El negocio de indumentaria alicantina Miguel Ramos, un clásico de las Hogueras, tiene los días contados. El modisto está liquidando los tejidos, prendas y demás artículos en stock en su tienda del barrio de Benalúa (Alicante) tras haber tomado la decisión de cerrar a causa del perjuicio que en su negocio han causado la suspensión de las Hogueras y demás fiestas tradicionales a causa de la pandemia de SARS-CoV-2. La situación sanitaria le ha supuesto un año en blanco en lo económico.

Ramos, que lleva 35 años como indumentarista, confeccionaba en los mejores momentos una media de 250 trajes completos al año, además de piezas sueltas. Durante dos décadas ha sido indumentarista oficial de las Hogueras, cosiendo faldas, corpiños y mantillas a las representantes de las Hogueras. «Empecé con Raquel Sánchez Lacal (Bellea Infantil en 1999) y, año sí, año también, he hecho trajes a las Belleas del Foc adultas, infantiles o a las Damas», explicaba ayer. «Se trabajaba mucho, era un negocio floreciente. Con la crisis de 2008 llegaron los primeros problemas. Aguantamos pero cuando estábamos levantando cabeza llega esto (la pandemia) y ya no se puede más porque no hay futuro».

El modisto explica que ya son demasiados en la profesión en Alicante y para todos no llega, y aún menos en la situación actual. «Luego están las modistas que cosen en sus casas y que no pagan impuestos, haciendo lo que no se tiene que hacer», afirmó en referencia a este nicho de economía sumergida.

El indumentarista ha decidido liquidar y cerrar el negocio, anticipando su jubilación, porque «tampoco encuentro a nadie valiente que quiera coger el traspaso» de la tienda. Tenía previsto jubilarse en 2022 pero ya ha empezado a liquidar la mercancía, con la intención de cerrar definitivamente en marzo, si no antes. Es decir, con al menos un año de adelanto «porque no hay ingresos suficientes para cubrir los gastos que genera un negocio. Los autónomos pagamos mucho». Aunque afirma no tener ganas ni ánimo de parar: «me encuentro joven, bien, y querría seguir, no estoy preparado para este cambio radical en mi vida, pero los negocios son los negocios».

Ramos explicaba el pasado mes de abril, en pleno estado de alarma, cómo su trabajo se había visto afectado al 100% por el covid puesto que le cogió en plena temporada, con trajes terminados y pendientes de prueba para poder entregarlos. «Se nos para el trabajo y la entrada de dinero, como a todo autónomo y pequeño empresario», afirmaba. La suspensión de las fiestas le dejó «colgados» medio centenar de trajes ya hechos para presentaciones de bellezas y damas de las Hogueras, y para la corte de las fiestas patronales de San Vicente, entre otras. Como no hay fiestas, «la gente se echa para atrás» y tiene trajes aún por entregar de comisiones festeras que no han contactado con él para indicarle que termine el trabajo y recogerlo.