«Habíamos prometido una mascletà potente, de principio a fin, que se sintiera». Y así fue. Palabra de pirotécnico. Los alicantinos Ferrández, de Redován, convirtieron ayer la plaza de Luceros, en la que no cabía ni un alma más en la jornada previa a San Juan, en un delirio de pólvora, con un espectáculo pirotécnico completo, rotundo, variado, potente... Y todo desde al arranque y hasta el final, sin descanso ni transiciones de relleno. Y rematado con un colofón atronador, sobre todo en la fase terrestre, al que sólo le sobró segundos de bombardeo aéreo y le faltó alguna pasada de secuencia digital. Eso para la matrícula. El sobresaliente fue una realidad. De hecho, por segunda vez en el concurso de estas Hogueras, el más largo de la historia en Luceros, el público cantó, y con ganas: «Esto sí es una mascletà». Antes hubo pañuelos en los balcones, que ayer pusieron también el cartel de «lleno», y eso que la fiesta de la pólvora en Luceros arrancó este año con amenazas de sanciones desde el Ayuntamiento. Cero multas y mucho público que no dudó en premiar el disparo con ovación y pañuelos blancos. Los alicantinos Ferrández hubieran cortado ayer, de estar en juego, las dos orejas. Sin duda.

El espectáculo pirotécnico arrancó en el aire, pero con fuerza: efectos diversos, ritmos variados y hasta colores se dejaron ver y sentir sobre el cielo alicantino. Así durante casi tres minutos, hasta que el fuego empezó a romper sobre el paseo de General Marvá, ganando en ritmo e intensidad con el avance del tiempo, que esta vez, y no como el año pasado que fueron excluidos por veinte segundos, no fue un problema para los alicantinos de Redován, que rozaron los siete minutos y medio. De sobra.

Conociendo la trayectoria de la pirotecnia alicantina, el público local esperaba con ansia el final, que no defraudó: un terremoto terrestre a doble altura, intenso y de los que se hacen largos por su potencia, que dio paso a un bombardeo aéreo, que se prolongó incluso más de lo esperado, pero al que le faltó algo de fuerza, de empuje, para igualar la magnitud vivida en los instantes previos. A la gente le bastó. La ovación fue como el disparo: intensa y larga. Hoy, día de San Juan, fin de fiesta en Luceros.