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Memorias del médico Manero Mollá

Rótulo de la calle Médico Manero Mollá.

En 1930 el Ayuntamiento de Alicante puso el nombre de Médico Manero Mollá a la calle que une el Portal de Elche con la plaza Gabriel Miró, llamada hasta entonces General Bermúdez de Castro.

De Evaristo Manero Mollá se han escrito muchos artículos y libros sobre su obra como médico higienista, pero muy poco acerca de su vida.

Gracias a uno de sus tataranietos, Carlos Zamarriego Muñoz, he tenido la ocasión de leer sus memorias inéditas. Carlos se puso en contacto conmigo por medio de la cuenta de correo que tengo vinculada a mi web y, después de intercambiar varios mensajes, amablemente me hizo llegar la autobiografía de su antepasado. La línea genealógica entre Manero Mollá y Carlos pasa por Evaristo Manero Pineda (hijo del famoso médico), la hija de este Mélida Manero Carratalá (nacida en 1903), el hijo de esta Antonio Muñoz Manero (abuelo de Carlos) y la hija de este Pilar Jesús Muñoz Fernández (madre de Carlos).

Carlos nació en Madrid, es periodista y lleva tres años viviendo en Málaga. Tiene en su poder la autobiografía de su antepasado porque siempre ha pertenecido a la familia, pasando de generación a generación. Debió ser mecanografiada en algún momento de la primera mitad del siglo pasado.

Retrato de Evaristo Manero Mollá.

Evaristo Manero Mollá terminó de escribir sus memorias el 22 de diciembre de 1913, el mismo día en que fue enterrada su esposa. Él tenía entonces 64 años. Falleció dos años y medio después, el 28 de abril de 1916. Un mes antes había muerto su madre. Los restos mortales de Evaristo están enterrados en el Panteón 613 del actual cementerio municipal, adonde fueron trasladados desde el antiguo de San Blas el 19 de marzo de 1944.

Escritas con el estilo lingüístico propio de la gente culta de la época, las memorias resultan muy interesantes para el lector actual no solo por los abundantes datos familiares que proporcionan y las descripciones que presentan del Alicante de finales del siglo XIX y principio del XX, sino porque se trata también de un testimonio en primera persona de hechos históricos tan relevantes como el triunfo de la Revolución de 1868, la proclamación de la Primera República, el bombardeo de Alicante por la flota cantonalista rebelde, la restauración monárquica o la terrible epidemia de fiebre amarilla de 1870 que diezmó a la población alicantina.

Evaristo cuenta que nació en Relleu el domingo 23 de septiembre de 1849. Meses antes había muerto su hermano Juan de Dios. Después tuvo seis hermanos más que murieron también en la infancia, excepto Carmen, que falleció a los 52 años de diabetes, y Elisa, que murió a los 30 de tuberculosis.

Su padre, Casiano Manero Pérez, era un pequeño propietario de fincas que siempre vivió en Relleu. Murió a los 71 años de hemorragia cerebral. Su madre, Rafaela Mollá López, natural de Alicante, fue maestra de la escuela de Relleu durante 35 años y vino a vivir a su ciudad natal tras enviudar.

Con dos años, para el destete, Evaristo fue traído a Alicante, a casa de sus abuelos maternos, en la calle Sagasta (antes y después San Francisco) n.º 7. Eran muy religiosos y habían hecho cierta fortuna gracias al comercio.

Entre los 6 y los 11 años estudió en la escuela de Bernardo Sierra. Obtuvo el título de bachillerato en 6 años porque hubo de repetir un curso por culpa de Faustino Pérez, su profesor de matemáticas.

Sus padres y abuelos querían que hiciese carrera eclesiástica, pero él estaba empachado de religiosidad y eligió Medicina. En septiembre de 1866, con casi 17 años, se fue a Valencia para matricularse en la Universidad.

Las vacaciones del verano de 1867 las pasó con sus padres en Relleu (donde murió su abuelo paterno de litiasis vesical) y en Alicante con sus abuelos maternos.

En el verano de 1869 solo pudo pasar unos días de vacaciones en Alicante porque tuvo que quedarse en Valencia como alumno interno supernumerario de la Facultad. Uno de aquellos días conoció en el paseo de los Mártires a Mélida, de 15 años, que acompañaba a su prima Lola Mollá. Unos días después la volvió a ver en casa de sus abuelos y le declaró su amor en el varillaje de su abanico.

Con detalle explica la violenta sublevación miliciana que se produjo en Valencia en octubre de 1869, durante la cual se reavivaron sus ideales republicanos. Huyó con su amigo y compañero de estudios Pepe Sanchiz en el vapor Ebro a Barcelona, a cuya Universidad trasladaron sus matrículas. Vivieron en Hospital 5. «No hicimos amistades. El trato de los catalanes con los que no son paisanos y que califican de "Castellanots" es difícil».

Pasó las vacaciones del verano de 1870 en Alicante y luego se fue en tren a Madrid, a cuya Universidad había trasladado su matrícula. Allí se reencontró con su amigo Pepe, con quien se hospedó primero en el Mesón de Paredes y luego en Goguera 5. Estaba a punto de concluir la carrera cuando hubo de regresar urgentemente a Alicante. El vapor María había fondeado en la bahía alicantina trayendo a bordo la fiebre amarilla. La epidemia fue declarada enseguida. Enfermaron todos sus parientes que vivían en la casa que había sido de sus abuelos maternos. Fallecieron sus tías Verónica y Cristina y los criados María y Federico; sobrevivieron sus tíos Vicenta y Manuel. También Mélida se infectó, pero se curó.

Se puso a disposición de las autoridades para ejercer de médico pese a no tener aún el título. Se le permitió desempeñar tales funciones en el distrito del Carmen, el más castigado por la epidemia.

En noviembre enfermó de tifus icterodes (fiebre amarilla). Fue atendido en su domicilio de Cid, 5, 2º por Ildefonso Bergez y dos médicos más. Estuvo tan grave que hasta encargaron el féretro y a punto estuvo de ser enterrado sin expirar. Cuando sanó, pasada la Navidad, fue a la carpintería de Alejos, en la calle Méndez Núñez, para pagar los 160 reales que costó el ataúd.

Regresó a Madrid y obtuvo la licenciatura en Medicina y Cirugía el 21 de junio de 1871. Inmediatamente después vino a Alicante, donde le esperaba su novia Mélida, y fue a Relleu para visitar a su familia.

En premio a su comportamiento durante la epidemia, el Ayuntamiento de Alicante le nombró médico forense titular de la Beneficencia Municipal. Ese verano de 1871 marchó a Villafranqueza, donde se había declarado una epidemia de fiebres palúdicas, en apoyo del médico del lugar.

Solicitó ocupar la plaza de médico que había vacante en Valverde del Júcar porque su amigo Pepe Sanchiz estaba destinado en un pueblo vecino, Buenache de Alarcón. Le fue concedida la plaza y, tras renunciar a su puesto en el Ayuntamiento de Alicante, marchó a aquel pueblo conquense.

En agosto de 1872 vino a pasar unos días a Alicante porque el padre de Mélida, José Pineda, estaba agonizante. Murió pocos días después de que volviese a Valverde. Decidió entonces regresar a Alicante definitivamente para casarse.

Contrajo matrimonio con Mélida en la iglesia de San Nicolás el 14 de diciembre de 1872. Vivieron cuatro meses en Argensola 2, 2º, y luego se mudaron a la casa que había sido de sus abuelos maternos (Sagasta, 7).

Ya en 1873, con el apoyo de su amigo Eleuterio Maisonnave, empezó a ejercer de médico higienista municipal.

Poco antes de que la ciudad fuese bombardeada por los barcos cantonalistas en septiembre de 1873, fundó la Cruz Roja de Alicante, de la que fue presidente durante muchos años. Por su labor durante aquellos dramáticos días le fue concedida la Cruz de Beneficencia.

Pese a ser republicano, vio con buenos ojos la restauración monárquica debido al caos que, en su opinión, vivía el país, y eso que con la caída de la República perdió su puesto de médico municipal. Pero abrió su propia consulta, que le bastó «para vivir con una modesta holgura».

Se hizo masón, formando parte de la «gran familia de los hijos de la Viuda», pero «no le encontré la punta a esa internacional asociación».

Con el paso de los años crecieron su reputación como médico y su clientela, especialmente entre «las mejores casas de Alicante, las primeras autoridades, el alto personal de empleados en todos los ramos de administración oficial y la gran mayoría del pueblo burgués y de las gentes jornaleras».

Publicó en varias revistas profesionales. Tres de estos trabajos fueron premiados: «Epidemia de Fiebre Amarilla en Alicante el año 1870», «Topografía Médica de Alicante» y «Las mejoras aguas minero medicinales en el tratamiento de las ginecopatías».

Se le concedieron numerosas condecoraciones y organizó el Colegio Provincial de Médicos de Alicante.

Con Mélida tuvo cinco hijos varones y una niña, que falleció a las pocas horas de nacer. Cuando esto escribía, tenía 10 nietos vivos.

En el post scriptum, además de disculparse por el poco interés que puedan tener sus memorias, escribió: «Esto se ha escrito para que permanezca, claro esinédito y solo sea leído por mis hijos, si acaso alguno de ellos se decide a pasarse un rato de aburrimiento hojeando este manuscrito».

www.gerardomunoz.com

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