Conscientes de la importancia de favorecer al máximo la enseñanza presencial este curso, no solo de los cursos obligados por Educación hasta primero de Secundaria, sino incluso en segundo de la ESO y especialmente en segundo de Bachillerato, por tratarse de alumnos dirigidos a la prueba de acceso a la Universidad, los institutos han ideado incluso la instalación de mamparas individuales que prácticamente encapsulan al estudiante en su pupitre.

Así lo han decidido por ejemplo en el Instituto Cavanilles, tratando de minimizar los grupos de alumnos obligados a dar clases alternas por la falta de espacio. El director, Rafael Herrero, explica que se ha reforzado la seguridad en las aulas con el aislamiento de cada alumno que trabaja acristalado. De esta forma han conseguido que en segundo de Bachillerato tengan clase presencial el 100% de los estudiantes.

Los costes corren a cargo del presupuesto de Educación para cada centro, aunque la decisión sobre la compra del material y medidas de que se trate depende de cada equipo directivo.

En los cursos donde no se ha podido llegar con la presencialidad total, los profesores se han visto obligados a reorganizar los temarios y concentrar los contenidos cada dos semanas, para poder llegar a todos los alumnos en igualdad de condiciones, según explica el vicedirector y profesor de Economía en Bachillerato del IES Azud de Alfeitamí de Almoradí, David Perales: «No tener la presencialidad total no significa que el alumnado salga peor preparado», afirma.

«Nadie está habituado a este sistema, pero hacen trabajos la semana que están en casa y envían y contestamos a diario online a sus dudas», abunda el profesor del Cavanilles Juan Manuel Baeza, de Sistemas Electrónicos en FP. «Cada minuto presencial equivale a horas online», admite, aunque también sostiene que la organización de clases y prácticas cada dos semanas permite evaluar adecuadamente a los alumnos.

Como ya apuntó el conseller Vicent Marzá, nada iguala a la enseñanza presencial, la ideal, y cuando el coronavirus ha obligado a la semipresencial, «exige una mayor preparación y dedicación del profesorado», añade Perales.

Y eso es en lo que coinciden en echar de menos padres de alumnos en algunos institutos de la provincia. Opinan que sus hijos están «discriminados» y en «inferioridad de condiciones» frente a otros compañeros.

María Espinosa y Marta Vaca, con sendos hijos en segundo curso de Bachillerato en los institutos Doctor Balmis y Jorge Juan de Alicante, y Manuela Domingo, con otro hijo en cuarto de ESO en el IES Radio Exterior, se hacen eco de la preocupación de los padres porque «el día que no van clase solo tienen deberes y eso quiere decir que darán la mitad del temario. La prueba de selectividad será injusta para nuestros hijos por mucho que digan que se adapta», señala Espinosa.

Vaca añade que el día que están en casa, los alumnos «están desatendidos. Se les pide una madurez que no tienen y creemos que la administración se ha lavado las manos. Los institutos han buscado espacios, pero debía poder seguirse la enseñanza online a diario también». Manuela Domingo, a su vez docente en la Universidad, también alude a la necesidad de las videoclases «para avanzar contenidos mas allá de los deberes. Los hay que no se plantean otras pedagogías», lamenta.

Desde el equipo directivo del IES Jorge Juan concretan que el problema no es el profesorado sino el espacio físico, que no ha bastado pese a haber destinado pasillos, biblioteca y gimnasio a dar clases. E instan a los padres a confiar en los docentes «porque sus hijos llegarán en las mismas condiciones a la selectividad».

Perales subraya por su parte el «error común» de que se dará la mitad del temario si no se va a clase a diario. «Cambia la metodología porque hay que tener claro que se tiene la mitad de tiempo para desarrollar los mismos contenidos. Hacemos un esfuerzo extra por seleccionar contenidos. Todo importa, pero lo fundamental es lo que no pueden sacar adelante los alumnos por sí solos».

Concluye que entiende «perfectamente» la inquietud de las familias, pero asegura que «en casa no están abandonados por los docentes» y que «el proceso de evaluación se adapta. Les enseñamos a aprender por sí mismos, con herramientas adecuadas que preparamos los docentes concienzudamente. Semipresencial no quiere decir peor preparado ni peores notas», afirma.