El río Segura ha vuelto a reclamar lo que es suyo. Y esta vez se ha tomado su tiempo. Seis días después de las primeras lluvias torrenciales y pese al importante descenso del caudal, todavía ayer se extendía el agua por los huertos -causando 167 millones en pérdidas en la agricultura-, instalaciones e infraestructuras antes de su desembocadura entre San Fulgencio y Guardamar que no está funcionando como debiera.

Incluso el tramo de la Nacional 332 entre ambas poblaciones se vio afectado por el desbordamiento de la secular red de riego, aunque la Guardia Civil decidió no cortar el tráfico, que continuó lento mientras el agua ocupaba la vía. Única opción para no dejar incomunicada a media comarca a costa de generar retenciones kilométricas. Ayer 20 carreteras de la comarca se mantenían cerradas al tráfico.

La Unidad Militar de Emergencias (UME) y la Confederación Hidrográfica lograron, por fin, contener y taponar las dos secciones de mota del río que cedieron con esta gran crecida entre Algorfa y Almoradí. Por la tarde, en una tensa reunión de responsables de la administración (Generalitat y Consell) con los alcaldes se supo que aún quedan cuatro en las que se tardará dos días. Dicho encuentro sirvió para que el comisario de Aguas de la CHS, que según regidores llegó una hora tarde a la reunión, por lo que recibió el reproche de la consellera Gabriela Bravo y de la consellera Mireia Mollà, dijera que el peligro no ha acabado. Uno de los regidores más críticos en el encuentro fue el regidor de Guardamar, José Luis Sáez, quien ve desde el domingo cómo el nivel del agua sube en la huerta sin que el agua vaya al mar. Al parecer, el problema reside en los obstáculos que encuentra, algo de lo que éste culpó a la CHS, de forma abierta y ante todos los asistentes. Por este motivo se planteó crear una tercera vía, entre las dos actuales (antiguo y nuevo cauce) para intentar aliviar la salida de agua. Ayer había temor a un efecto rebote; es decir, que el agua y el lodo que arrastra encontrara menos problema en volver a la huerta antes que en salir al mar. Sáez, en declaraciones al periódico, reprochó la dejadez de la CHS y culpó al organismo de cuenca, como hicieron otros regidores, de buena parte de lo que está pasando.

El nerviosismo entre los alcaldes es patente porque además los vecinos están dirigiéndose a ellos para buscar soluciones a sus vidas que siguen con agua por los tobillos cuatro días después de declararse la gota fría mientras nadie se atreve a decir la palabra que todos esperan: habrá ayudas. Y todos saben que uno de los motores de la economía de la comarca, la agricultura, está muy afectada. Los daños se han valorado en 200 millones de euros en la Comunitat, según la Unió de Llauradors. De ellos 167 en 25.000 hectáreas de la huerta tradicional y regadíos del trasvase. La vida de esta comarca se detuvo el pasado jueves. Gestos tan cotidianos como abrir el grifo o ducharse, siguen siendo imposibles. El suministro de agua potable está interrumpido en muchas poblaciones.

Como el agua, se extiende la sensación de que esta nueva riada se ha cebado con los de siempre, con las barriadas periféricas de algunos de los municipios de la comarca. Las más humildes. Donde hubieron de dejarlo todo, ya con el agua a la cintura para no perder también la vida. También, y casi a modo de advertencia, en los nuevos desarrollos urbanísticos aprobados con todos los parabienes durante la época del boom. Benfis Park en Benferri, arrasado por la monstruosa avenida de la rambla de Abanilla que ha causado el mismo daño que el propio Segura. Las nuevas urbanizaciones de Almoradí, que han ampliado su casco urbano a costa de los bancales. O Montepinar, en la ladera norte de la sierra de Orihuela, donde los millones invertidos para reurbanizar y legalizar las viviendas han sido ahora arrastrados y enterrados en lodo. La misma secuencia se repite en cientos de casas fuera de ordenación en la huerta de donde las fuerzas de seguridad tuvieron que rescatar o evacuar miles de personas -en torno a 300 siguen realojadas en albergues improvisados-.

La normalidad tardará semanas en recuperarse. Los daños en infraestructuras son multimillonarios y una persona sigue desaparecida. Todo hasta el que el río vuelva a reclamar sus escrituras.