La primera línea contra el coronavirus se adelanta desde los hospitales hasta la trinchera de los centros de salud en esta segunda oleada de contagios. Si durante el estado de alarma se afrontó la acometida con el personal encastillado en las grandes infraestructuras, con tasas de hospitalización, ingreso en UCI muy importantes, la tregua del verano ha permitido reabrir la red de centros de salud y consultorios para acercar contagio y diagnóstico y desatascar los hospitales.

Con este enfoque se ganan 200 puntos de detección y seguimiento en la provincia entre centros de salud y consultorios. Desde ellos, los médicos de familia con la ayuda del personal de atención telefónica desarrollan la política de testeo masivo de casos de covid para detectar positivos y brotes y poder aislarlos con rapidez. Así, el número de PCRs que se han realizado en la autonomía desde la reapertura hasta finales de agosto es de 583.580, más de cuatro veces las realizadas durante el estado de alarma. Los tests rápidos se han multiplicado por dos.

La contención desde atención primaria permite que los hospitales -nueve en Alicante- se recuperen. Ahora la tasa de ocupación de las camas covid y las UCI son del 4% y el 5,7% respectivamente en la Comunidad, según el informe de situación Covid-19 del Instituto Carlos III del 27 de agosto. Además, hay equipos de protección para «seis meses», según la Conselleria y se han sumado 400 respiradores de distinta aplicación en estos meses de desescalada.

Saturación

Esta estrategia es funcional a vista de pájaro, pero un zoom en las trincheras muestra que está tensando mucho un sistema primario que no por haber estado en reserva durante la primera oleada -la atención fue esencialmente telefónica- llega fresco a la segunda. «Arrastramos muchos años de masificación y falta de recursos», asegura Germán Schwarz, portavoz de Sindicato Médico en Alicante.

El protocolo anticovid reparte sobre médicos de familia y enfermeras tres labores: atención telefónica, visitas presenciales de pacientes con otras patologías que acumulan varios meses de espera y una importante carga de trabajo burocrático relativo a altas, bajas y renovación de recetas.

El trabajo no es fluido. «Están colapsados el rastreo y la realización de las PCR. Falta personal en primaria, enfermería y médicos. Entre vacaciones y el trabajo que se ha incrementado hay mucho retraso», explica Cecilia Melià, responsable de Sanidad en CSIF Alicante.

Las bolsas de interinos están agotadas, por lo que el verano, con sus rotaciones vacacionales de un tercio de las plantillas, no ha contado con más refuerzo que el que ya se había incorporado durante la fase aguda de la pandemia -unos 6.200 sanitarios en toda la autonomía, según informa la Conselleria, sin añadir más detalles-. Además, los 1.247 rastreadores que según este organismo se han repartido por todo el sistema público no han llegado a todos los centros, como denuncian desde la Sociedad de Medicina Familiar. En aquellos donde sí han contado con algún recién licenciado - también llamados residentes cero (R0)- para trazar los brotes, el personal se prepara para asumir su faena desde septiembre, ya que se incorporarán a una especialidad como internos residentes.

El caos

Los facultativos temen heredar el rastreo mientras cargan con el seguimiento de los resultados de las pruebas que piden para sus pacientes, una tarea que debería durar horas y que se está alargando hasta cinco y diez días. Los departamentos sanitarios de la provincia «tienen grupos de varias enfermeras haciendo tampones todo el día, pero los análisis se centralizan en Alicante y en el laboratorio no hay reactivos ni máquinas suficientes para tener los resultados rápido», explica Melià. «Los resultados llegan con retraso de varios días y mientras tanto tienes un posible caso que tienes que vigilar con llamadas todos los días», añade el delegado de Sindicato Médico.

Como en todos los frentes, hay partes donde se concentra el fuego y otras donde por azar o empeño del personal hay tranquilidad. Fuentes de la Conselleria de Sanidad sostienen que en algunos centros de salud no hay tal sobrecarga. Las actuales puertas de entrada actuales al sistema, las centralitas telefónicas, son las más fáciles de cerrar. Las citadas fuentes aseguran que hay sitios donde se están ignorando muchas llamadas.

El organismo que dirige Ana Barceló mantiene una relación tensa con varias agrupaciones médicas por el mensaje que trasladan a la opinión pública sobre su gestión de la pandemia. Esta desconfianza se extiende a la prensa: la habitual difusión de datos e imágenes se ha reducido de manera muy sensible desde el gabinete de comunicación de la Conselleria. Este diario ha intentado conseguir para este artículo datos provinciales e imágenes de pruebas PCR sin éxito.

El temor en atención primaria es que el virus rompa la línea en unas semanas con la vuelta a los colegios y el camuflaje que le facilitará la gripe. El tránsito de asintomáticos y casos sospechosos a la espera de confirmación por los centros de salud y los hospitales puede terminar contagiando a sanitarios. «No debe pasar lo de la Vila, que por un retraso en una prueba se operó a un positivo y ahora está el personal aislado», remarca Melià.

En enfermería, segundo pilar de la atención primaria, la situación es también frágil, sobre todo a escala de personal. "Llegamos a esta segunda oleada con las bolsas vacías y siguen haciendo falta muchas enfermeras. Somos la segunda comunidad con peor ratio de enfermeras por paciente y ya antes de la pandemia hacían falta 2.300 profesionales", señala Juan José Tirado, presidente del Consejo de Enfermería de la Comunidad Valenciana (CECOVA). Tirado recuerda que "hace años" que el organismo apuesta por adelantar aún más la línea con un nuevo paradigma: trasladar parte de la atención primaria a los hogares, un esquema que a su juicio habría aligerado la carga de los centros de salud y mantenido los contagios aislados desde el principio.

Cuando se deshace el zoom, el catedrático de la UMH y asesor de Salud Pública de Presidencia de la Generalitat Ildefonso Hernández considera que el balance de gestión en la Comunidad es positivo. La razón principal para el experto es que los contagios y las hospitalizaciones son menores que en «autonomías menos pobladas y con mejor financiación».