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El vino alicantino resiste el desplome del consumo por el cierre hostelero

La reducida capacidad de las bodegas de la provincia, su carácter exportador, las ventas online y su apuesta por el sector de la alimentación permiten a los viticultores afrontar la crisis en situación ventajosa

Bocopa mantiene su actividad con normalidad a pesar de las restricciones del estado de alarma y la crisis económica del coronavirus. ÁXEL ÁLVAREZ

Los vinos de la provincia de Alicante están campeando el temporal del coronavirus mucho mejor que el resto de zonas productoras del país. Las singulares características del sector vitivinícola alicantino le han permitido resistir el desplome de la demanda en la hostelería así como sortear las dificultades para seguir exportando pese al cierre de las fronteras.

El reducido tamaño de las bodegas y cooperativas de la provincia, en comparación con las de Castilla-La Mancha y Extremadura por ejemplo, supone una ventaja importante. Fundamentalmente porque en la mayoría de las cavas alicantinas se dispone de capacidad suficiente para almacenar el vino resultante de la próxima campaña en caso de ralentizarse la comercialización por la pandemia. No se encontrarán por tanto con la necesidad de malvender la uva para elaborar alcohol, o bien dejarla en la viña sin recoger, por la imposibilidad material de acoger miles de millones de litros de una nueva añada sin haberle dado salida antes a la producción de la pasada campaña. Por eso el Gobierno está inmerso actualmente en la elaboración de un decreto, a petición del sector vitivinícola, al objeto de cuantificar el precio y el tope de kilos de cosecha para la «destilación de crisis» y la «vendimia en verde». En el primer caso la uva se destina a elaborar alcohol y en el segundo el Estado subvenciona a quienes tiran al suelo parte de la cosecha para reducir la producción. En cualquier caso no son, a priori, opciones a las que tengan que acogerse necesariamente los agricultores de Alicante. Además, la crisis del vino afectará más a las firmas que exportan a granel, y no es el caso del vino de esta tierra.

La vendimia arrancará en 90 días y, tras las abundantes lluvias de los últimos meses, la cosecha se vislumbra mayor que la de 2019, que alcanzó los 32.098.127 kilos.

Al tratarse de una producción de calidad pero de modestas dimensiones -12 millones de botellas y 27 millones de litros al año- el sector ha podido mitigar la caída de las ventas por las medidas de confinamiento del covid-19.

Consumo de cercanía

El vino alicantino está orientado al consumo de cercanía y a las cadenas de alimentación nacionales y extranjeras. La demanda en bares, restaurantes, salones y hoteles ha tocado fondo desde el 13 de marzo y en la actual fase 1 de desescalada, con la apertura de las terrazas, la recuperación está resultando más simbólica que efectiva.

Pero en los principales supermercados, tanto de España como de Alemania, Estados Unidos y China, las ventas de los caldos alicantinos se han mantenido o, incluso, han experimentado una ligera subida. Un panorama alentador al que se ha sumado la acción-reacción de los bodegueros por potenciar la oferta al cliente con envíos a domicilio, venta online y pedidos por teléfono.

En este ámbito Bocopa es un paradigma. La entidad con sede en Petrer que dirige Gaspar Tomás ha conseguido incrementar un 5% la exportación de sus vinos en Europa durante los dos primeros meses de cierre de fronteras. «En este momento nosotros no vemos dificultades sino oportunidades pero llevamos treinta años buscando nuevos mercados y nuevos canales de venta», explica el director y enólogo de Bodegas Cooperativas de la Provincia de Alicante, entidad que integra a 300 viticultores con mil hectáreas de viñedos. El 40% de su negocio se centra la exportación y el resto en el mercado nacional con una fuerte presencia en restaurantes, salones y bares. Pero con la crisis sanitaria las ventas han crecido en el sector de alimentación. «Pensamos que la recuperación de la demanda en la hostelería se va a alargar en el tiempo por el miedo al contagio. Por eso hemos puesto nuestro foco en esos consumidores que compran nuestros vinos en el supermercado para tomarlos en casa y, de momento, estamos obteniendo buenos resultados», indica Tomás.

Bodegas Volver ha pasado de exportar el 65% de los dos millones de litros de vino anuales que elabora en Pinoso a exportar el 90% como consecuencia de la pandemia. Sus clientes de China y Gran Bretaña han caído pero los de Alemania, Canadá y EE UU han subido. «Nosotros hemos logrado suplir el desplome del mercado nacional con las ventas al exterior, pero orientadas a la alimentación porque la hostelería se ha frenado en seco», indica Rafael Cañizares, responsable de Bodegas Volver.

Por su parte el presidente del Consejo Regulador de la DOP Vinos Alicante confía en que la situación mejore a medida que se recupere la hostelería. «Nuestro futuro está en promover el consumo de cercanía y tenemos vinos de calidad para hacerlo», subraya Antonio Miguel Navarro mostrándose crítico con las ayudas del borrador del Gobierno. «Los precios que nos quieren pagar -advierte- se quedan muy cortos para la Denominación de Origen».

Son tiempos difíciles pero como dicen los bodegueros: «con pan y con vino se anda el camino».

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