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Jorge Rabasa. El hombre sereno

La carrera hacia la jefatura de la Fiscalía de Alicante

Jorge Rabasa. rafa arjones

Llegó a la jefatura de la Fiscalía por una carambola del destino «y porque nadie la quería», precisa como si necesitara dar una justificación que nadie le ha pedido. Quien estaba previsto que se presentara para el cargo se echó al final atrás y, espoleado en gran medida por el que había sido su jefe durante años, y de quien se confiesa devoto absoluto, el exfiscal superior Ricard Cabedo, se lanzó a un escenario en el que no se ha arrepentido de estar, por mucho que a veces se queje por la boca pequeña. Todo lo contrario. Le gusta. Y mucho. Buena prueba de ello es que busca repetir cuando ahora sí hay quien quiere ocupar el puesto, lo que le eximiría de la responsabilidad de seguir en la brecha.

A su favor juegan más de seis años de una gestión que la Inspección no se cansa de elogiar. Loas que para este valenciano alicantino son parte de su leitmotiv. No en vano es el reconocimiento a una laboriosa tarea de organización de una plantilla que supera el centenar de fiscales y más del medio centenar en personal de administración. Una función que compagina con su asistencia a juicios. «No quiero dejar de hacerlo. Me relajan», dice.

Tranquilo, sereno, enemigo de la confrontación y partidario de solventar los conflictos con el diálogo y, a ser posible, sin que de ellos quede rastro por escrito, quienes de él elogian estas cualidades también anotan debes en su cuenta de resultados. Un lado oscuro que fijan en su obsesión, casi como un mantra, por quedar bien con todo el mundo. «Puede decir una cosa y la contraria dependiendo de con quien hable para contentar a todos», concretan.

Alérgico a todo lo que implique tomar partido, muchos de sus colegas valoran tanto su «su facilidad para relacionarse con Madrid» como se lamentan del «poco peso de la Fiscalía pese a ser la cuarta del país». Eso y que «no decida nada sin consultarlo antes arriba, que lo pregunte todo, hasta lo más insignificante».

Padre de una recién incorporada a la carrera fiscal (al igual que Briones, quien también tiene un hijo en el Ministerio Público), este civilista cree que tiene tablas y proyecto para un segundo mandato. Al menos fiscales jefes ha conocido. Durante estos seis años, de Torres-Dulce, que le nombró, hasta la actual, Dolores Delgado, seis. Y ha sobrevivido a todos.

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