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Barcala se sirve de la tránsfuga para bloquear el cambio de la propiedad de Santa Faz

El Gobierno local logra disolver la comisión que estudiaba la reversión del monasterio y de otros bienes de la Iglesia

Barcala se sirve de la tránsfuga para bloquear el cambio de la propiedad de Santa Faz

De nuevo, el alcalde de Alicante, Luis Barcala (PP), se impuso al bloque de izquierdas del Ayuntamiento gracias a la necesaria colaboración de la tránsfuga Nerea Belmonte, la concejala ex de Guanyar que propició el cambio de color al frente de la Alcaldía de la ciudad el pasado abril al desmarcarse de sus excompañeros del tripartito.

Esta vez, el voto de Belmonte en el Pleno de Alicante fue determinante para que Barcala consiguiera ayer, tras dos intentos frustrados, paralizar la posible reversión de la propiedad del Monasterio de la Santa Faz y la de otros bienes de la Iglesia, una iniciativa que se puso sobre la mesa a finales del pasado año tras la salida de las monjas Clarisas del convento, al que regresaron, aunque de forma interina, a principios del mes de enero.

Pese a que al estallar la polémica llegó a valorar un cambio de la titularidad, Barcala intentó después bloquear la posible reversión de la propiedad de Santa Faz en el Pleno del mes de noviembre, oponiéndose a una iniciativa promovida por los exsocios del tripartito, y posteriormente en la primera sesión del órgano municipal, donde no logró su objetivo ya que los tránsfugas no pueden participar, por lo que se quedó en minoría. En ninguno de los dos casos lo consiguió, hasta que la tránsfuga entró en escena para salvar, de nuevo, al alcalde.

Así, si en el Pleno de investidura de abril fue un voto en blanco, Belmonte ayer se abstuvo, lo que permitió que el alcalde hiciera uso de su voto de calidad para resolver el empate de 14 votos a favor (popules, Cs y el tránsfuga Fernando Sepulcre, ex de Cs) y otros tantos en contra (PSOE, Guanyar y Compromís). Al final, el Gobierno del PP logró su propósito: el Ayuntamiento no seguirá adelante con los trabajos para estudiar el posible cambio de titularidad del convento de la Santa Faz, enterrando un caso que se abrió tras la polémica surgida por la marcha de las monjas.

El regreso de las Clarisas, de hecho, fue uno de los argumentos más pronuciados ayer para defender que la comisión había perdido su razón de ser, a no ser -otro de los argumentos más repetidos ayer- que la izquierda ambicionara abrir una «causa general» contra todos los bienes de la Iglesia Católica, un fin rechazado por los exsocios del tripartito pese a que figuraba en la moción que permitió crear la comisión surgida, a priori, para debatir la propiedad de Santa Faz.

En este caso, frente a lo que sucedió en el Pleno de noviembre y en la comisión, no fue Barcala quien defendió la postura del PP, sino que el cometido recayó en el concejal de Patrimonio y Hacienda, Carlos Castillo (PP). «La salida de las monjas fue la excusa, su regreso ha dejado la comisión sin argumentos. Ya dijimos entonces que era una causa general contra los bienes de la Iglesia. Nosotros nos oponemos a revertir todos los bienes», señaló Castillo, quien enarboló en su discurso la bandera de la defensa de la Reliquia y del patrimonio: «La Santa Faz no se toca, ni vamos a permitir que se utilice para hacer política sectaria».

En la misma línea se posicionaron los de Ciudadanos, que volvieron a situarse del lado de los populares: «No queremos usar la Santa Faz para emprender cruzadas ideológicas. El discurso de ustedes [por la izquierda] llega tarde, han tenido tres años para hacerlo [en alusión al periodo de gobierno del tripartito y del PSOE en solitario]», señaló la portavoz de la formación naranja, Yaneth Giraldo. Tanto el PP como Ciudadanos mantuvieron ayer su rechazo a la comisión sobre San Faz, una posición a la que se sumó el tránsfuga Fernando Sepulcre, que en el pleno de noviembre optó por la abstención.

Sin explicación

Como en tierra de nadie, en una medida abstención, se situó Belmonte, quien no explicó su cambio de voto: del apoyo en el Pleno de noviembre a la abstención de ayer. La tránsfuga se limitó a ironizar con el futuro de la Concatedral [«¿Qué quieren hacer con San Nicolás, convertirla en una discoteca?»] y lanzar una pregunta que, supuestamente, tendría que haber encontrado respuesta en los trabajos de la comisión [«¿Tienen sospechas de algún bien inmatriculado?»]. Belmonte tampoco argumentó su sentido del voto en el Pleno de noviembre, cuando se posicionó a favor de la comisión, pero tomó la palabra para atacar al portavoz de Guanyar, Miguel Ángel Pavón, su anterior compañero de grupo político antes de ser expulsada por adjudicar a dedo contratos menores a una empresa de su entorno.

Con la abstención de Belmonte y el bloque de la derecha sin fisuras (PP, Ciudadanos y el tránsfuga Fernando Sepulcre), la unidad de los exsocios del tripartito no sirvió para mantener viva una comisión que se había dado dos meses de plazo para que el secretario municipal elaborase un informe sobre la titularidad del monasterio y para que los grupos elaborasen un listado con otras propiedades también supuestamente inmatriculadas por la Iglesia en las que concurran «bienes patrimoniales» con el fin de estudiar también la posible reversión de esas titularidades. Ambas acciones quedan sin validez después de que Barcala hiciera uso de su voto de calidad para deshacer el empate. El tercer intento para ganar el pulso a la izquierda fue el definitivo. El Monasterio de la Santa Faz seguirá en manos de la Iglesia.

De espaldas a Sánchez

El Pleno, en su tramo final, abordó el proyecto de Presupuesto Generales del Estado impulsado por el Gobierno del socialista Pedro Sánchez, que ha dejado un sabor agridulce en una provincia que vería aumentada su consignación, pero que se quedaría lejos de la media por población. El documento sumó el rechazo simbólico del PP (promotor de la declaración institucional en Alicante) y de Cs, junto al de los dos tránsfugas. La izquierda no se mostró unida en este caso: mientras que PSOE y Compromís votaron en contra del texto promovido por el PP, Guanyar optó por la abstención. Con todo, la votación trascendente será en Madrid.

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