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Gent de la Terreta

Asunción Valdés: Periodismo elegante

La alternativa llegó en Alicante, su ciudad, donde el director de INFORMACIÓN, Jesús Prado, le ofrece su primer contrato de trabajo

Asunción Valdés: Periodismo elegante

En 2003 completaba el círculo. La niña que leía en voz alta el periódico a sus amigas en el colegio Teresianas de Alicante, la misma jovencita que se entretenía en su casa de la Rambla dibujando esquemas sobre el desarrollo de la Guerra de los Seis Días por el Sinaí y los Altos del Golán, la inquieta adolescente atraída por los tratados internacionales, decidía ese día imponer un ritmo más pausado a su apasionante carrera anunciando su adiós a la portavocía de la Jefatura del Estado, última parada de una carrera que, antes de asumir la comunicación de la Casa Real, había circulado por las pistas de la radio, la televisión y la prensa escrita rezumando periodismo de alta intensidad.

Asunción - Chonín para su legión de amigos-, hija del abogado sajeño Fernando Valdés Náger y de la farmacéutica y maestra valenciana Asunción Nicolau Senent, tuvo claro desde muy joven a qué iba a dedicar su vida y su esfuerzo.

Así que cuando se despidió de las Teresianas de Vistahermosa para entrar en la Universidad, viajó a Madrid con la mentalidad puesta en licenciarse en Ciencias Políticas y Periodismo.

El destino comenzó a colorear su brillante carrera desde el minuto uno. Creció como becaria en el periódico granadino Patria, donde debutó entrevistando a Antonio Gades, y firmó su primer «scoop» al arrancar a dos médicos granadinos que atendían a Hassan II los detalles del golpe de Estado contra el monarca alauí el 10 de julio de 1971.

La alternativa llegó en Alicante, su ciudad, donde el director de INFORMACIÓN, Jesús Prado, le ofrece su primer contrato de trabajo. Eran los tiempos de esplendor del Gallo Rojo y por allí se luce con entrevistas a artistas de la talla de Raphael y Sara Montiel, completando su breve paso por la prensa local en La Verdad tras aceptar la oferta de José María Perea, delegado de la edición alicantina del diario murciano.

Su pasión por la política internacional y su vocación europeísta le llevan a proseguir su formación en Brujas y Bruselas, desde donde escribe para Triunfo, revista que reunía firmas de talla como Vázquez Montalbán y Haro Tecglen.

Almacena experiencia en Europa, multiplica conocimientos y se le abren dos puertas en Madrid: Radio Nacional de España y el diario El País. Compagina ambos empleos hasta que en enero de 1977 acepta montar la corresponsalía de RNE en Bonn. Decide regresar donde late el continente y en diciembre de 1981 se adentra para escuchar de cerca los latidos. Ocurre con el golpe de Estado del general Jaruzelski en Polonia. Chonín sortea la prohibición y logra colarse, junto a una periodista italiana, en una grieta del Telón de Acero, por la frontera germano-oriental, para relatar in situ la reacción de la ciudadanía polaca en el intento de reprimir los movimientos de cambio iniciados por el sindicato Solidaridad, liderado por Lech Walesa, a quien la alicantina entrevistó en un posterior viaje a Varsovia.

Instalada en el primer vagón de la montaña rusa del periodismo, recibe la llamada de José Luis Balbín, que le ofrece en febrero de 1983 convertirse en la primera mujer en dirigir el Telediario de TVE. La oferta le seduce y regresa a Madrid, pero, unos meses más tarde, presenta su dimisión tras la emisión de una entrevista que escapó a su control con presuntos homicidas, al entender que se había vulnerado el principio de presunción de inocencia. Aquel reportaje, que coincidió con un atentado del GRAPO, se coló sin su supervisión, circunstancia que no utilizó jamás como excusa. Asume su responsabilidad y, pese a los intentos de Balbín para que dejara correr el tiempo y remitiera la tempestad, deja la dirección del Telediario.

Sin embargo, periodistas de peso en TVE no permitieron que se perdiera el caudal periodístico de la alicantina. Fue Ramón Colom el que reaccionó rápidamente para que Chonín volcara su experiencia internacional en el programa «En Portada», donde se trasladó como directora hasta que Europa, de nuevo, le hizo un guiño. Una llamada del profesor Miguel Martínez Cuadrado alertando de una vacante como titular del Parlamento Europeo en Madrid encendió su foco europeísta para probar suerte en un concurso-oposición entre 400 aspirantes. Y ¡voilá!: consiguió el puesto.

Su etapa en ese lugar, no obstante, fue efímera. Le dio tiempo, eso sí, a colaborar estrechamente con los presidentes Lord Henry Plumb y Enrique Barón, hasta que en 1993 recibe una llamada del diplomático Fernando Almansa para desayunar en el madrileño hotel Palace. En aquel encuentro, Almansa le ofrece el cargo de directora de Comunicación de la Casa de SM el Rey y la alicantina acepta sin titubear.

Al cumplir diez años al frente de la Comunicación de la Casa Real con una brillante y elogiada labor, tras coordinar la cobertura informativa de los Reyes en decenas de viajes de Estado y vivir junto a ellos crueles e inolvidables momentos provocados por el terrorismo, el destino le llevó a reencontrarse con Emiliano Sanz, viudo y con dos hijas, al que conoció cuando llegó a Madrid en su época de estudiante. Ingeniero madrileño, gran conversador, Emiliano es el tipo de persona del que uno desea ser amigo al minuto de conocerlo. El reencuentro, que acabó en boda en la alicantina iglesia de Santa María, llevó a Chonín a cambiar de estación buscando otro ritmo, alejado de la absorbente tarea que exige la Zarzuela.

En ese instante quedó a la vista el ejemplo en el que el noble ejercicio del periodismo se fusiona con la integridad. Fueron varias las editoriales que intentaron tentarla para que escribiera sobre lo vivido, de puertas adentro, en la Casa Real. Todas y cada una de las ofertas obtuvieron un no como respuesta.

Tras esa etapa volcó su experiencia como miembro del Consejo Asesor de Ernst and Young, presidido por Luis Sánchez-Merlo, así como en la gerencia de la Fundación Euroamérica bajo la presidencia de Carlos Solchaga.

En junio de 2011 acepta trabajar como directora general de Relaciones Institucionales de Prensa Ibérica, presidida por Javier Moll, que la anima a escribir artículos.

Hoy, ya jubilada, reparte su tiempo entre Madrid y Alicante (donde desde 2006 tiene una calle a su nombre), conserva sus amistades en Sax -donde pasaba las vacaciones de infancia en «El Huerto del Pino»-, disfruta de sus nietas Aitana y Alicia, asume funciones de embajadora alicantina de ese ejército de amistades cada vez que alguno de sus miembros se acerca a la Terreta y, por supuesto, mantiene su vínculo con el periodismo estampando su firma en columnas de opinión mientras ultima un libro acerca de Carmen de Burgos, la primera periodista profesional de España, de la que Valdés se confiesa admiradora. Posiblemente, la misma admiración que despierta ella, protagonista de una extraordinaria trayectoria que se adorna con la máxima de Kapuscinski: Para ser buen periodista hay que ser buena persona.

No tengan dudas, al hablar de Asunción Valdés, de nuestra Chonín, no solo señalamos a una buena periodista, estamos ante el mejor de los ejemplos.

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