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Los nuevos vigilantes de la playa

Las cámaras de Inteligencia Artificial se ponen al servicio de los bañistas para evitar contagios de covid-19 mediante el control del aforo y la ocupación

La cámara inteligente instalada en el Hotel Meliá para controlar la playa del Postiguet de Alicante. PILAR CORTÉS

Hay nuevos vigilantes en la playa. La Inteligencia Artificial (IA) comienza a sustituir a la inteligencia humana. Entre otros motivos porque permite conocer el aforo y la ocupación de los bañistas, a tiempo real, para garantizar la seguridad sanitaria en tiempos de coronavirus. Máxime teniendo en cuenta que el espacio estará acotado para favorecer el distanciamiento social y, por tanto, habrá menos superficie de arena libre. Una situación para la que el sistema de visión artificial, en caso de vulneración, envía una alerta a la Policía con la localización exacta.

En este ámbito las ciencias de la computación pueden aportar diferentes herramientas. La más básica es aplicar algoritmos a un patrón basado en un histórico de datos para medir la capacidad de carga en la playa. Sin embargo en la actualidad no se disponen de esos datos, así que los expertos se inclinan por emplear cámaras inteligentes capaces de contabilizar el número de personas, la distancia que hay entre ellas e, incluso, el número de toallas y sombrillas. El uso de drones también puede aportar la misma información pero requiere de un piloto, tienen una autonomía de vuelo limitada, zonas restringidas y el tratamiento de las imágenes ofrece una mayor complejidad en materia de protección de datos. Los teléfonos móviles y determinadas aplicaciones -como las que controlan el tráfico en las ciudades- también pueden ofrecer una valiosa información de cara a conseguir playas seguras. Pero no es un sistema tan fiable y sencillo como el de las cámaras IA de análisis de imagen.

«Todos estos métodos pueden contribuir a conseguir playas seguras frente al covid-19 pero, en este caso concreto, el sentido común puede resultar tan determinante como las cámaras inteligentes», precisa Mario Villar García, director de Inteligencia Turística de la Comunidad Valenciana. «La Inteligencia Artificial se basa estrictamente en datos y algoritmos por lo que los sistemas de detección no discriminan situaciones excepcionales o puntuales como podemos hacer los seres humanos. En tal caso hay que aplicar determinados parámetros para que los sistemas empleados en las playas sean operativos y no envíen señales de alerta a la Policía cada diez minutos», advierte Villar García calificando, por tanto, de «adecuada» la decisión de la Generalitat Valenciana de contratar mil plazas de informador de playa para que los usuarios respeten la normativa sanitaria y accedan con seguridad.

La ingeniera de Telecomunicaciones y experta en Inteligencia Artificial, la alicantina Nuria Oliver, también considera que los vigilantes pueden complementar eficazmente las ventajas de las nuevas tecnologías para supervisar el uso adecuado de las zonas de costa en momentos puntuales. «En cualquier caso el riesgo de contagio en espacios abiertos es mucho menor que en lugares cerrados, así que creo que es ahí donde se debería prestar más atención», apunta.

Imagen y privacidad

Respecto a los problemas de privacidad que puede conllevar la captación de imágenes en espacios de uso público a través del llamado «aprendizaje automático», uno de los fundadores del Instituto de Inteligencia Artificial, Andrés Torrubia, explica que es un asunto que se ha superado mediante el conocido como «aprendizaje profundo». Ello permite que todo el procesamiento de datos se realice en la misma cámara que graba la playa por lo que, además de ganar en rapidez, no almacena ni trasmite ninguna imagen al exterior. Y sobre el sistema dice el experto que está al alcance de las administraciones públicas porque no es ni excesivamente caro de instalar ni complejo en su manejo. De hecho, según puntualiza José Ángel Berná, estas técnicas de inteligencia artificial se conocen desde hace cincuenta años pero no se habían podido aplicar antes porque no existían los superordenadores que existen en la actualidad y que son capaces de procesar millones de datos en apenas segundos. Para el profesor del Departamento de Física, Ingeniería de Sistemas y Teoría de la Señal de la Universidad de Alicante en estos momentos lo más complejo no es aplicar la inteligencia artificial, sino articular su correcta aplicación para superar las trabas administrativas y legales que conlleva el Reglamento de Protección de Datos. Pero la inteligencia artificial tiene un campo ilimitado de aplicaciones y pronto se utilizará también en las playas de Alicante para localizar a bañistas en situación de riesgo, o controlar el aforo de embarcaciones en la isla de Tabarca. Desde el ámbito jurídico se advierte sobre la necesidad de cumplir de forma estricta el Reglamento General de Protección de Datos, que es el marco normativo europeo relativo a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de sus datos personales y a la libre circulación de esta información. En el caso de las cámaras inteligentes no existe ningún problema en este sentido porque las imágenes humanas se distorsionan y trasforman en objetos para reducirlos a simples datos numéricos sobre los que se aplican algoritmos. Unas imágenes que además, según explica Antonio Sánchez Zaplana, responsable de Innovación y Tecnología de Aguas de Alicante, «ni se guardan ni salen de la cámara por lo que no se vulnera la Ley de Protección de Datos», y hay plenas garantías de que se respeta el derecho al honor, a la intimidad personal y a la propia imagen que viene recogido en la CE.

Alicante, pionera

El pasado lunes los bañistas que entran y salen de las cien cuadrículas habilitadas en la arena de la playa del Postiguet han empezado a controlarse con dos cámaras de IA instaladas en el Hotel Meliá. Se trata de un proyecto pionero en España -tal y como este diario adelantó el 3 de junio- que se ha desarrollado mediante un convenio entre Aguas de Alicante y el Patronato de Turismo. «Los datos de ocupación se trasmitirán a la Policía Local y a los ciudadanos -por medio de una APP y de la web del Ayuntamiento- para informar de la zona de la playa que está libre en cada momento», indica Sánchez Zaplana. El sistema controla los aforos y la ocupación cuadrícula por cuadrícula y detecta, de forma inmediata, donde se están superando los parámetros previamente programados en el software. Hay nuevos vigilantes en la playa y el coronavirus los ha puesto de moda.

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