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Sin chiringuito en la playa canina

Críticas al abandono de la zona de baño para perros, donde llegó a haber hamacas, sombrillas y un quiosco de comida y bebida

Aunque es muy frecuentada por personas que llevan a bañar al mar a sus perros, la playa canina de Agua Amarga lleva dos veranos consecutivos sin ofrecer servicios. pilar cortés

«Con el coronavirus se han olvidado del todo de esta playa», afirmaba ayer una vecina de Santa Pola que, pese a vivir más cerca de la caleta del Gossets, donde también pueden bañarse los perros, prefiere la playa canina de Agua Amarga para ir con su mascota porque es más espaciosa. Ayer le acompañaba su madre, Gloria Rivero, muy crítica con el abandono que ha encontrado, por segundo verano consecutivo. «Antes había un chiringuito, te podías tomar un aperitivo. Pero todo ha desaparecido, está muy dejado. A ver si el Ayuntamiento de Alicante se pone las pilas». Desde el gobierno bipartito explicaron ayer que el servicio de playa canina se ha sacado a concurso tres veces para 2020, la última en forma de food truck (camión) en lugar de chiringuito, quedando desierto: ninguna empresa lo ha considerado rentable.

La playa canina de Agua Amarga fue inaugurada en el verano de 2016 con numerosos servicios pensados para animales. Había un chiringuito con una carta a medida de los canes, con latas de comida, pizzas para perros, helado a base de frutas y yogurt, y hasta una cerveza especial para las mascotas a base de proteína y ácido láctico. También ofrecía cremas solares, sombrillas y tumbonas para los animales. Sin embargo, en el verano de 2019 el Patronato de Turismo no pudo sacar adelante el contrato tras dos intentos.

El último que se llevó a término, que finalizó tras el verano de 2018, obligaba a poner en funcionamiento un quiosco (que debía tener, entre su oferta, bebidas, fruta, helados y tapas, además de artículos destinados para perros, como bozales, correas, cuencos para beber y toallitas, entre otros), junto a 15 sombrillas y una treintena de tumbonas. El presupuesto de licitación fue de 5.000 euros al año.

Ahora solo hay una cabina de aseo portátil, queda el pipicán, que está desvencijado y con el vallado de madera a punto de derrumbarse y, eso sí, se mantiene el servicio de socorrismo.

Todo lo que ofertaba esta playa canina atraía a personas con mascotas desde otras provincias. Llegó a convertirse en un reclamo turístico de primer orden a nivel nacional. Es el caso de María José López y Pedro Rodríguez, que se desplazan desde Madrid. «Se echa de menos, tenían comida para perros, agua, premios y hasta servicios veterinarios. Si se te olvidaba traerla, sabías que había seguro comida para los perros. Vinimos aquí porque nos dijeron que existía esta playa», recordaron ayer. El gerente del chiringuito llegó a contactar con hoteles cercanos a Agua Amarga para permitir el alojamiento de mascotas.

A pesar de que ya no existe este quiosco ni hay comida ni hamacas para los canes, continúan viniendo a esta playa, además casi a diario, por lo que apelan a una retirada de las numerosas piedras grandes a la entrada del mar, «donde te haces daño». «Si eres mal pensado, es para creer que no arreglan la playa y le quitan los servicios para que no haya playa de perros». También conocen la cala del Gossets, en Santa Pola, donde explican que antes había un vigilante que llevaba un control de las mascotas mediante su chip, y ahora han abierto un chiringuito. «Pero nos gustaba más la de Agua Amarga, enorme y cómoda».

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