Son adolescentes y consumen pornografía. Por primera vez, a los 12 años, y casi siete de cada diez (68,2%) recurre a estos contenidos de forma frecuente (lo han hecho en los últimos 30 días). Lo hacen mayoritariamente en la intimidad (93,9%), a través del teléfono móvil y se centra en contenidos gratuitos online (99,1%), basados de manera mayoritaria en la violencia y la desigualdad. Así lo revela el informe «(Des)información sexual: pornografía y adolescencia» que ha elaborado Save the Children para estudiar el consumo de contenidos sexuales entre la población adolescente de la Comunidad Valenciana y el impacto que estos tienen en sus relaciones y su desarrollo.

El informe ha contado con la participación de 1.753 chicos y chicas de entre 13 y 17 años de toda España, que han respondido a una encuesta y participado en diferentes talleres. A nivel autonómico el estudio refleja importantes diferencias por género en relación a la frecuencia de acceso a material pornográfico e indica que el 82,1% de los chicos lo han consumido durante el último mes, frente a un 32,3% de las chicas. Según este estudio, el 57,4% de los adolescentes de la Comunidad, en su mayoría los chicos, cree que la pornografía «da ideas para sus propias experiencias sexuales» y al 60,7% le gustaría poner en práctica lo que ha visto.

Además, la mitad de los adolescentes que ha visto contenido pornográfico ha llevado alguna escena a la práctica. En relación a este último punto, Save the Children considera «especialmente preocupante» que, cuando intentan imitar lo que ven, «no siempre solicitan consentimiento previo a su pareja». De hecho, el 12,5% de los adolescentes, en su mayor parte chicos, lo ha llevado a cabo sin el consentimiento explícito de la pareja y sin que a esta le haya parecido bien. El estudio también revela que para el 30,8% de los adolescentes la pornografía es el único recurso para aprender sobre sexualidad y casi la mitad de las personas encuestadas echa en falta tener más información sobre cuestiones afectivo-sexuales.

Ficción

En relación a la percepción sobre la igualdad en la pornografía se observa la misma tendencia que con la violencia. Alrededor del 60% cree que la pornografía normalmente no es igualitaria, y las chicas reconocen la desigualdad casi el doble que los chicos.

«La educación afectivo-sexual es fundamental para evitar que la pornografía siga siendo la profesora de sexualidad de los niños y niñas y para construir relaciones sanas e igualitarias desde edades tempranas. Por ello, es necesario que el Consell amplíe el Programa de Intervención en Educación Sexual de la Generalitat anticipando el inicio de la educación afectivo-sexual antes de los 12 años, para empoderar a niños y niñas desde edades más tempranas para evitar llegar tarde», señala el director de Save the Children en la Comunidad, Rodrigo Hernández.

Save the Children también ha preguntado a los adolescentes si detectan violencia, desigualdad y prácticas de riesgo en lo que ven. El análisis arroja que un porcentaje alto de adolescentes sí es capaz de reconocer todo esto en la pornografía. Sin embargo, el 26,2% no diferencia entre la ficción de las escenas y sus propias experiencias sexuales y el 13,8% no encuentra en ella desigualdad. El 30,9% de los adolescentes alicantinos no sabe identificar o no ve en la pornografía prácticas de riesgo, como la ausencia de preservativo. Casi la mitad de la población adolescente (el 44,1%) no utiliza siempre métodos de protección y el 11,8% no lo hace nunca o casi nunca. Asimismo, el 6,9% de adolescentes de la Comunidad ha entrado en contacto, al menos una vez, con una persona desconocida con fines sexuales a través de internet.

Si bien estas conductas no tienen por qué responder directamente al consumo de pornografía, la ONG considera que son comportamientos «preocupantes», ya que pueden entrañar «un alto riesgo de sufrir violencia online, tan real y dañina como la física, y en caso de derivar en un encuentro real, pueden provocar que los menores sufran abusos o una agresión sexual que derive en infecciones de transmisión sexual e incluso en un embarazo no deseado».

Save the Children ve urgente la necesidad de tramitar la Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia, con un gran enfoque preventivo que incluya la educación afectivo-sexual como principio transversal en la enseñanza reglada. Aboga también por implementar mecanismos de regulación del acceso a contenido pornográfico que asegure que menores de edad no acceden a la pornografía.

ROMPER TABÚS Y EDUCAR EN VALORES


«Ponemos el foco en el adolescente que consume pornografía pero, ¿quién es el adulto que lo educa? Si no tienes más información que esa, no tienes con quien hablar sobre ello y el sexo sigue siendo tabú... la pornografía deja en evidencia la falta de educación sexual», reflexiona la sexóloga Iracy Llinares. «Las familias son las primeras que en muchos casos van perdidas y no saben cómo abordarlo. Conjuntamente con los centros educativos y la sociedad en general, se debe conseguir que tengan bases en educación sexual. La prohibición de quitarles el móvil no sirve porque al final lo van a ver en el móvil de otro», prosigue. A su juicio, esa educación pasa por «hablar sobre cuestiones como el consentimiento y el deseo, explicar que lo que se ve en las películas no es real, que está todo manipulado y que pueden sacar ideas equivocadas que pueden generar problemas a la hora de relacionarse con otras personas o para conocer cómo funciona su propio cuerpo. Más que prohibir hay que explicar y acompañar, y si no sabes, asesorarte y preguntar».

TRASTORNOS Y PROBLEMAS SEXUALES


El acceso indiscriminado a material pornográfico que en muchas ocasiones incluye escenas agresivas contra la mujer y centradas en el placer masculino puede afectar a chicos y chicas jóvenes que están empezando a formar su personalidad y su manera de entender las relaciones afectivas, según valora el sexólogo José Bustamante. «Pueden llegar a pensar que esa es la forma en la que se mantienen relaciones sexuales, que esa es la realidad del sexo y que la relación con otras personas va en esa dirección», lo que puede derivar en trastornos afectivos y problemas sexuales de adicción, eyaculación o erección. Bustamante cree también que 12 años es «una edad demasiado temprana» para el acceso al porno y que las familias «deberían implicarse» y no facilitar de forma tan libre ese acceso a internet. Aún así, defiende que se debe trabajar en ampliar la educación sexual y no limitarla solo a la prevención de embarazos y enfermedades. «Nos da miedo hablarle a los jóvenes de que el sexo es maravilloso, deben estar informados para tener capacidad crítica».