La caída en la natalidad por las dificultades del mercado laboral, los bajos sueldos y los problemas para conciliar trabajo y familia, unido a la fuga de jóvenes por la falta de oportunidades profesionales, propician una provincia de las más envejecidas de España, que tiene complicado el futuro de servicios sociales y pensiones si la inmigración no lo evita. Alicante cada vez tiene menos jóvenes pero crece en centenarios: en la última década se han triplicado las personas que llegan a vivir un siglo o más, a la vez que se han «perdido» 5.000 nacimientos. La provincia necesitaría un «baby boom» como el que se produjo en los años 70 para revertir el acentuado envejecimiento de la población, donde solo dos de cada diez habitantes tienen menos de 19 años. Coincide además que están llegando a la edad adulta los nacidos a finales de la década de los noventa, en la que también hubo menos niños.

Alicante se posiciona como la tercera provincia con menos juventud entre las diez más pobladas de España. Un dudoso honor que revelan los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), según los cuales sólo tiene un 19,8% de habitantes por debajo de los 19 años, por detrás de provincias similares en peso económico y geográfico como Sevilla, Málaga y Murcia. Destaca el rejuvenecimiento de esta última, con un 23% de habitantes de 0 a 19 años, 339.724 personas de una población de millón y medio. En la provincia de Alicante hay un 1,8 millones de habitantes, de los que apenas 363.000 tienen menos de 19 años.

El decano de la Facultad de Económicas de la Universidad de Alicante y sociólogo, Raúl Ruiz Callado, admite que los datos pueden provocar cierta alarma. Porque, además, la natalidad ha caído en picado en la última década: el último dato del Instituto Nacional de Estadística registra 15.035 nuevos niños y niñas, muy lejos de los casi 22.000 que nacieron en 1976, cifra récord en la provincia de Alicante.

«Del mismo modo que tenemos una esperanza de vida que está entre las más elevadas del mundo, también poseemos un índice de fecundidad muy bajo en comparación con otros países del contexto europeo. En Alicante, en la Comunidad Valenciana y en España tenemos pocos hijos», afirma el experto. Una de las claves es «la dificultad para conciliar la vida familiar y la profesional, particularmente en el caso de muchas mujeres que renuncian o posponen la maternidad por el impacto que puede tener en su carrera profesional. Esto se da en un contexto en el que todavía queda mucho por hacer en cuanto a corresponsabilidad de los varones en materia de cuidado».

También considera el decano de Económicas que se maximiza el bienestar reduciendo el número de hijos. «Las generaciones previas, en las sociedades agrícolas, mejoraban su calidad o nivel de vida teniendo más hijos por el aporte económico que suponían». Los hijos eran considerados bienes de producción, y actualmente han pasado a ser bienes de consumo, «un considerable gasto más que una ayuda para la supervivencia o para la maximización del bienestar familiar».

Con una caída de los nacimientos del 25% en una década y un progresivo envejecimiento, la sociedad alicantina está en declive. El profesor de Análisis Económico Aplicado de la UA, Carlos Gómez Gil, opina que la provincia vive un drama demográfico, por lo que supone de pérdida de economía y de capacidad de trabajo, así como de energía, creatividad y dinamismo de cara al futuro.

«Los jóvenes son una fuerza de trabajo muy valiosa. Su déficit está dañando el crecimiento. de la economía alicantina, que les necesita. Son valiosos por su capacidad para generar capital social porque trabajan, producen y consumen. Y no vamos a negar la importancia de sus aportaciones fiscales y a la Seguridad Social, a las arcas públicas vía impuestos y su contribución al mantenimiento de las pensiones. Si la población envejece, hacen falta más trabajadores para hacer frente a las pensiones, y si no hay jóvenes se pierde capacidad económica y población con formación cualificada».

Universitarios

Entre las provincias más pobladas, solo Vizcaya y A Coruña tienen menos jóvenes que Alicante. Le superan Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga, Murcia y Cádiz. Y eso que las Universidades de Alicante y de Elche consiguen que muchos jóvenes se mantengan en su territorio hasta que llega la hora de la inserción laboral. Entonces se produce una fuga en busca de oportunidades acordes a sus capacidades que las administraciones no atajan.

«Mantenemos la población joven hasta que se forma y se va», afirma Julián González, presidente del Consejo de la Juventud de Alicante. Y hay más trabas: «Esto es consecuencia de los movimientos sociales. Se tarda más en tener hijos por la situación laboral, social y económica, se reduce el numero de hijos y con ello la población joven en camino. Es un problema global, hay que modificar las estructuras a nivel laboral, educativo y social, y cambiar la filosofía laboral».

Tampoco ayuda que los contratos para los que tienen menos edad no se puedan equiparar en condiciones laborales, económicas y de estabilidad a los que tienen los mayores de 35 años, «limitando el desarrollo de la persona. A nivel de legislación laboral, los gobiernos tampoco ayudan a los jóvenes».