La ya conocida como «muñeca diabólica» que apareció en el Mar Menor cubierta de gusanos puede pasar el resto de sus días en el Centro de Investigación Marina de Santa Pola (CIMAR), que depende del Ayuntamiento y de la Universidad de Alicante (UA). La persona que la encontró, Isabel Rubio, quiere donarla allí para que se exponga y sirva para divulgar las especies invasoras del Mar Menor y del Mediterráneo.

La historia de la «muñeca diabólica» arrancó el pasado 26 de enero, cuando la catedrática de instituto jubilada Isabel Rubio paseba por la orilla del Mar Menor tras asistir a una manifestación en Los Alcázares tras las inundaciones que sufrió este pueblo murciano. «De repente vi una muñeca que me causó mucha impresión. Tenía las piernas y una de las manos totalmente cubiertas por un gusano, cuando la saqué del agua y la miré de cerca supe que era un anélido serpúlido porque se distinguían perfectamente los tubos que dejan estas especies», cuenta.

No es casualidad que Rubio los identificara tan rápido. Desde que se jubiló en 2011, su pasión ha sido el mar y la fotografía. Tanto que ha creado una web «marmenormarmayor.es» donde vuelca todos sus hallazgos y que la ha convertido en una experta en las especies marinas, tanto autóctonas como invasoras. Por su labor como bióloga aficionada hace años que tiene contacto con el departamento de Ciencias del Mar y Biología Aplicada de la UA, con el que ha colaborado en varias ocasiones.

«Sabía que se trataba de un anélido serpúlido, pero necesitaba saber de qué especie se trataba», explica Rubio. Así, se dirigió al citado departamento para hablar con la profesora Francisca Giménez Casalduero con la muñeca bajo el brazo. Giménez Casalduero y la doctoranda italiana Jessica Sandonnini fueron las encaragadas de estudiar esos pequeños tubos blancos que cubrían al juguete cofiriéndole una imagen siniestra. Al poco, hallaron la especie. Se trataba del Hydroides elegans. La confirmación no resultó muy tranquilizadora por cuanto esta especie concreta además de ser invasora, se encuentra en lugares con una alta contaminación. Es más, las investigadoras calcularon que la muñeca no debía de llevar más de dos meses en el agua por la rapidez con que crece este anélido. Su color es anaranjado cuando está vivo y blanquecino, como el que se encontraba en la muñeca, cuando ha muerto. Lo más probable es que los temporales arrastraran a la «muñeca diabólica» hasta la orilla. Pero en el Mar Menor ya sabían de su existiencia. De hecho, está causando un daño enorme a los cascos de las embarcaciones, donde se pega y se expande el Hydroides elegans.

La muñeca volvió a Murcia con la persona que la encontró tras pasar más de un mes en el departamento de Ciencias del Mar y Biología Aplicada de la UA, pero Rubio quiere que se quede como un símbolo de la situación del Mar Menor en el CIMAR. «Es un centro en el que se divulga la vida marina y veo apropiado que la muñeca se quede allí», señala. Mientras, Isabel Rubio seguirá mirando al mar para estudiar junto con los investigadores de la UA todo lo que encuentre colaborando así al mejor conocimiento de nuestro ecosistema marino.