundo cambie o que se dé a conocer una innovación o un conocimiento en particular. Pero no, hay que incidir más en la difusión, en el debate y en la implementación. Si no difundimos bien lo que investigamos y lo que descubrimos corremos el riesgo de sobreespecializarnos y de alejarnos de la sociedad.
En su caso, ¿cree que es fácil transmitir a la población los resultados de sus investigaciones?
Sí, porque es una cuestión tangible, trabajamos sobre algo cuyos resultados pueden verse en algún momento en el día a día. Tratamos de buscar mejores materiales para la generación y el uso de energía, que sean más sostenibles y menos contaminantes. Por ejemplo, sobre los catalizadores que se utilizan en el refino del petróleo para fabricar los combustibles que utilizan a diario los vehículos. También estamos trabajando en mejorar las celdas de las placas solares. En definitiva, aplicar la nanotecnología para algo cotidiano: buscar formas de generar energía más limpia.
Además de en su grupo de investigación, ¿lleva esta filosofía de búsqueda de fuentes energéticas menos contaminantes a su actividad como docente?
Imparto una asignatura llamada Química Verde, cuyo objetivo es precisamente hacer llegar a los alumnos la responsabilidad sobre el medio ambiente. Intento que tengan herramientas analíticas para cuantificar el posible impacto de actividades como la generación de energía. Que sean más sostenibles, en definitiva.
¿Lleva también a los alumnos ese lenguaje divulgativo, como una forma de hacer que asimilen de una manera más fácil los contenidos que explica?
Creo mucho en la docencia, en que el investigador tenga la capacidad de transmitir conocimiento a la siguiente generación. Hay que tener la visión de saber hacia dónde se quiere ir; ser consecuente te da mucha credibilidad. Y cuando los resultados son tangibles, a los alumnos esos contenidos les atraen, porque piensan que los resultados son útiles para la vida.
¿En qué punto se encuentra Rive Technology, la empresa de base tecnológica que creó en Estados Unidos?
Está comercializando catalizadores para mejorar la eficiencia de los refinos del petróleo, haciendo uso de nanotecnología, cambiando la estructura de los materiales y haciendo que se comporten de forma diferente. Aunque la empresa está en Estados Unidos, hay un acuerdo con la Universidad de Alicante a través de la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI), por lo que aquí se aprovecha todo el trabajo que allí se realiza.
