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El coronavirus cambia los códigos del flirteo

El confinamiento dispara el uso de redes y aplicaciones para ligar pero las precauciones sanitarias obligan a posponer o modificar las citas. Los expertos animan a vivir la sexualidad de forma creativa pero responsable

Dos personas observan en las pantallas de sus teléfonos una aplicación de contactos. JOSE NAVARRO

La crisis sanitaria del covid-19 y las precauciones ante el riesgo de contagio han traído nuevas pautas a la hora de relacionarse con otras personas. Los besos, los abrazos e incluso los apretones de manos han tenido que dejar a formas de saludo asociadas a sentimientos de mayor frialdad, como levantar la mano guardando las distancias, o que hasta ahora podían resultar un tanto estrambóticas, como chocar los codos. Y si eso resulta obligado con personas cercanas, más aún con alguien a quien se acaba de conocer.

El coronavirus ha cambiado los códigos de conducta a la hora de ligar, al menos para todo el que quiera seguir las medidas de distancia social fijadas para evitar rebrotes de la enfermedad. Las citas con mascarilla pueden formar parte de esa nueva normalidad que se avecina, en la que el contacto físico es probable que quede más en un segundo plano que hasta la fecha. Y, por consiguiente, también el encuentro sexual.

El confinamiento ha disparado el uso de aplicaciones para conocer a otras personas, encontrar pareja o simplemente flirtear. En la soledad del encierro en casa, la pantalla del móvil o la del ordenador ha sido una compañía con la que sobrellevar mejor la situación o hacer planes para cuando todo mejorase. Y tampoco han faltado quienes se han saltado el confinamiento o han animado a otros a hacerlo para mantener relaciones sexuales, sin ser conscientes del riesgo sanitario y de enfrentarse a sanciones que conllevaba.

Así lo explican varios usuarios de estas aplicaciones, que aseguran haberse sentido agobiados por esto, como Jesús García, de 35 años y de Alicante. «Desde el primer día me indigné; varios chicos me han propuesto quedar al momento, y al responder que tenía claro que no lo iba a hacer, me han dado cera, por decirlo de forma elegante», explica. «Me han llegado a decir que iba a ser el único que no tuviera sexo durante la cuarentena», añade contrariado.

La experiencia es parecida a la de Ana García, de 52 años y de Mutxamel. Entabló contacto con un hombre que «me propuso que me saltara el confinamiento, pero tenía claro que no lo iba a hacer». Añade que se sintió más molesta porque «me insistía para que fuera yo quien se arriesgara a salir de casa». Una vivencia paralela tuvo Jorge, de 23 años y de Alicante: «Una chica me dijo varias veces de ir a su casa, pero me negué; era una irresponsabilidad y, además, si me para la Policía, ¿qué digo, que he salido a echar una canita al aire?», cuenta con ironía.

Ana y Jorge coinciden en que han utilizado más estas redes durante la cuarentena. «Era una forma de matar el aburrimiento algunos ratos», cuenta ella. Jesús también ha notado esa mayor actividad, pero por la interacción que ha recibido. Con la llegada de la fase 1, cuenta que las proposiciones se intensificaron. «Me decían de aprovechar la hora del paseo o la vuelta al trabajo para tener sexo». Algo parecido, también interactuando con otros hombres, cuenta con cierto sarcasmo Javier, de 41 años y de una localidad de l'Alcoià, aunque en su caso «me han entrado más por Instagram que por las aplicaciones para ligar, incluidos algunos que ya tenían pareja; me decían que me fuera a pasear a su casa, ya sabes».

Por su parte, Erica, de 25 años y de un pequeño municipio del interior de la provincia, cuenta que se hizo un perfil «por tener contacto social», pero no le ha importado tener que esperar varias semanas hasta conocer a alguien. La cita ha sido «con un chico con quien tenía videollamadas diarias y que tampoco salía de su casa; da miedo el riesgo de contagiarse». Coincide en esto con Jorge, quien señala que «por muchas ganas de sexo que tenga, no me voy a arriesgar a pillar el virus». En cambio, Jesús se muestra preocupado al ver que «mucha gente anda ahora cachonda perdida, y no es consciente del peligro. Nos hemos acostumbrado al sexo fácil, y me da pena, pienso que eso nos empobrece como sociedad».

Más conversación y sexo virtual

La socióloga y enfermera Alba Navalón corrobora que la crisis sanitaria «ha incrementado el uso de estas redes», y también «ha cambiado por completo la forma de conocer el amor, igual que ha pasado con otras rutinas». De entrada, «al no poder verse, los usuarios estaban más tiempo hablando; las conversaciones han funcionado más como primer lazo», y una vez ha podido haber una cita ha sido «en espacios abiertos y manteniendo distancias». En el sexo, por su parte, ha habido que «redescubrir el placer a solas», teniendo en cuenta además que «el deseo ha ido en aumento» con el paso de las semanas. Sí expresa cierto temor, no obstante, de que «se esté perdiendo el miedo, olvidando que el virus no se ha ido».

La sexóloga Iracy Llinares coincide en que la pandemia puede «replantear cómo vivir la sexualidad», en temas como que el individuo disfrute más del placer consigo mismo o de un sexo más virtual. La situación ha incrementado el «sexting», el envío de fotos o vídeos de contenido erótico a otra persona, al igual que entre parejas consolidadas que han pasado la cuarentena separadas. Y esto «es una herramienta más si se utiliza bien», de forma «saludable, voluntaria y responsable». Por ello, anima a explorar con naturalidad esta y todas las demás vías que satisfagan el deseo y no sean ilícitas ni temerarias. «El contacto se echa en falta y es duro, pero no hay que poner en juego la salud».

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