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Un corazón comercial sin latido

Históricas calles como Gerona, el Teatro y Gadea acumulan una treintena de locales cerrados, la mayoría desde el confinamiento

Uno de los locales cerrados en la calle del Teatro de Alicante. Rafa Arjones

«La situación es desoladora. No hay día que te levantes y no veas un nuevo local cerrado». Aunque esta reflexión pronunciada esta semana en un local de decoración de la calle del Teatro no se puede entender de manera textual, sí que transmite un sentimiento compartido, una sensación de abatimiento en un sector clave para cualquier ciudad que mira con mucha preocupación su futuro más próximo. Y es que la fotografía actual no lleva al optimismo.

En tres de las calles históricamente más comerciales de la capital alicantina, como son Gerona, el Teatro y Doctor Gadea, se acumula hasta una treintena de locales vacíos. Si se amplía el radio, a la «gran manzana» entre la Rambla, Alfonso el Sabio, Federico Soto/Doctor Gadea y San Fernando, los espacios que esperan arrendatario se disparan hasta más de setenta. Cerrados, sin actividad. Con las luces apagadas. Algunos ya bajaron la persiana antes del confinamiento para siempre, otros no llegaron a levantarla tras el encierro por el covid. Y lo que viene... El futuro no es, para nada, más halagüeño para los locales de la zona considerada hace años el «corazón» del comercio tradicional alicantino. Tras un verano más que atípico, donde el turismo ha caído a niveles inéditos por el coronavirus, los comerciantes admiten que el próximo otoño será más que duro, con cierres en cadena fruto de una crisis sin fecha de salida.

Pasear por Gerona, por ejemplo, evidencia la situación actual del comercio. Hasta tres locales seguidos se pueden ver cerrados. La actividad es secundaria, hay de todo entre los negocios ya sin actividad, incluso establecimientos de la rama de la hostelería. «No es una cuestión de sectores, afecta a todos. Hay locales que siguen abiertos este verano, que me consta que no van a aguantar mucho más. Todos sabemos que septiembre, la llegada del otoño, va a ser clave para el sector, porque el verano ha sido muy malo. En estos meses, nosotros vivimos de un turismo que no ha habido», relata Nieves Correas, desde su tienda de moda en la calle Gerona. A su alrededor, varios locales con candado. La comerciante lamenta la falta de ayudas de la administración para sujetar a un sector clave para la dinamización de las ciudades. «Necesitamos ayudas. Los gastos son siempre los mismos, porque pocos propietarios han bajado los alquileres..., pero los ingresos han caído de manera muy significativa», prosigue la empresaria, quien reconoce que para el sector habrá un «antes y un después» por el coronavirus. Los datos concretos se verán en unas semanas. Pronto.

A escasos metros de su negocio, Pablo Giner atiende a un cliente. Él lo tiene algo más fácil que sus compañeros de la calle Gerona. Su local es propiedad de un familiar, lo que supone un desahogo cada primero de mes. «Hace apenas un par de años había tortas por conseguir un local aquí, incluso venía gente a tu negocio a preguntarte precios... ¡Y ahora ya ves!», apunta el comerciante, quien subraya que los cierren no tienen ningún secreto: «Las ventas han bajado, pero los alquileres se mantienen, los propietarios son reacios a bajar los precios...». Uno de los locales más caros, entre los disponibles en la zona, se sitúa en la esquina entre Gerona y la Rambla: unos 8.500 euros al mes. Hasta hace poco fue una zapatería. Con todo, la media de precios se sitúa entre los 1.000 y los 2.000 euros por locales de entre 70 y 130 metros cuadrados.

Para Giner no sólo el coronavirus es el culpable de la situación que atraviesa al Centro Tradicional, sino también la inacción de los últimos gobierno municipales. «La calle Gerona está muerta. El Centro, en general, está feo, descuidado, es incómodo para pasear... No hay apenas calles peatonales por esta zona comercial», añade el empresario, quien se muestra reticente -por la historia reciente en la ciudad- ante el «proyecto de mandato» del bipartito de peatonalizar el entorno entre la Rambla, Alfonso el Sabio, Soto/Gadea y San Fernando. El tiempo dirá.

De esta falta de atractivo urbanístico también hablan desde Doctor Gadea hasta el mismo Teatro, donde también critican el «abandono» de calles (limpieza incluida) que, de por sí, deberían ofrecer un atractivo al cliente. Es una «pescadilla que se muerde la cola», esgrimen desde el negocio que regenta Teresa Garoña, en el que lamentan una situación que se retroalimenta en esta recta final de la temporada estival: «La falta de clientes lleva a muchos negocios a cerrar por la tarde, por lo que los pocos clientes que vendrían no pasan por esta calle [la del Teatro] porque hay demasiados locales cerrados».

Y así, entre lamentos y optimismo a cuentagotas, encaran la «cuesta» de otoño en calles que hasta no hace tanto eran el «corazón» del comercio tradicional. Calles ahora sin ritmo, sin latido.

Locales disponibles en Maisonnave, donde el sector espera la bajada de más persianas

Locales disponibles en Maisonnave, donde el sector espera la bajada de más persianasNo solamente locales de calles históricamente comerciales como Gerona, el Teatro o Doctor Gadea lucen vacíos en esta recta final del verano, con la persiana bajada a la espera de nuevos inquilinos a los que la crisis atenaza. La situación también se da, aunque a otro ritmo por ahora, en la vía más comercial de Alicante: Maisonnave, donde también ha habido cierres tras el confinamiento. Por el momento, dos locales permanecen sin actividad, uno de ellos apagó la luz con el estado de alarma y así sigue hoy.

El escenario, según fuentes conocedoras del mercado inmobiliario de la ciudad de Alicante, puede empeorar en las próxima semanas, ya que en el sector se espera algún cierre más en una avenida que llegó a convertirse en la sexta vía comercial más cara de España, situándose por detrás de lugares de referencia como Preciados y Serrano (en Madrid) y Puerta del Ángel, Paseo de Gracia y Portaferrissa (en Barcelona). Con todo, según un portal inmobiliario, un local disponible en la zona tiene un coste de 25.000 euros al mes, por una superficie de casi 400 metros cuadrados.

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