La falta de negocio por el coronavirus golpea con fuerza al Mercado Central de Alicante, que echa de menos al turismo al dar cuenta de una caída media de entre el 30% y el 40% en la facturación este año. Datos que proporcionan los placeros y la asociación de concesionarios, y que no son peores al ser establecimiento esencial, lo que les permitió abrir durante el estado de alarma; y al servicio de entrega de alimentos a domicilio que se implantó durante lo peor de la pandemia, que muchos comerciantes mantienen ahora.
«Hay muchos negocios cerrados, estamos dejados de la mano de Dios»
Esta crisis deja una veintena de puestos cerrados en el recinto de abastos, tanto en carnes como en pescados y frutas y verduras. Para impulsar la actividad, los vendedores reclaman una imagen interior más moderna y una nueva iluminación porque la actual da un aspecto «oscuro, tétrico. Aunque hace un año arreglaron la fachada, falta algo», apuntó el presidente de la asociación de comerciantes, José Valenzuela, que criticó que la que fue biblioteca municipal del Mercado esté cerrada y sin uso.
«La demanda de la hostelería ha bajado. Las ventas se han resentido por el covid»
Los placeros llevan sin reunirse con el Ayuntamiento desde antes de marzo. Las últimas actuaciones de la Concejalía fueron la entrega de mascarillas y la colocación en el suelo de cartelería fija agradeciendo las compras en el pequeño comercio. Pese a estar contentos con el nuevo sistema de aire acondicionado, que ha acabado con los problemas de otros veranos, reclaman incentivos que atraigan a nuevas generaciones de comerciantes: los veteranos amplían sus puestos adquiriendo locales vacíos, lo que evita una imagen de mayor destrucción, pero la realidad que describen es que llegan pocos emprendedores.
«El servicio a domicilio para los clientes que no podían salir ayudó a vender»
Ante la preocupación por la desaparición de negocios, la asociación de placeros reclama al equipo de gobierno que aplique la ordenanza municipal y que rescate, y vuelva a ofertar, las paradas municipales en concesión que llevan más de tres meses cerradas. «Hay muchos puestos con la persiana echada, estamos dejados de la mano de Dios», señala Valenzuela, quien considera que la destrucción de la actividad se debe a que «no hay un atractivo fuerte en el Mercado. Montar una carnicería al uso no tiene atractivo». Sí que tiene salida, afirma, la especialización, que acapara las nuevas aperturas, con negocios que ofrecen productos singulares como carnes alemanas; vinos y alimentos típicos alicantinos; y la hostelería sin cocina (el recinto no tiene salida de humos). También los que tienen una presentación atractiva y elaborada como Patricio, que prepara los embutidos para facilitar a los turistas su transporte.
El bipartito destaca la reciente remodelación de la fachada, los ascensores y el nuevo sistema de climatización del inmueble
Evaristo López, representante de los detallistas de pescado, dijo también que las ventas se han resentido por el covid, y que ha bajado la clientela de la hostelería, que compensan con el reparto a domicilio. Las ventas están por debajo de la etapa de confinamiento: muchos puestos cerraron y los abiertos facturaban más.
«A la gente le gusta el producto alemán, ahumado; pero no hay turismo»
En frutas y verduras hay ocho puestos cerrados. Sin embargo, en julio abrió un nuevo negocio de hostelería, con buenos resultados, de ahí que reclame más horario y que el Mercado abra por las tardes.
«La cosa está floja, la gente se olvida de comprar en el Mercado Central»
El Ayuntamiento, por su parte, destaca las intervenciones para modernizar el recinto: aparte el aire acondicionado y la fachada, la reparación de los aseos y el cambio de los ascensores que se estropeaban a menudo.
