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Silencios y voces

El acusado vuelve a callar en su turno de «última palabra» mientras la víctima «habla» a través de su diario

Caso Sala: Silencios y voces

«Nada, muchas gracias». Miguel López volvió ayer a optar por el silencio. Al igual que hiciera al inicio de la vista donde se le está juzgando por el asesinato de su suegra, cuando se acogió a su derecho a no declarar, anoche renunció también a la última palabra, a la que tienen derecho los encausados al término del juicio, con ese «nada, muchas gracias» apenas audible con el que respondió a la pregunta de la presidenta del tribunal de si quería decir algo. Tres palabras que se suman a la decena que empleó el segundo día del juicio para decir que no estaba de acuerdo con los hechos que se le atribuyen y que no iba a declarar a nadie.

Un silencio, el del sospecho, que contrasta con la voz que María del Carmen Martínez, la víctima, ha tenido en el proceso a través de las hojas manuscritas en las que iba anotando los acontecimientos que jalonaban su vida y la de su familia, en especial desde que la batalla por el control del holding familiar la había roto en pedazos. Momentos amargos y situaciones tristes ante las que la mujer llega a preguntarse, en medio de esa guerra, ¿qué más daño nos pueden hacer?».

Fue Francisco Ruiz Marco, el acusador particular que representa al hijo mayor de la víctima, quien en el inicio de su informe llamó la atención sobre la peculiaridad de un proceso «donde hemos tenido la oportunidad de escuchar a la víctima leyendo cómo tradujo el dolor que le producía la situación». Un diario, concretó el letrado, «que nos otorga la ventaja de conocer de su propia mano la razón por la que la mataron (...) un testimonio veraz que nos dice lo que estaba pasando en su casa, donde había dos bandos con un portavoz que tenía soluciones para todo», concretó en alusión al acusado.

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