El Cabo de la Huerta, paraje natural de la costa alicantina, amanece muchos días con botellas y otros restos que abandonan allí personas que se amparan en su perfil rocoso para reunirse y beber, esquivando a la Policía.
Testigos afirman que los jóvenes acuden allí para evitar las multas por botellón o beber en la calle juntos en estado de alarma por la pandemia, y dejan botellas, cristales, basuras y otros restos junto a las rocas que quedan a la vista cuando acuden por el día a pasear. Quienes van allí a beber no hacen uso de las papeleras de la zona.