El día de ayer estaba marcado en rojo en el calendario de estas mascletàs. Los alicantinos Hermanos Ferrández, con sede en Beniel (Murcia), volvían a Luceros. En ese enclave habían reinado cuatro años consecutivos (entre 2013 y 2016), hasta que las pasadas Hogueras se quedaron a unos segundos del tiempo mínimo exigido para optar a un triunfo que volvían a rozar con los dedos de la mano.

Esa eliminación supuso, si cabe, un mayor estímulo para una pirotecnia que en Alicante nunca defrauda. Esta vez tampoco lo hizo, todo lo contrario. Los Hermanos Ferrández propusieron una mascletà que se tardará tiempo en olvidar en Hogueras: intensa en todas sus fases, con constantes cambios de ritmo y potencia, con variaciones de altura continuas... Un espectáculo pirotécnico apoteósico, coronado por un final difícil de mejorar: doble terremoto compacto (aéreo y terrestre digital) que provocó una última explosión, la de las miles de personas que se agolpaban en Luceros y que estallaron de júbilo un instante después de hacerse el silencio. «¡Esto sí es una mascletà. Esto sí es una mascletà...!», gritaron al unísono la marea de alicantinos que esperaron, en la avenida de la Estación hasta que los pirotécnicos aparecieron, eufóricos, tras el disparo. Una fiesta compartida a ambos lados de la valla.

Y la intensidad que hizo retumbar Luceros pudo ser, si cabe, mayor a la registrada, ya que la Guardia Civil obligó a los Hermanos Ferrández a retirar parte del espectáculo montado (unos sesenta truenos) por exceder los 150 kilos máximos permitidos por las bases. El ciudadano de a pie ni lo notó. Tampoco lo debió percibir, entre otros presentes entre los VIPS, el exministro de Exteriores José Manuel García-Margallo, que está en plena búsqueda de avales para presentarse como candidato a presidir el PP.