¿No le ha pasado alguna vez que al llegar a una habitación de hotel, sin tener realmente ganas de comer o de beber nada, se ha ido directo a abrir la puerta del minibar para ver qué había dentro? Si su respuesta es afirmativa, ha de saber que ese mueble, habitualmente camuflado bajo el televisor y que en su día fue objeto de culto entre muchos turistas, tiene hoy, literalmente, los días contados.

Cerca del 90 por ciento de los establecimientos hoteleros de Benidorm y la Costa Blanca han optado de un tiempo a esta parte por suprimir este elemento de su cartera de servicios y recibir al cliente, simple y llanamente, con una nevera vacía para que éste la utilice como más le convenga.

Los cambios de preferencias de los clientes, la última modificación del decreto hotelero y, sobre todo, las trampas de los turistas para evitar pagar los productos que han consumido, son las tres causas principales que han llevado a la desaparición del minibar de prácticamente todos los establecimientos hoteleros, según explican fuentes de la patronal turística Hosbec.

Y, además, mantienen que, pese a los precios prohibitivos de cocacolas, chocolatinas o miniaturas de alcohol que se incluían como reclamo en el minibar, este servicio «nunca ha representado realmente una vía de ingresos» para ningún hotel.

El decreto

Hasta su última modificación en el año 2015, cuando pasó a ser un servicio opcional, el decreto que regula las categorías hoteleras en la Comunidad Valenciana obligaba a establecimientos de cuatro y cinco estrellas a incluir este pequeño refrigerador lleno de productos en todas sus habitaciones. Pese a que en otros hoteles de menor categoría no era exigible, la práctica se extendió también en muchos de ellos como si se tratase de un signo de distinción.

Lo que inicialmente podría considerarse un elemento de lujo, acabó convirtiéndose muy pronto en uno de los mayores generadores de fraude por parte de los turistas dentro del propio hotel. Así lo ha revelado una encuesta elaborada por uno de los principales buscadores de vacaciones por internet, según la cual uno de cada tres turistas españoles reconocen haberse bebido las botellas de alcohol y refrescos del minibar y haberlas rellenado después con agua, zumo u otros líquidos para no tener que pagarlas.

Se trata de una de las prácticas más frecuentes de «timo» al hotelero, junto con el robo de comida en el bufé del desayuno, de toallas y albornoces o la de colar a un huésped más en la habitación sin pagar por su estancia. Los datos son extrapolables a turistas de otras nacionalidades y, en el caso de los británicos, aún se dan con mayor frecuencia, reconocen fuentes del sector hotelero de Benidorm.

«Parece mentira pero es así. A nosotros nos las han llegado a rellenar botellas incluso con pis. Y menos mal que el personal lo ha detectado. Imagínate que no te das cuenta y el siguiente cliente que llega al hotel y se aloja en esta habitación se bebe la botella. Nos buscan la ruina», indica indignado el director de un establecimiento turístico.

Leche de unicornio

«¿Es leche de unicornio? Hombre, no me jo***». Con esta frase se desahogó en Twitter este verano uno de los «tuitstar» del momento, el pianista británico James Rhodes, al ver los precios del minibar de uno de los hoteles donde se alojó en su gira. Y lo cierto es que de razón andaba sobrado. Seis euros por una lata de refresco de cola, siete por una tónica u ocho por una bebida energética son precios más que habituales en cualquier carta de minibar. Pueden imaginar lo que se dispara el coste si hablamos de bebidas alcohólicas. Pero, ¿por qué históricamente han sido tan caros estos productos?

Fuentes del sector indican que, además de los engaños de los propios turistas, el mantenimiento del este servicio conlleva elevados costes para la empresa, tanto económicos como de organización. «En función de lo grande que es el hotel, tienes que tener a una o varias personas encargadas de revisar diariamente cada nevera, ver si se ha consumido algo, anotarlo, pasar los datos... Pero también tienen que controlar las fechas de caducidad, cambiar los productos que no estén presentables o a punto de vencer, reponer lo que falta..», explican. «De ahí que los precios en la mayoría de casos fueran tan altos, porque es un servicio que realmente no genera beneficios y sí demasiados costes», añade otro responsable de dos céntricos hoteles, que ahora sólo mantienen en las habitaciones las neveras vacías.

«Nosotros preferimos dejar a los clientes por cortesía dos zumos, dos botellas de agua o incluso una botella de cava para darles la bienvenida», expone este trabajador, que también afirma que otra de las opciones que han implantado muchos hoteles es la de instalar máquinas de «vending» en la recepción o en algunos pasillos.

Otra víctima del «todo incluido»

A todo ello se une otro fenómeno que ha acabado por dar la puntilla al histórico minibar de las habitaciones. El auge de la ofertas de «todo incluido» en muchos establecimientos turísticos ha hecho que cobrar por el consumo de los productos que se ofrecen en estas pequeñas neveras ya no tenga ningún sentido. «Si el cliente puede tomar gratis todo lo que quiera en el bar, no va a subirse a la habitación a pagar una fortuna, ¿no?», indica un camarero del sector. Así que, amantes del minibar, vayan buscando alternativas.