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Las familias turroneras del Mercado Central de Alicante pierden sus negocios

Los vendedores se quedan sin pujar por los tradicionales puestos tras cuatro generaciones. El Ayuntamiento realizó la subasta, afectada por el estado de alarma, a finales de junio

Esteban Candela. PILAR CORTÉS

Las familias de Xixona que llevaban cuatro generaciones vendiendo turrón artesano en dos puestos ante la fachada principal del Mercado Central de Alicante perderán sus negocios, y con ello su medio de vida, al quedarse sin pujar por los quioscos en la subasta que se celebró a finales de junio ya terminado el estado de alarma. Los descendientes de los turroneros que fundaron estos puestos hace casi 100 años en uno de los casos y 80 en el otro se quejan de que el Ayuntamiento no les avisó de la subasta pese a que en los meses anteriores estuvieron en «permanente contacto» con la Concejalía de Ocupación de Vía Pública. El edil Manuel Jiménez, del PP, señaló que Contratación publicó el pliego el 29 de mayo en el perfil del contratante y el 29 de junio acabó el plazo de presentación de ofertas. «Han tenido un mes colgado el pliego. El Ayuntamiento no puede mostrar interés por ninguna empresa ni darle trato de favor a nadie. Eran conscientes porque han hecho concesiones antes», señaló sobre los turroneros, que en cambio se sienten engañados por el gobierno local. Al proceso solo concurrió una empresa, una franquicia heladera y turronera, que, según los todavía concesionarios, pagó cinco veces el canon solicitado, que era de 3.000 euros al año. Esta empresa se quedará con uno de los puestos y el otro se volverá a ofertar a los dos turroneros y a una tercera mercantil. La concesión caduca el 3 de noviembre y la nueva es de 15 años más dos de prórroga.

Noelia Monerris, concesionaria de uno de los puestos, ha puesto el asunto en manos de un abogado. Se siente engañada porque, afirma, a finales del año pasado acudió a Ocupación de Vía Pública a informarse, consciente del fin de la concesión. «Me dijeron que volviera en enero. Me pidieron documentación de que somos turroneros de toda la vida, e iba todos los meses a la Concejalía. En marzo estalló el estado de alarma y nos confinaron. Cuanto que abrí empecé a llamar y fui dos o tres veces al Ayuntamiento, y me dijeron que por el estado de alarma estaba todo paralizado.El 29 de mayo publicaron en internet la puja sin avisarnos a nadie». Viuda, tiene un niño de 6 años y pierde su medio de vida. «Nos van a dejar en la calle. Soy turronera por devoción, es lo que he visto en mi casa y me gusta», señala. Es muy crítica con el escaso apoyo del gobierno municipal al pequeño comercio.

En similar situación se queda Esteban Candela Espí, que lleva el otro quiosco tradicional. Su abuelo ya ponía un tenderete con turrón en el Mercado Central cuando éste se inauguró en 1921. «Pregunté en el Ayuntamiento, fui a Ocupación de Vía Pública, estalló el estado de alarma y no se pudo hacer nada. Nos enteramos de que había salido a licitación sin informarnos, nosotros no nos enteramos pero otra empresa parece que sí». Candela ha pedido al Ayuntamiento que al menos les dejen terminar el año y la campaña del turrón ya que, según el proceso, en noviembre deberán irse.

Un quiosco que costó 4.863 pesetas en 1939

Alberto Monerris, padre de Noelia, regentó el quiosco antes que ella. Conserva los antiguos documentos del medio de vida de esta familia y está muy afectado por lo sucedido. El bisabuelo de la actual vendedora, Sebastián Sirvent Bernabeu, pagó 4.863,50 pesetas por el quiosco de madera de «mobila» de pino en «el año de la victoria», es decir, en 1939. En el caso de Sebastián Candela, vendedor de helado y turrón, sus antepasados ya vendían en el entorno del Mercado Central en el año 1921.

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