Las Monjas Canónigas Lateranenses de San Agustín, conocidas en Alicante como las Monjas de la Sangre, parecen haber puesto un definitivo punto final a los movimientos que vienen sucediendo en el convento de la Santa Faz en el último año. Este mediodía, las hermanas de la comunidad han cantado y participado, a través de la lectura de una carta dirigida a todos los alicantinos, en su misa de acogida. El obispo de la Diócesis Orihuela-Alicante, Jesús Murgui, ha oficiado la ceremonia y, tal y como hizo con las Clarisas, la comunidad que tuvo que dejar la custodia de la Reliquia después de 500 años hace quince días, les ha dado la bienvenida y les ha agradecido la decisión de cambiar su lugar de residencia.

Hasta ahora, las Canónigas estaban en la calle Monjas 1, en el convento del Monasterio de la Preciosísima Sangre en el centro de Alicante. Pero ahora su lugar de residencia será la Santa Faz y su labor pasa a sumar un punto más: la custodia de la Reliquia. Y es por esto mismo por lo que los fieles les han dado la bienvenida hoy y, entre aplausos, se han girado para agradecerles la dedicación que tendrán a partir de ahora y previsiblemente durante muchos años. El giro de los devotos se ha hecho en dirección al coro, donde las monjas han presenciado y presenciarán las misas desde este momento.

En grupos de dos y colocadas en semicírculo, las doce hermanas han compartido las partituras de las piezas que han cantado durante la eucaristía. En algunas de las obras, una de ellas se ha colocado al frente para actuar como solista. Durante toda la ceremonia han tenido el protagonismo que el obispo Murgui les ha dado en sus intervenciones, aunque no ha sido hasta el final, tras sonar las campanas, cuando todos los fieles les han ofrecido un enorme aplauso y ellas, sonrientes, se han acercado a la reja para devolverles el afecto.

Las nuevas monjas de clausura han leído una carta dirigida a su "amada ciudad de Alicante", en la que han hecho un paso por la relación que ha tenido su comunidad con la Santa Faz en los últimos siglos. Han hecho referencia, entre otros, al episodio ocurrido en 1691 cuando, "ante el peligro inminente por el bombardeo de los franceses, la comunidad de las Canónigas fue acogida por las monjas Clarisas de la Santa Faz" y poco después ambas comunidades huyeron juntas portando la Reliquia.