Cospedal contó en Alicante con un aliado de primera fila, el presidente de la Diputación de Alicante, César Sánchez, quien ya hace unos días y para disgusto de la cúpula de su partido, había roto la neutralidad que en esta batalla interna de los populares había impuesto la líderesa regional, Isabel Bonig, al posicionarse a favor de la exministra de Defensa. Ayer, el también alcalde de Calp pasó de las palabras a los hechos y escenificó su apoyo a Cospedal, a la que primero invitó a visitar la hoguera de la Diputación y a la que después llevó en volandas por todo Luceros, incluso prestándose a agarrar el móvil de cualquier entusiasta que quería hacerse una foto con la antigua ministra. Cabe recordar -y cabe hacerlo porque es bien significativo- que Sánchez no acudió a Luceros cuando vinieron tanto Casado como el también exministro José Manuel García-Margallo.
Junto a César Sánchez, el PP presentó bastantes más armas, empezando por supuesto por el alcalde, Luis Barcala, también muy pendiente de Cospedal pero eso sí como guía neutral, tal y como ya hizo con los otros candidatos a esta liza nacional. Además, el vicepresidente Carlos Castillo (otro entusiasta fotógrafo solidario), los senadores Agustín Almodóbar y Asunción Sánchez Zaplana, el presidente del PP alicantino, Toño Peral, el diputado y exconseller Gerardo Camps o el asesor de Sánchez y exalcalde de Benissa, Juan Bautista Roselló. Refugiados del calor cuando la exministra concedía alguna entrevista al abrigo de alguna bendita carpa y de nuevo bajo el sol cuando Cospedal se movía sobre la calzada ardiente de la plaza.
Lo eclipsó todo Cospedal. Quizás porque en esta última jornada el Consell, a diferencia de otros días, no tuvo demasiada presencia, a excepción del conseller Manuel Alcaraz y teniendo en cuenta que el president Ximo Puig eligió Cremà. Pero también porque estas Hogueras que ya son memoria obedecieron a un tiempo nuevo, hijas de un mundo en mutación vertiginosa: tan difícil era imaginar hace apenas unos meses que Cospedal vendría a Alicante en calidad de candidata a labrar un PP sin Rajoy, como que Barcala fuera a ejercer de anfitrión. Esto es, de fulgurante alcalde mientras los líderes de aquel lejano tripartito- Eva Montesinos, Natxo Bellido, Miguel Ángel Pavón- transitaban por los recovecos secundarios de la glorieta.
Y quizás la imagen que sintetiza tanta mudanza acaeció cuando mientras Cospedal, escudada por Sánchez y Barcala, concedía su enésima entrevista, Pavón entraba en el recinto y miraba de soslayo el mencionado triunvirato sin ser molestado por ningún micrófono. Cómo cambia la vida.