El Ayuntamiento de Alicante ha iniciado las obras de rehabilitación del cerramiento exterior del Panteón de Quijano, uno de los dos parques románticos que quedan en la ciudad, éste en memoria de Trinitario González de Quijano, que fuera gobernador civil de Alicante aquel trágico mes de agosto de 1854 en el que una epidemia de cólera diezmó la ciudad y acabó con su vida al negarse a abandonar a los alicantinos. Las obras se desarrollarán durante los próximos tres meses y se han adjudicado a la empresa Ingeniería y Estudios del Mediterráneo, que trabaja ya en un cerramiento que no se tocaba desde hace años, prácticamente desde que se abriera el parque. Cierra por las noches y ahora se va a mejorar todo el vallado para evitar así que pueda haber gente que lo salte para acceder a su interior.

El parque ya tuvo un primer lavado de cara ahora hace ocho años, cuando en 2010 el Ayuntamiento invirtió 80.000 euros para restaurar el obelisco (obra de los arquitectos alicantinos Morell y Guardiola en el siglo XIX), dotar de iluminación al parque y transformar la antigua Casa del Jardinero en kiosko de bebidas. Cívica asumió el coste de la actuación rememorando así, de alguna manera, la iniciativa que tuvieron en 1855 un grupo de alicantinos que quisieron honrar la memoria de la persona que se dejó la vida durante los 26 días en los que luchó contra el cólera.

El autor del monumento fue el arquitecto Francisco Morell y Gómez. Los materiales utilizados piedra y mármol negro. La escultura central se levanta en el centro del jardín y alberga los restos de Trino González de Quijano, en lo que se define como un conjunto piramidal coronado por un gran obelisco. La base en la que se sitúa es cuadrada. Sobre ella y mediante superficie curva, se consigue reducir la planta y convertirla en el pedestal sobre el que se dispone el obelisco. En plintos (bases cuadrada de poca altura) sobresalientes en cada una de las cuatro caras del monumento se sitúan cuatro figuras escultóricas exentas, que representan alegóricamente las virtudes filantrópicas del fallecido: fe, valor, caridad y templanza.

En cuanto al cerramiento, éste está compuesto por un muro que rodea todo el perímetro lindando en parte con la Comandancia de la Guardia Civil y el acceso a la entrada del barrio de San Antón. Era una obra necesaria y esperada para dar empaque a una de las joyas románticas que componen el patrimonio inmueble de la ciudad.

Trinitario Gómez, vasco de Getaria, entró en la leyenda de la provincia por su ayuda a los alicantinos durante el verano de 1854, cuando una epidemia de cólera castigó la ciudad, y parte de la provincia, llevándose por delante la vida de cerca de dos mil personas y la del propio «Don Trino». Lejos de huir buscando mejores tierras, trabajó sin descanso, se enfrentó a todo aquel (incluidos varios sacerdotes) que abandonaban la ciudad, hasta que contrajo la enfermedad y murió el 15 de septiembre, un mes después de que el 16 de agosto hubiera sido nombrado Gobernador Civil de Alicante. Eran los tiempos del convulso reinado de Isabel II.