Nada más entrar por la puerta de la vieja redacción del diario INFORMACIÓN en la alicantina calle Quintana a mediados de 1969, el bedel dejó caer la primera advertencia:

-¿Quién es usted?

-Pirula Arderius, la nueva redactora. Me incorporo hoy.

-Pues se va a armar.

El portero, posiblemente el más veterano de los veteranos de la casa, conocía bien los gustos y manías del director, Félix Morales, reacio, por norma, a incorporar mujeres a la redacción. De hecho, tras recibir a la joven periodista en su despacho, no se molestó en ocultar su incomodidad: «Estarás a prueba ocho meses».

Sin embargo, no hizo falta agotar el plazo para descubrir la capacidad de aquella espigada jovencita, firmemente decidida a abrirse paso. Dos meses después de aquel primer encuentro, Pirula Arderius se desprendía de su condición de redactora a prueba para pasar a formar parte de la plantilla de un periódico que no abandonaría hasta su jubilación, tres décadas más tarde, ya entrado el siglo XXI.

Nacida en Tenerife, de madre canaria y padre catalán, Arderius obtuvo el primer toque de distinción en la pila bautismal: Fue apadrinada por Salvador Dalí, amigo de su padre desde la infancia en Figueres, donde el abuelo de Pirula y el progenitor del pintor estrecharon lazos como médico y notario de la plaza.

La profesión de César Arderius, militar, por aquel entonces en grado de capitán, llevó a la familia a peregrinar por distintos destinos: Granada, Sevilla, Zaragoza… hasta llegar a Valencia, lugar donde, ya adolescente, entró en contacto con el periodismo durante unas prácticas en el diario «Jornada». Tras enamorarse del oficio, decidió matricularse en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid, y al finalizar sus estudios encontró hueco en «Genial», una revista madrileña dirigida al sector juvenil. En «Genial» desempeñó funciones de maquetación hasta que recibió una llamada de la empresa del Movimiento para notificarle que en Alicante había una vacante que cubrir.

El hueco que aparecía en INFORMACIÓN quedaba libre por la salida de Pedro Rodríguez, un excelente periodista que años después ejerció un destacado papel durante la Transición. Por aquellos tiempos, todavía señalados por la dictadura, Rodríguez había sacado de quicio al Gobernador Civil de Alicante, Luis Nozal, a raíz de alguna cita sobre Fray Justo Pérez de Urbel, abad del Valle de los Caídos. Tras montar en cólera, Nozal ejerció su poder y despachó a Pedro Rodríguez como podían hacer los gobernadores civiles de la época y a pesar de la frontal oposición de Félix Morales, que le colgó el teléfono con la misma expresión tantas veces repetida: «A tus órdenes, pero jamás a tus opiniones».

Ejerciendo como la primera mujer periodista en la prensa alicantina, la popularidad de Arderius fue creciendo a base de reportajes y entrevistas a lo largo y ancho de la provincia. El cartel de única mujer en el periódico local le acompañó durante varios años, hasta que ya entrada la década de los setenta se incorporaron a la redacción de INFORMACIÓN María Rosa Mirasierras y Asunción Valdés, amén de una becaria que apareció en Quintana para firmar con el nombre de Rosa Mon-tero.

En aquel local del centro de Alicante, a tiro de piedra del Mercado Central, en los bajos de un edificio que también daba cabida a la rotativa, las linotipias y los rollos de papel, y entre los gritos de los vecinos de los pisos de arriba que, ante la carencia de ascensor, se valían de cuerdas para subir las provisiones a sus hogares, creció profesionalmente la joven canaria, que formó un dúo profesional de extraordinario recorrido con otro referente de la prensa alicantina: el fotógrafo Perfecto «Cholas» Arjones.

Reportero gráfico y redactora recorrieron miles de kilómetros a lo largo de la provincia para animar las páginas de un periódico que esparció sus firmas por todas las secciones. A base de desparpajo y talante ambos tejieron una red de confidentes que contribuyó a llenar de contenido su labor. Entre esa maraña apareció la figura de Tomás Ruiz, subdirector del hotel Montiboli, de Villajoyosa, que sirvió en bandeja una de las exclusivas periodísticas más sonadas de Arderius: la entrevista con Paul McCartney poco después de que los Beatles rompieran definitivamente como grupo, lo que convertía al británico en una codiciada pieza periodística.

Aquel día a principios de los setenta no preveía grandes cosas. La redactora apareció por Quintana sin tener claro de qué iba a escribir. Fue Arjones quien le avisó de que acababa de llamar Ruiz apremiando para que se desplazaran al hotel donde, aseguraba, unas horas antes se había alojado el ya exbeatle junto a su mujer.

Pirula no le creyó. En ese instante recordó que unas semanas antes, Tomás también había llamado anunciando que Jackie Kennedy dormiría en el Montiboli, pero resultó ser una broma vestida de cebo para que fueran a La Vila Joiosa a tomar un aperitivo con él. En todo caso, el fotógrafo insistió en coger el coche y desplazarse hasta La Vila dado que no tenían nada mejor que hacer.

La periodista mantuvo su escepticismo cuando, nada más llegar, el director del hotel les preguntó si querían hacer la entrevista en ese instante o después de tomar un refresco. Fue Arjones quien sugirió hacer el trabajo cuanto antes, Arderius se limitó a seguir sus pasos. Junto a Ruiz, ambos periodistas se plantaron ante la puerta de una de las mejores habitaciones del hotel, que se abrió al primer reclamo.

«Hello, mister McCartney», arrancó el director del hotel al tiempo que Arjones desenfundaba la cámara haciendo sonar sus disparos cual escopeta repetidora ante la mirada absorta y congelada de Pirula que, incapaz de dar crédito a lo que tenía frente a sus ojos, seguía negando la evidencia («Joder, ¡cómo se parece este tío a Paul McCartney!»).

Tras el breve intercambio de saludos, el músico británico les invitó a entrar en la suite, donde Pirula acabó reaccionando al toparse con Linda, esposa del beatle. Una vez sentados frente a frente y con la situación asumida, la entrevista confirmó lo que la historia se ha encargado de demostrar:

-¿Hay alguna posibilidad de que vuelvan a juntarse como grupo?

-«Never, never (nunca, nunca). Los Beatles, finito», respondió McCartney, que también entró a valorar la procedencia de un falso rumor sobre su supuesta muerte, extendido unos meses antes («fue un montaje absurdo de las fans americanas»).

La amable disposición de McCartney favoreció una preciosa entrevista que abrió la sección de Cultura dos días más tarde, tras un pacto entre la redactora y el cantante, temeroso de que su descanso en el hotel durante ese tiempo fuera interrumpido por un ejército de periodistas al conocer su presencia en Alicante. Para ello, tanto Pirula como Arjones decidieron no informar al director, Jesús Prado, acerca del material obtenido hasta pasados esos dos días, a sabiendas de que iba a ser muy difícil convencer al jefe de que mantuviera en la nevera semejante «scoop» durante cuarenta y ocho horas.

La Vila y el Montiboli dieron mucho juego más allá de McCartney. Por similar conducto, Arderius también tuvo conocimiento por esos años del veraneo de otro personaje singular. Se trataba de Paul Tibbets, el piloto del avión Enola Gay que, décadas antes, había lanzado la bomba atómica sobre Hiroshima, matando a más de cien mil personas. La entrevista, que tuvo lugar en un rincón de la playa del Montiboli, confirmó como falsa leyenda el suicidio del piloto americano tantas veces pregonado. La periodista extrajo como conclusión tras aquel encuentro que Tibbets estaba un poco ido (o se lo hacía) tras ver a su mujer completando sus balbuceantes respuestas.

Curiosa fue también la cita con el que fuera presidente de la República Dominicana Juan Bosch, al que Pirula entrevistó mientras tomaba el sol, tumbado en bañador, en la Playa de Levante. Y prolífica fue su trayectoria con el mundo de la farándula aprovechando el trasiego de artistas por el Gallo Rojo, la sala de fiestas de El Campello que acogió a los mejores intérpretes del momento durante el periodo estival.

Por delante de su pluma desfilaron, entre otros, Artur Rubinstein, Lola Flores, Joan Manuel Serrat, Demis Roussos, Camilo Sesto, Carmen Sevilla, Rocío Dúrcal, Rocío Jurado y Julio Iglesias, que concedió la primera entrevista de su vida al ganar el Festival de Benidorm. Una lista interminable de destacados artistas que quizá no hayan caído en la cuenta de que, además de su talento, pueden alardear de haber sido entrevistados por una periodista única: Pirula Arderius.