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Gent de la Terreta: José Pedro García, el mejor gestor no tiene sueldo

Gent de la Terreta: José Pedro García, el mejor gestor no tiene sueldo

Por sus obras los conoceréis. La máxima para discernir entre los buenos y los falsos profetas allanó el camino de la respuesta cuando un amigo que meditaba hace algún tiempo dar el salto a la política local me preguntó a quién buscaría yo como compañía si me diera por embarcarme en semejante viaje. «A José Pedro García», contesté sin vacilar. Y aclaré seguidamente: con el presidente del Montemar no creo que haya conversado más de una docena de veces en toda mi vida, desconozco si discurre por la derecha, si sus planteamientos casan con la izquierda o si transita por el centro, pero su obra la veo a menudo. Y eso, querido amigo, es la prueba del algodón, la que nunca engaña.

José Pedro García accedió a la presidencia del C. A. Montemar en 2009 tras salir victorioso en las elecciones de aquel año. Recogió el mando de un club que discurría tranquilo, ordenado, pero anclado en el tiempo y sin grandes pretensiones. Una década más tarde, Montemar es el club soñado por las generaciones más exigentes, el mejor de la Comunidad Valenciana y uno de los mejores del país. Una entidad del siglo XXII.

Profesional de los números, funcionario de la recaudación ejecutiva, ordenado y metódico, llegó a Alicante a los 14 años procedente de Larache. Fue en su etapa escolar de Maristas donde comenzó a rodearse de los que hoy son sus fieles amigos en la aventura montemarina, entre ellos Paco Senabre, Sergio Torregrosa y su inseparable Vicente Sala, a quien hoy arropa de manera incondicional durante el juicio por el asesinato de su madre.

García ha tenido la habilidad de exprimir eficazmente cada euro generado por la entidad. En once años se han invertido seis millones en las instalaciones de la Albufereta y Padre Esplá, el nivel de endeudamiento es cero y en tesorería descansa otro millón a la espera de nuevas metas. ¿Quién da más? Todo ello sin cobrar por la gestión, de manera altruista, por amor a un club al que ha estado vinculado durante toda su vida, y que bajo su gestión ha conseguido la excelencia. Y lo que es más grandioso todavía: Soporta estoicamente a esos insaciables que encuentran pegas donde el resto de los mortales solo aprecia virtudes. Impagable.

Estamos hablando del dirigente que recibirá un elogio cada vez que sea mencionado cuando deje de estar al frente de la tarea que desempeña en sus ratos libres. Por cierto, sigo sin saber si simpatiza con la derecha, si abraza a la izquierda o si guiña a los del centro. Pero sí tengo claro que si fuera político me ocuparía de tocar a su puerta para convencerlo de que bajara a esa arena y aportara sus maneras a la vida pública. Todos saldríamos ganando.

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