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Enrique Perdiguero: «La Atención Primaria sólo recibe el 14% del gasto sanitario y es donde va a estar la lucha ahora»

Enrique Perdiguero dirige en la UMH el Instituto Interuniversitario López Piñero, que ha organizado un ciclo de conferencias online sobre el covid-19

El director del Instituto Interuniversitario López Piñero en la UMH, Enrique Perdiguero. MATÍAS SEGARRA

En el Instituto Interuniversitario López Piñero, que dirige en la UMH, desarrollan un ciclo online con expertos sobre el covid-19. La primera sesión versó sobre las lecciones de una covid-19pandemia

Participaron los catedráticos de la UMH Ildefonso Hernández y de la Universidad de València Josep Lluis Barona y fue muy interesante. Nos hemos visto abocados a una situación que no se ha visto venir y que ha tensionado el sistema sanitario. Lo que se necesita ahora es fortalecer el papel de la salud pública, de los que pueden conseguir que se conozcan y aíslen los nuevos casos para que se pueda controlar la pandemia.

«Lo deseable sería reorganizar el sistema sanitario, pero no sé si sería posible. Hace falta voluntad política»

¿Ese es el punto débil del sistema?

La situación actual de debilidad de la salud pública viene de la evolución de un sistema sanitario como el español que, más allá de los recortes, se fue conformando desde la segunda mitad del siglo veinte. Tuvimos tarde seguros sociales de salud, en 1944 los puso en marcha el franquismo. Y fue un sistema que se fue conformando a partir de una medicina general de baja calidad, de un sistema que iba creciendo y de un divorcio entre la curación de la enfermedad y la prevención de la misma. El resultado es que tenemos un sistema muy centrado en el hospital y los especialistas y una baja valoración de la medicina de familia y comunitaria, aunque casi todo lo que se puede hacer una vez que ha pasado el estrés de las UCI lo va a tener que hacer la atención primaria.

Y la Atención Primaria

Es una especialidad poco dotada. El 60% del gasto público en el sistema sanitario se lo llevan los hospitales y las especialidades, el 14% la atención primaria y un 3-4% salud pública, aunque a servicios de salud pública en concreto sólo llega el 1%. Hemos afrontado el problema y, con todas las dificultades que ha habido, el sistema sanitario ha podido aguantar, ser flexible, aumentar camas de UCI y reconvertir personal, pero claro es el sistema más dotado. Ahora cuando escuchamos hablar de contratar a rastreadores y de apoyar la atención primaria, vemos que es una parte del sistema que está mal dotada.

«Estamos acostumbrados a que la ciencia ofrezca certezas, pero en este caso la ciencia seria sólo puede afirmar que hay más incertidumbre»

¿Habría entonces que reorganizar el sistema sanitario a raíz de la pandemia?

Eso sería lo deseable, pero no sé si lo posible. Haría falta lo primero decisión y voluntad política, pero aún con eso tampoco es sencillo porque no podemos olvidar las propias sinergias de los sistemas. A lo largo de décadas se van generando culturas de organización que no son fáciles de desmontar. De hecho, lo menos fácil de desmontar es la propia percepción de la sociedad de lo que es o no eficaz. Existe un claro reconocimiento de que las vidas se estaban salvando en las UCI y así es. La población lo ha agradecido y también ha reconocido el riesgo que han corrido los sanitarios al estar muy poco protegidos. Pero para haber evitado lo que ha ocurrido y que vuelva a ocurrir el dinero tiene que estar en otro sitio. Sin embargo, la población tiene claro que la eficacia viene de sus hospitales. Tienen claro que si vas a urgencias del hospital saldrás con pruebas hechas, diagnóstico y tratamiento, pero si entras por atención primaria tardas meses en conseguir lo mismo. Y yo veo en clase que nadie quiere ser médico de familia, cuando ahí es donde vamos a tener la lucha a partir de ahora. Es un buen momento para cambiar radicalmente, pero es difícil.

Pero sí que se podría reforzar la atención primaria ahora.

Es que no es sólo reforzar. Ildefonso Hernández decía que con los epidemiólogos que hay contratados hoy en la Comunidad Valenciana la capacidad de seguimiento de casos es mínima. Supone estudiar cada caso, seguir todos sus contactos, aislarlos, es decir, requiere tiempo y gente que no tenemos. Se pueden reforzar, pero habrá que tener también sistemas de preparación y respuesta que están infradotados en todos los países y aquí más. De donde se ha ido quitando dinero es precisamente de ahí, tras ponerse en marcha a partir del SARS de 2003. Ese primer toque de alarma puso en marcha sistemas para estar preparados y responder a una pandemia, pero como al final se limitó el SARS y tampoco fueron pandemia el MERS, la gripe aviar ni la porcina los sistemas se han ido desmontando y nos ha cogido sin capacidad de respuesta.

«Los expertos saben de lo que les toca saber, pero no de cómo van a afectar las medidas a la economía»

Pese a que expertos alertaban, según ha trascendido ahora, de que podía llegar otra pandemia.

Sí, hay datos para saber que era probable, pero claro no es tan sencillo cuando la amenaza no está cerca. Han pesado mucho los fiascos de pasadas alertas con las compras de antivirales y demás que después no sirvieron para nada porque no se produjo una pandemia, que derivaron en acusaciones de connivencia entre la OMS y la industria farmacéutica y eso ha pesado en los países occidentales. ¿En qué medida las políticas tienen que estar informadas por la evidencia científica? Los científicos más sensatos y los políticos más sensatos indican que las evidencias científicas, en este caso pocas porque estamos ante un virus desconocido, han de ser parte de lo que se tiene en consideración para tomar decisiones frente a una emergencia sanitaria, pero no todo. Los expertos saben de lo que les toca saber, pero el científico no puede saber cómo va a afectar a la economía. A la hora de tomar decisiones el experto es uno más de los que pueden ofrecer información.

¿Qué opina de que las mascarillas al principio no se recomendaran y ahora sean obligatorias?

Cuando se recomienda una medida no sólo hay que recomendar su bondad sino también si es factible. Si el Gobierno dice: «los expertos recomiendan utilizar mascarillas, pero no hay». Pues puede ser peor. Quiero ver qué pasa a partir de ahora porque la instrucción es complicada de cumplir. Estamos frente a una situación complicada de la que se sabe poco y las afirmaciones muy cargadas de verdad del tipo ya os avisé, hay que hacer esto o esto otro no ayudan mucho. Hay que ser prudente y humilde en estas circunstancias.

¿Cree que habrá rebrotes?

No lo sé y los que saben tampoco pueden poner la mano en el fuego. Estamos acostumbrados a que la ciencia nos ofrezca certidumbres, se habla de evidencia e incluso de verdad científica. Esto último no existe, la ciencia siempre es provisional, siempre se está reexaminando y creando nuevo conocimiento. En este caso la ciencia seria sólo puede afirmar que hay más incertidumbres que certezas. Eso a la población y a los políticos les descoloca, pero es así. Lo que sí está más claro es que la situación va a durar porque hay muy pocas personas inmunizadas. Es una situación difícil de manejar y lo va a seguir siendo. No es que disculpe los errores que se han producido, pero no es fácil la gestión de algo así para ningún gobierno.

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