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El covid no puede con el comedor escolar

La demanda de comensales escolares apenas baja una media del 5% en los centros más grandes, entre 10 y 20 alumnos

Carpa instalada en el exterior del colegio Inmaculada Jesuitas de Alicante para ampliar los puestos de comedor y mantener las distancias de seguridad.

Entre diez y veinte alumnos por centro sitúan los colegios y empresas consultadas el descenso medio advertido este curso en la demanda del comedor escolar. Tanto los directores como las firmas que gestionan los menús diarios afirman que el esfuerzo ha sido «ingente» en procurar al máximo las medidas higiénicas para mantener a raya al coronavirus, y que ha tenido sus frutos en la confianza de las familias. Saben que un contagio en este espacio escolar podría provocar una gran desbandada.

Para evitar el mayor de los males, y en aras de la mayor comodidad también para las familias, colegios como el concertado Inmaculada Jesuitas de Alicante han optado incluso, tras los primeros días del curso, por instalar una gran carpa extra de 250 metros cuadrados para que la totalidad de los 1.100 alumnos que se quedan a comer puedan hacerlo en un solo turno.

Se trataba de evitar prolongar el horario de la comida escolar más allá de las 15:30 horas, como concreta la dirección del centro que sucedía el mes pasado.

Este comedor de campaña extra, con 170 puestos, se suma a otros dos espacios previamente habilitados por el colegio para comer, uno para los alumnos de los primeros cursos de Primaria y otro que comparten el resto del alumnado de Primaria y de Secundaria con media hora de margen entre unos y otros. Se organiza en función del término de las clases de unos y otros, y su capacidad para 400 puestos se ha visto sensiblemente reducida en su aforo para mantener las distancias de dos metros entre las mesas. Son mesas que el curso pasado compartían hasta seis comensales y que únicamente se permite este curso que tengan dos alumnos como máximo, según concretan desde el centro.

Los alumnos de Infantil comen en su propia aula para evitar contagios en el colegio El Palmeral. Álex Domínguez

La nueva carpa, costeada por la AMPA del centro y de cuyas conexiones eléctricas, dotación de carros para el traslado de la comida y funcionamiento en general se encarga el propio centro, contribuye a relajar la situación y a mejorar la seguridad en el control del coronavirus, objetivo primordial en todos los centros educativos este curso.

Desde la dirección añaden que cada alumno cuenta con su propio puesto concreto de comedor para todo el curso, como establece el protocolo anticovid este año para el transporte escolar.

«Los padres tienen confianza en el servicio y estamos a pleno rendimiento», abundan en otro colegio público de la provincia con una media de 250 comensales diarios, que apenas ha dado de baja con respecto al curso pasado a una decena de alumnos. El aforo se ha visto mermado sensiblemente, por lo que el centro ha optado por ampliar los turnos, tres en total, uno más que el curso pasado. Y ha pasado de 14 a 18 monitores de comedor.

Al aumento de turnos se suma la comida en las aulas para los más pequeñitos de Infantil, en tres de las clases, lo que también evita el trasiego de los 75 niños, 25 por aula, al recinto del comedor.

Otro de los colegios, El Palmeral, ha habilitado el gimnasio o pabellón de cerca de 100 metros cuadrados para las comidas diarias de alumnos de Primaria; y el propio recinto del comedor con dos turnos para completar la demanda.

Los niños de Infantil se mantienen asimismo en sus propias aulas tal y como han organizado este curso la práctica totalidad de los centros y como indica el protocolo, con carros y recipientes térmicos que el colegio aporta con la dotación económica extra de Educación. Los horarios se adecuan para que no coincidan los turnos y se empieza a comer a las 13:40 y no a las 14:00 horas.

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