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CORONAVIRUS

Los expertos alertan de que el confinamiento sube el riesgo de quemaduras solares

Un estudio de la Academia Española de Dermatología advierte de la falta de preparación de la piel tras el periodo de baja exposición solar

Los dermatólogos aconsejan una exposición gradual al sol y extremar las medidas este verano. matías segarra

Nadie había estado tanto tiempo seguido en casa. Literalmente encerrados, socialmente aislados y físicamente inmovilizados. El desconfinamiento favoreció las salidas en estampida, con el ansia propia del preso liberado, arrasando a pisotones primero el asfalto de las calles cual deportista de toda la vida, más tarde las terrazas de los bares y, ahora, la arena de la playa.

El atracón de sol de los primeros días ha traído consigo las primeras consecuencias. Pese a las habituales recomendaciones, la necesidad de disfrutar de la libertad alargó en demasía jornadas de playa y piscina que acabaron en un aumento considerable de las quemaduras en la piel. Y los expertos en dermatología advierten de las consecuencias de la exposición solar excesiva, más aún cuando «previamente el periodo de confinamiento por la covid-19 ha supuesto una alteración sin precedentes de nuestros mecanismos fisiológicos de adaptación a la exposición solar»., asegura la Academia Española de Dermatología y Venereología, que alerta: «Las medidas de fotoprotección habituales cobran especial importancia ante las circunstancias generadas por la pandemia», cita la dermatóloga Ana Ramírez de Arellano en su investigación.

«La situación de confinamiento ha supuesto un periodo prolongado de baja exposición solar más largo de lo habitual en la mayoría de la población, lo cual ha llevado a una primavera con exposiciones solares similares, o incluso más bajas, que las del período invernal», explica la Dra. Ramírez.

Por ello, «podríamos decir que hemos tenido un invierno más largo, en cuanto a exposición se refiere. Esto lleva a pensar que al disminuir los efectos positivos que produce el impacto naturalmente progresivo del sol en la piel también la respuesta biológica cutánea natural se ha podido ver alterada», señala.

Por fases

Aunque ya queda lejos la primera y muy complicada explicación de las fases del desconfinamiento, los especialistas aluden a ellas para exponer su tesis. «La vuelta a la nueva normalidad fue planeada en fases de desescalada por las autoridades gubernamentales como un proceso gradual, responsable y solidario». Y así debería ser también, según afirma la Academia Española de Dermatología y Venereología, «desde el punto de vista de nuestra piel, pues el riesgo de que se produzcan exposiciones solares directas que resulten en quemaduras es mayor».

La dermatóloga ilicitana Irene Latour, explica que el hecho de que «nos confináramos en invierno-primavera ha provocado que no hayamos contado con la habitual transición entre un índice de radiación UV de 4 al que hemos tenido cuando nos dejaron salir, cuando ya era un índice 7, con picos en verano de más de 10». La coincidencia del encierro con la estación primaveral «hace que este verano nuestra piel esté inusualmente menos preparada para recibir la radicación solar».

En su estudio, la Dra. Ramírez expone que «nuestro sistema pigmentario estaba aún en período invernal, con niveles de melanina bajos para los que son habituales, por lo que la protección solar proporcionada por la melanogénesis progresiva está muy limitada ya que depende directamente del impacto de la radiación ultravioleta en la piel».

El confinamiento «ha frenado esa respuesta gradual de aclimatación lumínica de la piel, lo que la hace más sensible a las irradiancias solares más energéticas y agresivas (UVI)», expone la dermatóloga.

Los valores de irradiancia solar con potencial de provocar quemaduras se ven reflejados en el índice ultravioleta solar (UVI). «El desconfinamiento coincidía con la salida al exterior con temperaturas e índices ultravioletas veraniegos, con picos máximos diarios de 9 a 10,7, donde las personas de fototipos bajos, en menos de 20 minutos ya estarían expuestos a dosis mínimas de producción de eritema, con la consiguiente quemadura solar», apunta Ramírez.

El estudio concluye que «es evidente el riesgo incrementado de quemadura solar en una población con muchas ganas de salir al exterior tras este período de confinamiento, con una piel sin período de adaptación y que ya salió en época de llevar menos ropa y con temperaturas más altas, lo que primero produce la molesta quemadura y más adelante podría repercutir a largo plazo en una mayor incidencia de cáncer de piel».

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