Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Zafarrancho en las cocinas contra el covid-19

Restaurantes y empresas de elaboración de comida implantan el uso de mascarilla y pantallas o hacen turnos para que no coincidan demasiados empleados en los fogones

El uso de mascarillas, pantallas protectoras o guantes se ha convertido en una norma en la mayoría de cocinas por el coronavirus. DAVID REVENGA

«Antes nos lavábamos las manos con agua y jabón cuando pasabas de un cocinado a otro, pero ahora eso sólo no basta. El gel hidroalcohólico va que vuela». La pandemia por el nuevo coronavirus y la implantación de medidas sanitarias más minuciosas ha obligado a decenas de bares, restaurantes y empresas de elaboración de comida de la provincia a modificar en buen grado sus antiguas rutinas con un único objetivo: que sus platos, además de sabrosos, sean seguros sanitariamente hablando.

Mascarillas, guantes o pantallas de protección se han convertido en una pieza más del uniforme con los que muchos trabajadores se ponen cada día delante de los fogones. Y es que, a pesar de que la hostelería está realizando una desescalada más lenta que otros sectores debido a las restricciones impuestas en las distintas fases, la mayoría de cocinas que ya operan a pleno rendimiento son conscientes de que se juegan mucho en el camino hacia la «nueva normalidad».

«Antes del covid-19 pasábamos muchos controles y teníamos unos protocolos sanitarios bastante rigurosos, pero ahora hemos incrementado las medidas higiénicas», explica Daniel Pérez, responsable de la empresa Knoweats, con sede en La Nucía y que se encarga de producir comida para repartir a domicilio, uno de los sectores cuya actividad más ha crecido dede que comenzó el confinamiento. «Ha habido que hacer un cambio de chip para todo, incluso para cosas tan simples como guardar el género o firmar un albarán cuando viene un proveedor», mantiene.

En su cocina también han establecido distintos turnos para garantizar el distanciamiento social y, además, para que no coincidan a la vez los diez empleados que se encargan de elaborar los menús que reparten semanalmente: primero entran las tres personas que preparan y cortan los ingredientes que se cocinarán cada día; después, los cuatro encargados de cocinar; y, por último, los que se dedican al envasado y preparación de pedidos. Y, en mitad de todo ello, «desinfección sobre desinfección de la sala: cada vez que se cambia de tarea y, al finalizar la jornada, otra limpieza aún más a fondo», mantiene Pérez.

Los cambios van más allá de las grandes cocinas. Pequeños bares o restaurantes también han tenido que adaptar sus hábitos de trabajo a la nueva situación provocada por el virus SARS-Cov 2. Lourdes Fuster, responsable del restaurante Gambrinus El Jardín, en Benidorm, explica que además de las medidas de protección individuales que también siguen los camareros, como las mascarillas o el lavado de manos continuo, en cocina también se emplean productos específicos de limpieza recomendados por Sanidad, lejías especiales para desinfectar alimentos que se sirven en crudo, como las ensaladas, etc. «Muchas cosas se hacían ya antes, pero ahora vamos un pasito más allá», agrega.

Compartir el artículo

stats