Drama en el barrio de La Florida. La familia Jover Moreno pide a gritos un techo donde poder vivir. A día de hoy, en plena pandemia del coronavirus, los cuatro integrantes no tienen lugar en el que refugiarse. La familia cuenta que ayer por la mañana fue desalojada de una casa vacía que habían ocupado el pasado jueves en la plaza de La Viña y hoy han podido despertarse entre cuatro paredes gracias a la amabilidad de José Damián, un vecino de la calle Cefeo que les ha abierto las puertas de su casa de manera provisional.
Antes de ocupar la casa de la plaza de La Viña, la familia explica que ha pasado los últimos días bajo el Puente Rojo y en algún banco. Hasta que pudieron, estuvieron repartidos en casas de conocidos y así se lo hicieron saber a los servicios sociales. «Hemos ido esquivando a la Policía durante la cuarentena porque no tenemos donde vivir», apunta el padre, Francisco Javier.
El problema se agudiza porque uno de los hijos, el que es menor de edad, tiene una discapacidad del 38%. «Tienen miedo al contagio porque dicen que es un factor de riesgo», explica José Damián, el vecino que les salvó ayer de dormir al raso y que se ha convertido de manera accidental en el portavoz de la familia. «Solo pedimos una vivienda, nada más, para estar la familia y que mi hijo no se contagie», clama entre sollozos el padre.
Hace un mes los Jover Moreno acudieron al pabellón de Florida-Babel, habilitado como refugio de los sintecho, pero no encontraron cama porque el recinto se desbordó ante la masiva afluencia de ciudadanos en apuros de toda la provincia. Así, con una mano delante y otra detrás, emprendieron su largo peregrinaje por el tercer mundo que existe en la ciudad; invisible para quien no lo quiere ver, demasiado real para quien lo sufre.
El Ayuntamiento recibió ayer la llamada de auxilio de esta familia y comenzó a cotejar datos. El consistorio asegura que tienen un expediente abierto y que están trabajando para encontrarles una vivienda social lo antes posible. No obstante, asegura que cuando el trabajador social les atendió, la familia explicó que estaban acogidos en casas de amigos y conocidos.
Ahora, con el cambio brusco de escenario, la necesidad se convierte en una auténtica urgencia. El vecino que les ha acogido recalca la excepcionalidad porque en su casa «no caben». Además, revela que la situación de Francisco Javier, el padre de familia, no es la mejor. «Esta mañana he tenido que llamar a un médico porque estaba agarrado al pecho, con mucho dolor y una ansiedad tremenda», relataba ayer.
Ayuda económica
Por el momento, la familia, en la que ninguno de sus integrantes trabaja, ha estado sobreviviendo gracias a la Cruz Roja, que les ha ido aportando algo de comida. Ahora aseguran que han cobrado por primera vez una ayuda de 400 euros y que quieren pagar el alquiler de una vivienda social.
Por otra parte, el Ayuntamiento descartó ayer que el desalojo que denunció ayer la familia fuera un desahucio, ya que estos están parados administrativamente hasta dentro de seis meses. La familia sostenía que ayer por la mañana un par de agentes de la policía secreta, junto con una mujer, procedieron a desalojarles bajo amenaza de detención. Sin embargo, a lo largo de la tarde matizaron sus palabras y reconocieron que pudieron ser vecinos y no agentes.
«Sea como sea, los dejaron tirados como perros en la calle», lamenta José Damián, el vecino que les acogió. «En cuanto alguien les ha tocado la puerta, pues se han ido, no están acostumbrados a ocupar casas».
Ahora, en plena crisis por el coronavirus, otra pandemia campa a sus anchas, la de la pobreza, la de la falta de recursos. Ahora, la familia Jover Moreno espera una llamada que les devuelva la dignidad.
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