Las residencias de mayores de la provincia están cambiando su modelo de funcionamiento para combatir la segunda oleada de la pandemia. ÁXEL ÁLVAREZ

Las residencias de mayores de la provincia están implantando el sistema de unidades de convivencia de usuarios y trabajadores para evitar nuevos contagios en esta segunda oleada del coronavirus. Son grupos burbuja, como los que se han creado en los centros educativos para los alumnos de más corta edad, pero en este caso la población a proteger son residentes con una media de 85 años.

A través de este sistema los mayores se relacionan únicamente en segmentos de quince personas y cinco profesionales. Son siempre los mismos y todos deben llevar la mascarilla y mantener la distancia de seguridad. Estos grupos burbuja permanecen aislados del resto de residentes y trabajadores del geriátrico. Solo reciben visitas de familiares o amigos con las debidas garantías de prevención y, en caso de tener que salir al exterior por cuestiones de fuerza mayor, a su regreso al centro deben permanecer aislados en sus habitaciones hasta que las pruebas PCR confirman que están libres del virus.

Con este sistema la capacidad de reacción en caso de contagio es muy rápida. En apenas hora y media se puede aislar, en el edificio, a todas las personas que hayan tenido un contacto estrecho con el residente o profesional que haya dado positivo en covid-19.

En la provincia de Alicante las dieciséis residencias de mayores de la Asociación Lares ya han implantado este modelo. No son las únicas, también hay geriátricos representados por la patronal Aerte que lo han hecho. Pero los más antiguos se enfrentan al problema de la falta de espacio para mantener a los diferentes grupos separados. Una cuestión que está obligando a poner en marcha unidades de convivencia más numerosas. En algunos casos de hasta 25 usuarios más los profesionales que se encargan de atenderlos. Esta iniciativa también ha suscitado el interés de la Conselleria de Igualdad. De hecho, en tres geriátricos públicos de la Comunidad Valenciana -uno por provincia- se está introduciendo el sistema siguiendo las directrices de la Asociación Lares. A este respecto su presidenta autonómica, Julia Rico, apunta a que el futuro asistencial en las residencias de mayores se dirige hacia ese modelo. Una nueva concepción del funcionamiento de los geriátricos que busca, fundamentalmente, una atención centrada en la persona. «Esta transformación ya la veníamos aplicando de forma progresiva en los centros Lares desde hacía un par de años y ahora, con la irrupción de la pandemia, cobra mucho más sentido al demostrarse muy eficaz para frenar la propagación del virus», afirma Rico. Por eso ella cree que lo que pasó en marzo, con los contagios disparándose en los centros de mayores, no hubiera ocurrido con los grupos burbuja activos.

Coordinación

Respecto al ingreso y salidas de los mayores en las residencias la responsable de Lares ha agradecido el reciente acuerdo entre las Consellerias de Sanidad e Igualdad para subsanar las instrucciones contrarias que se estaban dando. A partir de ahora para el ingreso en un geriátrico libre de covid se realizará una PCR con 72 horas de antelación como máximo. Si la persona proviene de otro centro libre de coronavirus no será necesaria ninguna medida de aislamiento y solo se vigilará la aparición de síntomas. Pero si procede del domicilio sí será necesario un aislamiento preventivo en el centro de destino de 14 días, que podrá acortarse si la PCR a los diez días resulta negativa. En el caso de un alta hospitalaria por causa distinta al covid-19, al regreso al centro se tomarán las medidas higiénicas adecuadas pero no será necesario el aislamiento salvo que, durante la estancia hospitalaria o el traslado, se haya producido un contacto estrecho con un caso o existan dudas razonables. En este supuesto el mayor tendrá que estar aislado 14 días aunque este período podrá acortarse si la PCR a los diez días resulta negativa. Así es el nuevo protocolo que acaba con las órdenes contradictorias.