Llamadas a familiares, caras de incertidumbre y mucha tensión. El nerviosismo y la impotencia protagonizaron la jornada de medio día de ayer en el Aeropuerto de Alicante-Elche.

La misma escena se repitió durante horas: los viajeros llegan al panel que anuncia las salidas y no dan crédito al ver en color rojo que su vuelo se ha cancelado. No saben qué está ocurriendo.

En cuestión de minutos cientos de personas se amontonaron en los puntos de información de sus aerolíneas. Se muerden las uñas, hacen llamadas y cunden los nervios.

Joelle trabaja en Bruselas y recorre la planta de facturación de la terminal desorientada junto con dos amigas. Sabe que tiene solución pero está demasiado nerviosa, casi no puede hablar: «En Ryanair nos han dicho que un autobús nos llevará hasta Murcia, desde donde saldrá nuestro avión, pero no sé dónde tengo que ir ahora ni si aún llego a tiempo».

Ana Belén llegó más tarde de las 13.00 horas a la terminal y la encontró cerrada. Un cordón policial le cortó el paso, pero finalmente consiguió entrar. Su vuelo a Asturias se transformó en un viaje de diez horas de autobús: «Nos han dicho que por el incendio que hubo la cubierta se puede caer o desprenderse piezas, entendemos que no quieran que estemos dentro».

A las 13.30 horas partió el primer autobús con alicantinos que trabajan en Dublín y dublinenses que regresan a su país tras las vacaciones. En la cola, el nerviosismo dio paso a la resignación: «Al menos volveremos a casa, pero la compañía debería haber avisando con mucha más antelación, nos hemos asustado mucho», contó Loren, que había pasado sus vacaciones en Torrevieja.

La misma solución emitieron para quienes tenían Düsseldorf como destino. Es el caso de Lorena, una tatuadora alicantina: «Teníamos previsto ir al estudio antes de comenzar mañana nuestro trabajo, pero no será posible. En breve saldrá nuestro bus hasta Valencia, desde donde nos llevarán a Düsseldorf».

Los argelinos salen peor parados

Mientras las colas del resto de compañías se subsanaban y quienes mostraban su disgusto conseguían rebajar los nervios, un centenar de argelinos esperaban sin respuesta.

A Anna, una argelina, le faltan manos para manejar el carro con todo el equipaje, sus dos hijos y el teléfono. Intenta ponerse en contacto con familiares en Barcelona, por si puede coger un vuelo allí: «Llevo dos horas y sólo nos dicen que nos busquemos nuestros propios medios porque no es su problema», contó acongojada e impotente, sin saber muy bien qué hacer.

«Mañana tengo un juicio en Argelia y si no me presento me van a caer dos años de cárcel, ¿qué hago yo ahora», preguntó Najeb desesperado, un joven que llevaba horas esperando en la ventanilla de información de su compañía. El resto de personas se enteran por casualidad de que no habrá vuelos hasta las 13.00 horas de hoy. «¿Hasta mañana no hay vuelos? Nos vamos a ir para intentar llegar a casa de otra forma, nadie nos dice nada», aseguró sorprendida Marina, que acompaña a una pareja de amigos que regresan a Argelia. Farit llevaba tres horas sentado muy tranquilo junto a su hermano, su cuñada y sus hijos. Tampoco sabía que no habría vuelos en 24 horas hasta que fue preguntado por ello. No entienden muy bien el idioma y eso incrementa la tensión: «¿Cómo? Necesito sellar un papel si voy a pasar aquí tantas horas, ¿qué es lo que está pasando?», exclamó Farit, quien trató de buscar una alternativa con su familia.