El Aula Polivalente de la Universidad de Alicante en la calle San Fernando, 40, inaugura este curso los talleres sobre pensar -que organiza Asmi España en Alicante-con un tema que, solo pensarlo, pone los pelos de punta. El abuso sexual de menores.

La doctora Ibáñez, investigadora en activo del tema y especializada en psicología perinatal y de la pequeña infancia, asegura que la investigación clínica permite detectar los abusos incluso en bebés de meses, sin que hagan falta pruebas físicas.

¿Cómo detectar el abuso sexual en un niño pequeño?

He trabajado en la Unidad de Abuso a Menores de Cataluña, en el Hospital Sant Joan de Deu, desde el año 98, especializándome en la franja de edad de 0 a 5 años, y he visto bebés de 18 ó 20 meses a los que se ha encontrado una enfermedad venérea. Posteriormente, el juez o los sistemas de protección precisan otras evidencias de que ha habido una relación abusiva.

Pero al margen de pruebas evidentes físicas, ¿como pueden notar, por ejemplo unos padres, que su hijo sufre abuso?

Si el abuso es extrafamiliar, alguien del colegio, o familia externa, un primo, que no son los cuidadores habituales, y el niño no tiene un vínculo de sobrevivencia que le ligue a ellos, y es un niño normal y bien constituido, lo normal es que lo diga enseguida, en cuanto le pasa el incidente. Esa es nuestra experiencia, lo dicen francamente, porque tienen una especie de conciencia del bien y el mal.

¿Desde tan pequeños tienen esa conciencia?

Así es. Les molesta. Hay que entender que la acción abusiva les produce una excitación en la zona sexual del niño, o visionan una sobreexcitación en el adulto que les desborda y es lo que le provoca malestar. El niño no tiene un juicio moral de que eso no se toca, pero esa experiencia de descontrol y excitación que no pueden parar, les provoca angustia y sentimiento de peligro.

¿Y cuando se tocan ellos no les pasa?

Aunque se toquen sus genitales se regulan bien, se hacen cosquillas hasta donde quieren. Discriminan bien, saben cuándo aquello es raro y se lo dicen a sus padres porque les afecta, sobre todo porque el adulto abusador no tiene en cuenta al niño. La situación abusiva la marca la falta de consideración total que tiene el que hace el abuso sobre el otro. Esta aniquilación como persona es lo que provoca la alerta, el trauma y el malestar.

¿Cómo desarrollan este sentimiento si no han tenido experiencias previas?

Hay ahora muchas investigaciones sobre los bebés, y con una de ellas que estudia el británico Peter Fonagy, hacen una prueba con figuras geométricas en bebés de 8 a 9 meses que ya tienen cierta discriminación sobre él y los demás. Un triángulo azul quiere subir una cuesta y un círculo amarillo le ayuda a subir y otro rojo empuja hacia abajo para evitarlo. De forma significativa escogen la amarilla, la que ayuda. Demuestran cierto discernimiento y eso nos da mucha luz en la investigación. Captan al adulto que hace el bin y al que va a la contra. A pesar del vínculo, tienen una actitud de reserva innata. Siempre digo que los niños son organismos vivos que tienen unas antenas que les permiten salvaguardarse de los peligros, incluso de los humanos.

¿Incluso cuando el abuso procede de alguien más cercano?

Si el abuso es intrafamiliar, del cuidador principal, aparece el apego desorganizado y signos de replegamiento. Son signos manifiestos que llaman la atención en los ámbitos escolares y extrafamiliares. Y si ya tiene 3 ó 4 años, bien preguntado y si se siente protegido, hace las revelaciones en el colegio y los dispositivos de la red social y de asistencia sanitaria se ponen en marcha.

¿Que síntomas muestran?

Síntomas del malestar. Está más triste, mas irritable. Uno que podría ser inteligente se mustia en su desarrollo. A veces los padres lo intuyen, pero se lo niegan porque es difícil aceptarlo, pero en cuanto el niño se ve atendido por los equipos se desarrolla perfectamente. Pasa de estar apático y somnoliento.

Dígame cuándo resulta más complicado.

Casi no se ve cuando la relación es incestuosa por ejemplo del padre, y la madre es cómplice. Se trata de una familia opaca en la que no puedes ver lo que hay. La niña tenía gonorrea pero explorándola psicológicamente ves la presión, era muy lista pero estaba superbloqueada.

Parece similar al bullying.

Efectivamente, se entra en un estado de estrés postraumático en todas las edades. Las investigaciones demuestran que a partir de los 9 meses pueden tener síntomas postraumáticos y mostrar malestar cuando ven al abusador. Se ha avanzado mucho en la investigación a este nivel.

¿Sin necesidad de evidencias físicas?

Sí, se puede detectar bien y ayudar a toda la familia, por ejemplo cuando surge lo que llamamos falsas alegaciones, en parejas que no se entienden bien y se acusan uno a otro de abusar de un niño de 2 a 4 años. Los sistemas de apego nos permiten explorar a un niño y saber si ha vivido una experiencia abusiva, mas allá de lo que digan sus mayores que son los que le presentan al público. Los profesionales podemos saber si ha vivido la experiencia explorándole psicológicamente.

¿Hay esperanza?

Una de las mejoras más importantes de nuestra sociedad son los sistemas de detección ya que no soportamos el abuso. Podemos decirle al niño que le creemos y que al que le ha hecho eso, el juez le mandará a un sitio a aprender para que no vuelva a hacerlo. Y que cuando él sea mayor para protegerse, volverá a verlo, porque él no es un bicho raro.