Hay una vieja historia, que se transmite de generación en generación de periodistas, que viene a decir que si un día toda la plantilla de un periódico se pusiera de acuerdo y no fuera a trabajar, al día siguiente el ejemplar estaría en los quioscos. Sin falta. La historia, para los neófitos en las trincheras periodísticas, busca poner el foco en la brutal inercia que una redacción genera con su trabajo. Con su día a día. Así ha sucedido en los 79 años de historia de INFORMACIÓN.

Esa dinámica inherente al diario, junto al esfuerzo máximo de la plantilla, ha permitido que el periódico siga saliendo en días más que extraordinarios, en pleno estado de alarma por la pandemia de coronavirus. Ni el confinamiento ha supuesto un muro tan infranqueable como para que el diario no esté cada mañana en el quiosco (la venta de prensa sigue permitida al considerarse un bien básico) ni tampoco para que la edición digital no se actualice, si cabe, con más contenido que nunca. Al revés.

Toda la Redacción, salvo un retén mínimo dividido en dos grupos que trabajaban desde la sede en Doctor Rico en diferentes horarios y no coincidían nunca físicamente, estaba ya en casa desde que se inició el confinamiento. Pero desde el miércoles pasado, tras un ensayo general el fin de semana anterior, toda la plantilla de INFORMACIÓN sin excepciones tuvo que irse a casa. En la Redacción central de Alicante, en la de Elche y en nuestras delegaciones de Benidorm, Elda, Alcoy, Orihuela y Torrevieja de repente, se ha hecho el silencio. Ya no se habla de sanidad, educación, infraestructuras o fiestas, tampoco de la vida municipal, de juicios, ni sucesos, política, cultura o deportes.

De todo eso, y de más, se sigue hablando y sobre todo escribiendo, pero ahora en la distancia, con la inestimable colaboración de la tecnología que permite mantener conectada a la Redacción desde la Vega Baja a la Marina, desde l'Alacantí al Vinalopó y l'Alcoià y El Comtat. Cada periodista, desde casa, en condiciones particulares que se agudizan en tiempos de confinamiento. Desde padres de niños pequeños hasta hijos con padres mayores, pasando por el resto de historias, todos ellos implicados al máximo para que INFORMACIÓN siga siendo testigo de lo que sucede en la provincia, con todos los ojos puestos en la evolución de una crisis sanitaria que ha removido los cimientos de la sociedad. Así lo explica el subdirector Fernando Ramón: «Para hacer un periódico desde fuera de la Redacción se necesita muchísimo esfuerzo e implicación de la plantilla. Así, hemos conseguido salir sin cambios, con versión impresa y digital. El lector está igual o más informado».

Está siendo así, también, por el trabajo previo del departamento de Sistemas, que dejó todo a punto para que más de un centenar de personas esté hoy teletrabajando, y haciéndolo en las condiciones más similares a Doctor Rico o a cualquiera de las cinco delegaciones en la provincia. «Empezamos a trabajar con previsión, porque se veía venir que podía pasar algo así. Ahora tenemos a unas 115 personas en casa, la mayoría trabajando con dispositivos propios, conectados por red segura a sus equipos de la Redacción», prosigue Daniel Compaño, director de Estrategia Digital, quien admite la dificultad de un escenario inexplorado: «Son días tensos, nada puede fallar. Hemos demostrado que, con un gran esfuerzo colectivo, se puede».

Dinámicas

Ese esfuerzo también lo pone en valor Juan Antonio Giménez, coordinador multiplataforma de INFORMACIÓN: «Los redactores están más volcados que nunca en la edición digital. Nosotros coordinamos las noticias que se generan, y lo hacemos sin vernos las caras, comunicándonos por un grupo de WhatsApp en el que está toda la plantilla», añade Giménez, quien subraya que el esfuerzo tiene su acogida entre los lectores: «Hemos batido nuestro récord histórico de usuarios, al que llegamos con la DANA de la Vega Baja. Si la media diaria de lectores en la edición digital es de 300.000, este mes ya estamos en unos 470.000, y hemos pasado de unas 600.000 páginas vistas al día a 1,5 millones. Hay mucho interés en estar más informado que nunca».

La jornada empieza con la misma dinámica de siempre, aunque para el «staff» del periódico también en un escenario nuevo. Se reúnen a primera hora, pero a través de una videoconferencia en la que se plantean los temas previstos para ese día, que previamente los redactores han registrado en una plataforma interna. Luego, la actualidad acaba por ajustar esos temas. Una vorágine en la que transitan los periodistas desde casa, sin poder obviar esas circunstancias personales. Lo explica la redactora de Sanidad, Pino Alberola: «Me paso el día al teléfono, atendiendo continuas llamadas por todo lo que se genera en torno al coronavirus, yendo más allá de la escasa información sobre la pandemia que están dando canales oficiales como la Conselleria de Sanidad, pero también me toca atender a mi hija, de cinco años, que reclama mi atención. Mi marido trabaja en una empresa de alimentación». Su situación no es única, todo lo contrario. En un escenario similar trabaja confinada Beatriz Rico, de Política: «Llevo dos semanas sin salir de casa con dos niños de tres años. Hablo con diputados o alcaldes mientras mis hijos piden mi atención. Es complicado, hay que aprovechar la hora de la comida, la siesta y la merienda para avanzar».

Con hijos, pero más crecidos, conviven redactores como Juan Carlos Pérez Gil, delegado en Elda, al que no le basta con tener tres ordenadores en casa, ya que los tienen que compartir entre sus tres hijos (de entre 9 y 17 años, y con clases «on line»), su mujer (profesora) y él, que sigue contando lo que pasa a pie de calle. «Todo es muy complicado, pero ahora es cuando te sientes más orgulloso de ser periodista. El ciudadano quiere saber, pero la verdad, y ése es nuestro trabajo. Echo más horas que nunca, pero es el momento de estar y de relatar cuanto acontece en el día a día de esta crisis sanitaria que va a marcar el resto de nuestras vidas. Esto es historia, lo veremos más adelante», afirma, mientras no olvida el objetivo que le mueve a diario: «Ser útil a la gente».

Situación análoga se vive en el piso del redactor de Sucesos, Pedro Cerrada, al que le toca compartir portátil con su hijo, de 14 años, que también sigue clases «on line». Él, como el resto de sus compañeros, admite que echa en falta la dinámica de la Redacción y pisar la calle durante horas. En estos días de confinamiento, el trabajo sólo le ha obligado a salir en una ocasión, para seguir «in situ» uno de los muchos controles que está realizando la Policía para multar a los que se saltan las restricciones, que siguen siendo demasiados. «En estas circunstancias, sin poder salir a la calle salvo para lo preciso, se nota la experiencia, los años consiguiendo fuentes fiables», defiende un redactor que en sus treinta años de ejercicio de la profesión nunca imaginó vivir una situación tan excepcional. Ni él ni nadie. Y menos hacerlo desde primera línea, comprometidos con la verdad, con contar todo lo que pasa.

Tampoco se lo planteó Rafa Arjones, uno de los miembros de la plantilla que más recorre las calles estos días. No le queda otra. Su trabajo, como jefe de Fotografía, es captar momentos. Y lo hace a diario en una ciudad nueva para él, y eso que lleva tres décadas tras el objetivo de su cámara: «He descubierto otra Alicante. Se entremezclan sensaciones, es interesante ver nuevas imágenes, pero a su vez es triste por la situación».

La extrañeza es compartida, no pertenece a ningún «yo», es común. Así lo admite Andrea Vicente, de Benidorm: «Jamás pensé, siendo periodista en una capital turística, que informaría sobre el cierre de toda la planta hotelera. Es insólito». O José Emilio Munera, jefe de Deportes: «Hemos vivido atentados, inundaciones, pero ahora luchamos contra un enemigo invisible. En estos momentos, sin competiciones, los héroes del deporte son simples ciudadanos». Y en este estado de alarma, mientras el deporte ha dado un paso atrás, la cultura se ha hecho fuerte, y eso que no hay exposiciones, ni representaciones ni conciertos. O al menos en su formato más habitual. Cristina Martínez, redactora de Cultura, espera que pronto se pase de hablar de la muerte a hablar de la vida. Que se abran teatros, salas de cine y pabellones. Que dejemos atrás el drama. Y ahí también estará INFORMACIÓN para contárselo.