Durante una semana hablaron al mundo desde el «Aquarius», mostrando su vida cotidiana, los pesares de la incerteza sobre su destino o la alegría desbordada al ver territorio español, pero ayer, los responsables del buque hablaron en tierra firme. Y se hizo el silencio en la abarrotada sala de prensa internacional del edificio Veles e Vents. «La situación en el Mediterráneo es insostenible. No debe repetirse otro caso com oeste», clamó con un punto de indignado y contenido temblor en la voz Sophie Beau, co-fundadora y vicepresidenta de la ONG SOS Mediterranée. «Es inmoral devolver a los inmigrantes al infierno de Libia», exclamó, entre los aplausos de los integrantes del equipo de rescate del buque presentes en la rueda de prensa.

Beau hacía referencia a una idea que ha vuelto a tomar fuerza desde que empezó la epopeya de la flotilla del «Aquarius» hace una semana: la de instalar centros de identificación en territorio libio para cribar a los posibles demandantes de asilo de los «inmigrantes económicos». Una propuesta defendida el pasado viernes por el presidente francés, Emmanuel Macron, y el primer ministro italiano, Giuseppe Conte. El problema, para la responsable de Emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF), Karline Kleijer, es que «la violencia y el abuso contra los inmigrantes que vemos en Libia es de una magnitud inédita».

Lo atestiguó el doctor David Beversluis, que ha sido una de las voces más destacadas a bordo del buque durante su travesía. «Las personas que hemos tenido el honor de rescatar y traer sanas y salvas cuentan historias terribles de violencia e incluso de abusos sexuales», explicó ayer.

Por su parte Kleijer denunció que la odisea vivida a bordo es una muestra de que los Gobiernos europeos «no contemplan como prioritario el salvamento de vidas», y exigió a la UE más medios de rescate. «El Gobierno italiano cerró de forma vergonzosa sus puertos a 630 personas rescatadas y las mantuvo moviéndose por el Mediterráneo para obtener réditos políticos», y añadió que «se ha tratado a los hombres, mujeres y niños como mercancía».

El coordinador de rescates de SOS Mediterraneé, Nicola Stalla, en su emotiva intervención recordó que el viaje al que se ha visto forzado el«Aquarius» no ha sido «un viaje de placer. Ha sido muy duro», y alertó, con voz entrecortada, que desviar tres barcos de la zona de rescates en el Mediterráneo central durante tantos días «pondrá muchas vidas en peligro». «La ley del mar manda salvar vidas», dijo.

Sin embargo, el cierre de los puertos italianos a las ONG internacionales amenaza con cambiar las reglas de juego. «La campaña contra las ONG debe cesar», exigió Kleijer. «Salvar vidas no es delito», clamó. Beau abundó: «El trabajo humanitario merece respeto». Ahora, ambas ONG estudiarán cuándo y cómo volver al Mediterráneo central. El por qué lo tienen claro: rescatar personas.