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Manadas de arruís bajan de la sierra y devoran las cosechas en la provincia

La especie invasora desciende por las carreteras y por los pasos inferiores de la autovía hacia Elda, Monforte, Aspe y las partidas de Alicante, donde entran en los jardines de las casas

Los arruís, típicos de las zonas montañosas del desierto del Sahara.

Manadas de arruís, un tipo de cabra montesa invasora muy robusta, bajan desde la sierra alicantina, donde se han multiplicado en los últimos cuatro años, y devoran las cosechas en la provincia. Los agricultores calculan que por los montes puede haber al menos una docena de clanes de entre 20 y 40 ejemplares, cerca demedio millar de animales que les están causando pérdidas irreparables en sus cultivos y por tanto en su economía. De ahí que reclamen poder cazarlos o de lo contrario que la administración coloque comederos por las sierras alicantinas como hay en Cazorla para los ciervos, corzos y muflones, y en Asturias para los osos.

Los arruís, típicos de las zonas montañosas del desierto del Sahara, llegaron a la provincia desde la sierra de Espuña, en Murcia, donde fueron introducidos hace unas cuatro décadas.

Los ejemplares que se detectaron hace un lustro en diversos puntos de la provincia se han convertido en manadas que se desplazan por los barrancos desde Aitana y la Carrasqueta hacia Xixona y La Torre de les Maçanes. Bajan a beber al pantano de Tibi y a las balsas agrícolas y a comer de sus plantaciones y arbolado. Y cruzan por los pasos que hay debajo de la autovía hacia el Maigmó y Rincón Bello, y de ahí a Agost, Elda, Petrer, Monforte, Aspe, San Vicente y las partidas rurales de Alicante, donde han sido vistas saltando las vallas de casas con jardín y entrando en las parcelas.

Hay manadas que bajan a beber al río Monnegre y se comen las cosechas cercanas en los términos municipales de Xixona y Alicante. Los agricultores afectados estiman pérdidas de hasta el 75% del arbolado y los cultivos. Cuando observan los daños, llaman a los técnicos de la Conselleria de Agricultura, que se desplazan a sus fincas a tomar fotografías de los destrozos y redactan informes.

Voraces, no paran hasta arrancar los sembrados. La legislación sobre el control del arruí ha dado muchas vueltas y ahora se permite la caza con limitaciones. La Conselleria de Agricultura inició en 2014 la redacción de un plan que la catalogaba como especie cinegética por su perjuicio a especies autóctonas como la cabra montesa y a la agricultura, pero una legislación estatal posterior, de 2018, indultaba al arruí y solo permitía su caza en determinadas áreas. El pasado 11 de julio el Diario Oficial de la Generalitat aprobó una orden con medidas de control sobre el arruí para evitar su expansión por su condición de especie invasora que permite su captura en determinadas zonas a cazadores autorizados.

Esta legislación se queda corta, en opinión de los agricultores. «La Conselleria de Agricultura afirma que se dan permisos a la Sociedad de Cazadores, pero ponen trabas: a 150 metros de los bancales no se les puede disparar, a los machos grandes tampoco. Cuando matas a uno, hay que ponerle un precinto en la oreja y llamar al forestal... Son demasiados trámites. Tienen que dar carta blanca para poder matar a los arruís, que se deje libertad para cazarlos», señala José Luis Sirvent Coloma, que se plantea abandonar la actividad agrícola en Navidad si no cambian las cosas.

En su caso, ha perdido más de 400 almendros jóvenes que había plantado en dos puntos de su finca por la voracidad de los arruís, más de 200 olivos y 160 árboles frutales. «Son cuatro años de trabajo perdidos. Se comen también los bancales de verdura, que se pueden cosechar de un año para otro, pero los árboles no crecen tan rápido. El lunes pasado planté cebollas, vine el martes y estaba todo escampado por el bancal». Sirvent Coloma tiene un conocido con una casa en El Moralet al que le saltan una valla de dos metros y le entran en el jardín. Los perjudicados ponen el acento en que doblan los árboles jóvenes y en que se comen los brotes tiernos.

«Un agricultor se quedó en una sola noche sin 1.300 plantas de pimientos. Son unas cabras muy bonitas pero cuando se plantan al lado de un sembrado, no dejan de comer hasta que se sacian», explica Jorge Torres, un agricultor de Monnegre de Arriba (Xixona), que ve con impotencia cómo los arruís acaban con sus acelgas y espinacas, entre otras hortalizas que siembra. «Llegan a Monnegre de en medio y de abajo, en Alicante. No tienen depredadores y son inteligentes. Cruzan por debajo de los pasos de la autovía hacia otros lugares, por unos tubos enormes para que pase el agua. Ellas van por el tubo. Son cabras pero no tontas».

Se trata de una especie con largos flecos de pelo suave en la garganta, pecho y patas delanteras. Son mamíferos que pueden alcanzar una envergadura hasta la cruz de los cuernos de un metro, y pesar más de 140 kilos en el caso de los machos. De color leonado, tienen una notable barba desde la mandíbula inferior hasta el pecho, extendiéndose por las patas delanteras.

Pérdidas

Tres hermanos que tienen una finca próxima a la del anterior agricultor han estimado pérdidas por 24.000 euros a consecuencia de la acción de las cabras salvajes, que ven bajar antes de amanecer por las lomas próximas y con las que se han cruzado en más de una ocasión por las carreteras de acceso. Víctor, Ángel y Vicente Blay afirman que están incontroladas. «La Conselleria de Agricultura y la Sociedad de Cazadores se comprometieron a controlar a los animales, pero ni una parte ni la otra. No hemos percibido ni un solo céntimo por los daños causados a los cultivos ni la Conselleria hace nada por eliminarlas ni controlarlas».

A estos agricultores les han entrado arruís en los bancales, destrozándoles el campo de hortalizas y frutales. «Lo que muerden no sirve, porque su mordisco es venenoso», explican. En un intento de burlar a estos animales, han trasladado a otro punto de su propiedad agraria las hortalizas y parte del arbolado, pero también han tenido que tirarlo porque se lo han comido.

Los agricultores se han unido para presentar escritos ante la Conselleria de Agricultura e incluso ante el Síndic de Greuges pidiendo su amparo ya que peligra su medio de vida. A la administración autonómica le reclaman todos los informes que han hecho sobre los daños causados en los cultivos, del 100% en algunos casos, y que la modalidad de caza se cambie a rececho e incluso batidas porque los medios que se utilizan hasta ahora no surten efecto para espantarlas. En los escritos insisten además en que no es una especie autóctona. Solo han obtenido silencio administrativo.

Desde la Conselleria se limitan a señalar que una orden fija los periodos y normas de caza en las zonas comunes y otras regulaciones en vedados o zona de caza controlada, así como medidas de control y de posible erradicación del arruí (ammotragus lervia).

Así es la especie exótica

El arruí o carnero de berbería es un bóvido de la subfamilia Caprinae nativo de las zonas rocosas del Sáhara y el Magreb, que comienza a abundar en fincas privadas de caza, en donde es más difícil enumerar su presencia. La introducción del arruí comenzó en los años 70 por el Parque Natural de Sierra Espuña, en la región de Murcia, a partir de ejemplares previamente recluidos en los zoos de Casablanca y Frankfurt. La abundancia de comida que han encontrado en el medio natural, la ausencia de depredadores y su alta tasa de natalidad han determinado su rápida expansión en muy poco tiempo.

En la provincia de Alicante, el arruí está arraigado en las sierras más altas de la Marina Baixa, en el área de Xixona, en zonas serranas de Alcoy y Cocentaina, y en la sierra del Cid, población, que según los estudios, proviene de animales huidos de vallados cinegéticos. La especie ha sido incluida en el Catálogo Español de Especies Invasoras.

Se diferencia de la cabra montesa por su capa monocroma, la barba y por tener una cornamenta relativamente más pequeña. Entra en celo en otoño y los partos son en primavera, generalmente de mellizos o tres crías, lo que la convierte en una especie muy prolífica.

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