Lo que antes eran coquetos jardines frente a portales a la entrada de la avenida de Dénia, se han convertido en pequeños «pipicanes», donde se acumulan heces de animales que desprenden malos olores. Ese es el testimonio de varios vecinos que residen en los edificios que hay justo al principio de la conocida calle: «esto antes eran nuestros jardines; había flores y estaban cuidados, pero ahora lo que queda son espacios donde los animales hacen sus necesidades y nosotros nos comemos todo el olor cada mañana», asegura la presidenta de una de las comunidades afectadas.

Tal y como relatan los damnificados, estos pequeños espacios son de competencia municipal, pero eran los propios porteros -conserjes- los que se ocupaban de su mantenimiento. «El portero salía a regar las plantas, incluso otra vecina también lo hacía, pero luego el Ayuntamiento decidió quitarlas y poner piedras sobre una red verde», dice otro residente. El problema que denuncian los vecinos es que las mascotas y los animales callejeros han terminado de quitar parte de estas piedras y, ahora, los excrementos se quedan sobre la red durante bastante tiempo. «Por esta zona apenas vienen a limpiar, y si lo hacen, no quitan los restos ni adecentan la vegetación», añade la presidenta. Este escenario ha sido corroborado por la administración de fincas que gestiona la comunidad, además de que a la queja también se suman los negocios que ocupan los bajos de los edificios. Por todo ello, los vecinos de esta parte de la avenida de Dénia reivindican más labores de limpieza y que el Ayuntamiento no deje que las plantas y la vegetación de estas pequeñas parcelas «se muera». Piden también que los espacios se rieguen más para que no degenere todo en un problema de salubridad.