La pandemia acabó con el medio de vida de María Aparecida, que vendía con su carrito croquetas y empanadas al estilo brasileño, preparadas por ella misma, por las zonas de ocio de madrugada. Desde marzo solo ha conseguido dos ayudas, una de 450 euros y otra de 250 euros, y está desesperada porque debe varios meses de alquiler y recibos de agua, luz y gas. «He hecho cursos de manipulación de alimentos, ordenadores, portera de edificio, cuidado de ancianos...hasta de interna de interna me iría, pero no encuentro nada». Tiene un hijo independizado sin ingresos en este momento, aunque este verano tuvo un empleo de socorrista unos días. «La situación en general la veo desesperante», explica la mujer, a la que denegaron la renta de inclusión, «porque decían que cobraba pero no es así. Alegué y no me contestaron. No les importa nada. No sé qué haré si no me dan esta ayuda», afirma.