Interminables listas de espera para una operación, agendas de los especialistas llenas y médicos de familia desbordados con el seguimiento de los casos covid y sus contactos. La pandemia está poniendo contra las cuerdas a la sanidad pública y los pacientes, hartos de esperar o de llamar en vano a su centro de salud o de especialidades tratando de conseguir una cita, están recurriendo en muchos casos a la sanidad privada.

Así lo constatan clínicas de la provincia de Alicante, que este verano están notando un repunte en el número de consultas por parte de ciudadanos que no tienen seguro médico y que prefieren pagar por una consulta antes que seguir esperando un hueco en las agendas de los médicos de la pública. Aunque la situación es muy desigual según el centro sanitario al que se consulte, y todos prefieren ofrecer sus datos de manera anónima, algunos centros cifran el repunte de consultas durante el último mes entre un 15% y un 20% y lo achacan directamente a la situación que sufre la sanidad pública. Más que intervenciones quirúrgicas se trata de consultas externas, «sobre todo en especialidades como Ginecología, Dermatología o Traumatología», señalan desde una de estas clínicas. También en el servicio de Urgencias se ha notado un aumento en este tipo de pacientes que buscan una alternativa a la sanidad pública.

Y aunque pasar por quirófano sin tener el respaldo de un seguro médico es algo que no todos se pueden permitir, «recibimos muchas llamadas de personas que piden presupuesto para una operación porque llevan meses esperando y ya no aguantan más», según explican desde otro centro privado de la provincia. El perfil del enfermo que finalmente opta por pagar una operación en un centro privado «es el de una persona que no tiene una patología grave y por tanto no es preferente en la pública, pero sufre dolores o molestias que dificultan su día a día».

Con todo, en algunos centros consultados reconocen que este aumento de pacientes que se está dando este verano no compensa los meses que han estado las clínicas prácticamente paralizadas a causa del estado de alarma y la cuarentena. Un tiempo en el que estuvieron bajo el mando de la Conselleria de Sanidad y en el que no pudieron operar de forma programada ni pasar consulta, sólo atender casos de coronavirus, urgencias y a pacientes derivados por los hospitales públicos. Todo manteniendo íntegramente sus plantillas, ya que al ser considerado un sector esencial no podían acogerte a los ERTE. «Todavía estamos arrastrando los efectos de esos meses», señalaba días atrás un responsable de una de estas clínicas. En otros centros de la provincia también se está notando el descenso de visitantes de otros países y las reticencias que todavía tienen muchos enfermos para acudir al médico por temor a contagios.

En cuanto a los seguros médicos, a falta de datos actualizados sobre suscripción de pólizas, el volumen de facturación de las compañías que ofrecen seguros de salud ha crecido en España entre enero y junio un 5%, según datos de la patronal del seguro Unespa.

La demanda de PCR y test, también al alza en la privada

La demora para conseguir que te hagan una PCR en la sanidad pública se ha disparado en el último mes y roza en algunos casos los diez días. Por eso muchas personas que tienen sospecha de padecer la enfermedad no dudan en recurrir a la sanidad privada para poder acelerar el diagnóstico. En estos centros, el resultado suele estar en menos de 24 horas. El precio de las pruebas ronda los 120 euros y sobre todo recurren a ellas empresarios que no se pueden permitir estar una semana esperando una prueba para ellos o sus empleados. También particulares que tienen a una persona de riesgo cerca y piensan que pueden estar contagiados. Actualmente, este tipo de pruebas sólo se pueden hacer en centros que cuenten con laboratorios de microbiología. La venta de estas pruebas no está autorizada en las farmacias.