Con sandalias de pescador y hábitos azules como el mar ceñidos a la cintura con una maroma roja de barco, los cofrades que acompañaron a la imagen del Cristo «El Morenet» de los Hombres del Mar lo hicieron en un recorrido plagado de público de principio a fin, desde que sus costaleros sortearon la antigua muralla para sacar la imagen de la ermita del Raval Roig, hasta su regreso, de noche, por la pasarela del Postiguet, con el Mediterráneo al fondo. Ese mar por el que llegó a Alicante la talla del Crucificado, de autor desconocido aunque datada en el siglo XVI. La descubrieron unos pescadores en la playa del Postiguet dentro de un baúl tras naufragar un galeón frente a la costa alicantina.

La vuelta por la pasarela cada año atrae a más público por lo complicado de las maniobras de los costaleros. Ese espacio y las escalinatas de la muralla por las que tienen que subir condicionan tanto la procesión que el trono no es de madera sino de tela.

El Crucificado es la imagen de los pescadores del Raval Roig y cada Lunes Santo levanta pasiones entre los alicantinos. Es una hermandad tan marinera que los hachones de la procesión son boyas de las que se utilizan cuando se faena en el mar para señalizar las redes. El capataz del paso, Rafael Torres, es de los pocos pescadores que quedan en el Raval Roig.

Por primera vez, la procesión entró ayer a realizar estación de penitencia al interior de la Concatedral de San Nicolás.