Son Bienes de Interés Cultural (BIC) desde finales del pasado siglo. Sin embargo, esa catalogación no impide que muchas estén más que olvidadas por sus propietarios, ya sean de titularidad privada o pública. Alguna, como Torre El Ciprés (de 1565), incluso se encuentra en serio peligro de derrumbe, en un lamentable estado de abandono y repleta de basura en su interior. No es la única en mal estado (ya que otras como Torre Ferrer o Conde han sufrido actos vandálicos, como pintadas), pero sí la peor de las que quedan en pie. Dos, en el término municipal de Alicante, cayeron fruto del abandono de las administraciones. De hecho, Torre Rizo ya no fue declarada BIC, porque por entonces, en 1997, llevaba tiempo desaparecida, mientras que de la Torre Tres Olivos, en aquella fecha, ya apenas «quedaba un montón de escombros entre los que se adivinaba algún sillar», según el Consell Valencià de Cultura.

Pese a esa historia, el Catálogo de Protecciones de Alicante, aprobado esta semana tras cinco años de tramitación, pasa de puntillas por las torres, reduciendo incluso la protección que se incluyó en el documento impulsado por el tripartito. Así es la situación que, sobre la mesa, está el compromiso del actual bipartito, a través de la figura del concejal de Urbanismo, Adrián Santos Pérez, de impulsar un plan especial para proteger las torres desde la perspectiva urbanística.

Un proyecto, que debe arrancar en tres meses, pero sin fecha final. Un plan que ya se puso en marcha en Alicante a principios de este siglo, que en 2007 incluso fue inicialmente aprobado por el pleno, pero que finalmente nunca se certificó. «Si se hubiera actuado antes, torres como Rizo o Guixot [Tres Olivos]se habrían salvado del derribo. Por otro lado, si Ciprés o Conde se vienen abajo por el vandalismo o el abandono, como ya son BIC, la culpa no será solo de su propietario sino también del Ayuntamiento por dejación de funciones ya que la Ley de Patrimonio Valenciano le da herramientas para actuar», señalan desde Alicante Vivo, desde donde alertan que «sin un plan de actuación y de subvenciones, no sirve de nada protegerlas, ya que las que son de propiedad familiar son una carga enorme de mantener». También insisten en la necesidad de «iniciar trámites de expropiación por falta abandono», en alusión directa a Torre El Ciprés.

Desde el PSOE ahondan en la necesidad de ese plan especial. «Para poner en valor las Torres de la Huerta deberían tratarse como un conjunto para entender su función. Por ello, debería elaborarse un plan especial de protección de las Torres de la Huerta y, en segundo lugar, se les debería dar un uso común», señala Trini Amorós. Desde Unidas Podemos, la edil Vanessa Romero defiende que «es imprescindible recuperar para las Torres de la Huerta la protección que Guanyar propuso en 2017: una protección integral tanto de las torres como del entorno, para evitar la urbanización en la zona». Por su parte, desde Compromís, Natxo Bellido, sostiene que «las torres necesitan de un plan que las proteja y rehabilite, que permita sus usos tradicionales con el respeto a la historia y arquitectura de la huerta y aleje para siempre la sombra de la especulación urbanística sobre inmuebles protegido».

Víctima de ese urbanismo de hace décadas, Torre Placia está a la espera de ser desmontada, pieza a pieza, para ser trasladada a una parcela situada a apenas medio kilómetro. Por su parte, las obras avanzan en Torre Sarrió, una de las pocas torres de titularidad municipal. Mientras, eso sí, otras lucen, siendo ejemplo para el resto de edificaciones, como Torre Juana, actual sede de un centro tecnológico.