La pandemia del coronavirus así como las restricciones que conlleva se han vivido y encarado de diferente manera en Europa, sobre todo en lo que respecta a nuestros vecinos del norte.

Así lo afirma Inmaculada Garro, una alicantina que lleva viviendo junto a su familia en Suiza desde hace cuatro años. «Nosotros no podemos decir que hubiera un cambio grande en nuestro estilo de vida, la situación ha sido siempre muy tranquila, hemos llevado una vida normal, sin miedo».

En este país «no existió nunca esa etapa de confinamiento como en España, es más, se recomendaba pasear y hacer deporte, siempre en pequeños grupos para el bien de la salud de la población. Las mascarillas no fueron obligatorias, sí se prohibió el saludo con la mano y se implementó la distancia de seguridad», explica Inma.

Otras de las medidas adoptadas a partir el 13 de marzo, «cuando el país entró en Estado de Alarma» fueron la prohibición de las reuniones de más de 100 personas, la suspensión de las visitas a la residencias de ancianos, el cierre del ocio y de las escuelas, al igual que las fronteras, cerradas en abril. Esta alicantina destaca que «la economía siguió funcionando con normalidad aunque se fomentó el trabajo desde casa».

Cómo se vive en...

De hecho cuenta que «mi marido, que se dedica al sector de la construcción, trabajó con normalidad y yo, que estudio enfermería, lo hice dentro del nuevo marco de medidas higiénicas exigidas para el ámbito de la actividad sanitaria».

A diferencia de España, en Suiza las escuelas habilitaron un espacio, para que los padres con hijos pequeños que debían trabajar, pudieran dejarlos allí. Vuelta a la «nueva normalidad»

Esta situación cambió el 27 de abril, cuando se abrieron tiendas, mientras que en mayo se volvió a la escuela obligatoria, esto último regulado por cada cantón, en su caso el de Zurich.

Allí, las dos primeras semanas se volvió en pequeños grupos para hacerlo después con «total normalidad». Al igual que el ocio, el cual tornó a funcionar de forma escalonada en junio, estableciendo un aforo máximo de 300 personas. Abriendo por último las fronteras el 15 de junio pudiendo viajar al extranjero libremente, exceptuando los países de la llamada «lista de alto riesgo de contagio», en la que se encuentra España. Viajar a uno de ellos comporta una cuarentena de diez días. Este listado se actualiza cada dos semanas desde el mes de junio.

Tras las cinco semanas de vacaciones, los escolares suizos volvieron a la educación presencial que retomaron en mayo. Esta madre de familia comenta que las clases «no son muy numerosas, con 17 alumnos, y esto facilita seguir las medidas de distancia en la distribución de las mesas e higiene». Al contrario que en nuestro país, «las mascarillas se utilizan en los pasillos y salas comunes o cuando se trabaja en grupos en el aula».

Actualmente, en el Estado Federal «la única restricción que sigue vigente es la prohibición de los eventos masivos». Mientras que la mascarilla tan solo es obligatoria en el transporte público y las tiendas.

A la pregunta sobre qué piensan en el país alpino de la situación actual de España, Inma expresa con rotundidad: «resulta muy preocupante para el calculador carácter suizo». Los valores cívicos están muy arraigados en la sociedad, por ello, «la imagen actual les resulta muy caótica e inestable. No somos un ejemplo de efectividad para momentos de crisis. Les parecemos improvisadores, poco disciplinados y de escasa seriedad», describe.

Ella, a modo de reflexión, subraya lo respetuosos que allí son con las normas pero también muy críticos cuando no se cumplen las expectativas por las que fueron impuestas, por lo que solicitan revisiones cuando algo no les parece adecuado. «Siempre dentro de un marco respetuoso», señala.

Tras estas palabras y viendo la situación actual, debemos preguntarnos sí estamos haciendo algo mal en España.

Sobre la vacuna, especifica «el escepticismo de algunos sectores ante sus beneficios».

Improvisadores y poco disciplinados: así nos definen

España es uno de los países más visitados por los suizos. Inmaculada Garro recalca que «tanto nuestra gastronomía, nuestro carácter y nuestras playas les encantan» pero tras el coronavirus la imagen proyectada es contraria. «Caótica e inestable, así como improvisadores, poco disciplinados y de escasa seriedad», reitera. 

La sociedad suiza, explica, opina que «no somos un ejemplo de efectividad para momentos de crisis como la actual».