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Neurociencias probará una terapia para ralentizar la pérdida de movilidad de la ELA

El centro mixto del CSIC y la UMH empezará este verano la fase II de un ensayo con cien pacientes

Una investigadora del Instituto de Neurociencias trabaja en el último estudio contra la ELA, enfermedad sobre la que investigan desde hace 20 años. rafa arjones

El Instituto de Neurociencias, centro mixto del CSIC y de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH), va a probar una posible terapia para ralentizar la pérdida de movilidad de los enfermos de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Se trata de la fase II de un ensayo clínico que quiere demostrar la eficacia de inyectar por vía intramuscular células de la médula ósea de los propios pacientes.

El director del instituto, Salvador Martínez, explica que «vamos a intentar iniciar la fase II de este ensayo en julio para empezar a tener pacientes en agosto, aunque podría retrasarse un poco. Tenemos previsto reclutar a 100 pacientes, a la mayoría de los cuales se les inyectaría el tratamiento, y a un grupo reducido placebo para poder demostrar su eficacia».

El ensayo se llevará a cabo en el servicio de Hematología de Terapia Celular del Hospital Virgen de La Arrixaca de Murcia, «referente mundial junto a otro hospital italiano en ELA», añade el investigador.

La ELA es una enfermedad que hoy día no tiene cura y tampoco tratamientos eficaces para combatir sus síntomas. Se trata de una enfermedad degenerativa neuromuscular que va paralizando los miembros de quienes la sufren hasta afectar al aparato respiratorio. Cada año se diagnostican en España 900 nuevos casos, según la Plataforma de Afectados por ELA, y su última cara visible ha sido la del exportero y técnico del F. C. Barcelona, Juan Carlos Unzué, que la semana pasada comunicó que la padece.

Precisamente el domingo se celebró el Día Mundial de esta patología y Martínez, que no quiere ofrecer falsas esperanzas, si transmite que «los investigadores estamos ahí y se están haciendo cosas». De hecho, admite estar «entusiasmado» con el hecho de pasar a la fase II de este ensayo que, si se demuestra su eficacia, mejoraría mucho la calidad de vida de los pacientes. Si da resultados, se retrasaría la pérdida de movilidad en brazos y piernas, puesto que se va a inyectar la terapia en ambos para saber también si unos músculos responden mejor que otros.

Aunque más lentos de lo que la ciencia desearía, los avances contra esta enfermedad continúan. De hecho, Martínez avanzó que si este ensayo, que durará dos años, es positivo, el próximo paso será probar esta inyección en el diafragma para mejorar la función respiratoria de los enfermos. Es más, ya lo están probando en animales. «Por lo que hemos investigado sabemos que el futuro pasa por ahí, pero primero hay que demostrarlo con todas las garantías», señala.

Poner en marcha este ensayo no ha resultado nada fácil para el Instituto de Neurociencias. Es un proyecto muy caro, que asciende a cerca de 500.000 euros. El Instituto de Salud Carlos III lo aprobó y financia el grueso de la investigación, unos 350.000 euros, pero el resto lo han tenido que conseguir mediante campañas de sensibilización para captar fondos de particulares y sobre todo «gracias a la Asociación Stop ELA, creada en València, y que ha conseguido financiar dos aparatos que necesitábamos para llevar a cabo el ensayo».

Durante la fase I de este mismo ensayo, que comenzó hace cuatro años, ya se utilizó la técnica de la inyección intramuscular, pero sólo en partes del músculo y con 20 pacientes. Tras los positivos resultados el ensayo encara ahora la fase II.

El Instituto de Neurociencias lleva 20 años estudiando la ELA, desde que se creó la Cátedra contra esta enfermedad en la UMH con la Fundación Diógenes.

«La ELA es en realidad un conjunto de enfermedades que degeneran en el sistema motor», indica Martínez. Por eso es tan difícil atacar sus causas y dar con una cura. Así, el objetivo es encontrar tratamientos que mejoren sus consecuencias y retrasen todo lo posible la aparición y desarrollo de sus peores síntomas.

«Llevamos muchos años de estudio», recuerda el director del Instituto de Neurociencias. «Entre el año 2000 y 2010 generamos todo el conocimiento pre clínico y los modelos, y en 2010 pusimos en marcha el primer ensayo clínico con células de médula ósea con el que tratamos a 68 pacientes mediante tratamiento interespinal. Este ensayo finalizó hace tres años y pusimos en marcha éste en el que tenemos depositadas muchas esperanzas», resume.

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